Epidemia de p¨¢nico o epidemia de desatinos

Respecto al art¨ªculo del doctor F¨¦lix Ome?aca Ter¨¦s titulado P¨¢nico en la comunidad y publicado en EL PA?S del lunes 7 de abril de 1997, me gustar¨ªa hacer las siguientes consideraciones:1. Coincido en algunas de sus apreciaciones. Es cierto que la actuaci¨®n de las autoridades sanitarias fue tard¨ªa, poco clara y dudosamente cient¨ªfica en muchas ocasiones, que los medios de comunicaci¨®n vieron en la meningitis otro tema estrella y de gran impacto social y como tal lo explotaron, que los sanitarios estaban desconcertados y sin ideas claras sobre c¨®mo actuar ni con sus hijos ni con los hijos de los dem¨¢s. En una sociedad como la nuestra donde el descr¨¦dito est¨¢ a la orden del d¨ªa no era esperable que la poblaci¨®n aceptara de buen grado las explicaciones que los responsables sanitarios quer¨ªan transmitir ante un tema en s¨ª complejo y dif¨ªcil que entre todos -autoridades sanitarias, epidemi¨®logos, pediatras, m¨¦dicos generales, inmun¨®logos, etc¨¦tera- debemos ayudar a clarificar y a explicar al resto de los ciudadanos.

2. Como el doctor Ome?aca afirma en su art¨ªculo, la vacuna contra el meningococo ha demostrado su eficacia, y por tanto est¨¢ indicada, "s¨®lo" ante la existencia de brotes epid¨¦micos. Sin embargo, no es f¨¢cilmente explicable por qu¨¦ se recetaron, por qu¨¦ la poblaci¨®n las exigi¨® ni por qu¨¦ el ministerio las dio si, como dijo el ministro de Sanidad en repetidas ocasiones, no hab¨ªa epidemia. Aunque supongo que las respuestas a estas cuestiones son complejas, no deja de ser menos cierto que en Andaluc¨ªa tambi¨¦n hubo casos, que las intervenciones sanitarias fueron r¨¢pidas, que en determinadas situaciones se vacun¨®, que se proporcionaron las vacunas sin colas ni recetas y con las menores estridencias posibles y que existi¨® sincron¨ªa entre autoridades sanitarias, epidemi¨®logos y personal sanitario; como consecuencia, la poblaci¨®n no estaba alarmada por la situaci¨®n andaluza sino por la de otras comunidades aut¨®nomas.

3. La seguridad y eficacia de la vacuna es relativa y no tan simple como el art¨ªculo del doctor Ome?aca da a entender. En primer lugar la eficacia no existe en los ni?os menores de dos a?os, es decir vacunarlos no sirve de mucho. Segundo, en los menores de cuatro a?os la eficacia es relativa, es decir s¨®lo uno o dos de cada tres vacunados estar¨¢ protegido contra la enfermedad. Tercero, la eficacia es mayor a medida que la edad del vacunado aumenta. Sin embargo, la meningitis afecta preferentemente a los ni?os menores -el 41% de los casos habidos en 1995 ten¨ªan menos de cuatro a?os de edad- y es en ellos donde la eficacia de la vacuna fracasa. Pese a todo ello la vacunaci¨®n es importante en situaciones de alto riesgo. Si se pretende que los padres asuman responsabilidades sobre este tema hay que explicar tambi¨¦n esto.

4. La importancia de un medicamento o vacuna no la da el que se expenda en oficinas de farmacia sino sus caracter¨ªsticas: eficacia, seguridad, indicaciones, posolog¨ªa, efectos adversos, contraindicaciones, etc¨¦tera. Un medicamento ser¨¢ mejor cuanto m¨¢s se adecue su uso a sus indicaciones y ¨¦stas a su vez a la evidencia cient¨ªfica que la sustenta.

5. Por ¨²ltimo sus argumentos se contradicen cuando pretende justificar que las vacunas sean libremente dispensadas en nuestras farmacias, porque ?qui¨¦n dictaminar¨ªa sobre la existencia o no de brotes epid¨¦micos para su uso?, ?no son las autoridades sanitarias quienes deben recomendar c¨®mo, cu¨¢ndo y a qui¨¦n vacunar? Si lo que ha pasado es un c¨²mulo de desatinos ?con qu¨¦ nos encontraremos ma?ana cuando la vacuna est¨¦ a disposici¨®n de cualquier ciudadano por relativamente poco dinero? ?es as¨ª como deben ser abordados los problemas de salud p¨²blica, pas¨¢ndole la pelota de la responsabilidad a los padres?, ?no inducir¨ªamos una falsa seguridad en los padres al creer que con la vacunaci¨®n todo queda resuelto?; hecho que como usted bien sabe no es cierto ya que la vacuna no sustituye a la quimioprofilaxis.

Si no se ha sabido abordar el problema seamos lo suficientemente cient¨ªficos y responsables como para analizar nuestros errores -de todos- ponernos a trabajar en la direcci¨®n correcta, que a mi juicio pasa porque los responsables sanitarios se apoyen para sus decisiones en criterios epidemiol¨®gicos basados en la evidencia cient¨ªfica y que los pediatras y m¨¦dicos generales asuman las pautas y recomendaciones de las autoridades sanitarias y cient¨ªficas. S¨®lo as¨ª seremos cre¨ªbles ante los ojos de lo s ciudadanos y controlaremos esa epidemia de desatinos que dio origen a la epidemia de p¨¢nico que usted describe en su art¨ªculo.