Curro torea a la ver¨®nica
Curro Romero se hizo presente y tore¨® a la ver¨®nica. Dicho lo cual apaga y v¨¢monos.Curro Romero tore¨® a la ver¨®nica... Tore¨® primero en los lances de recibo y el toro ven¨ªa toreado, no se sabr¨ªa decir si tambi¨¦n mecido, embrujado de cualquier forma en los vuelos del capotillo m¨¢gico. Y no le cab¨ªa otro remedio que obedecer.
Cuando un torero torea, manda. Cuando un torero torea, lo dicho: apaga y v¨¢monos.
La Maestranza estaba ya en pie cuando Curro Romero tendi¨® el capote adelante, recibi¨® la ¨²ltima, embestida, la recogi¨® en un suave vuelo tray¨¦ndosela a la cadera y dej¨® al toro en estado de catarsis... El maestro, entonces, se volvi¨® as¨ª, mir¨® al perplejo toro as¨¢, y se march¨® despacito, con la satisfacci¨®n del deber cumplido, nimbado de torer¨ªa excelsa.
Torrestrella / Romero, Joselito, Rivera
Toros de Torrestrella, bien presentados, flojos -4? inv¨¢lido-, manejables. Devueltos: 1? por inv¨¢lido, sustituido por otro inv¨¢lido; 6? por extra?a descoordinaci¨®n. Segundo sobrero de Gavira, discreto de presencia, manso. Curro Romero: pinchazo hondo tendido ladeado y 10 descabellos (silencio); pinchazo en los blandos, otro en lo duro, varias ruedas de peones y cinco descabellos (aplausos). Joselito: estocada (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada (ovaci¨®n y saludos). Rivera Ord¨®?ez: pinchazo, media, estocada corta ca¨ªda y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio); bajonazo (aplausos).Plaza de la Maestranza, 17 de abril. 12? corrida de feria. Lleno.
Y fue la locura. Rompi¨® la banda a tocar jubilosa, el estallido de la ovaci¨®n se mezclaba con los gritos de ?torero!, y Curro hubo de saludar montera en mano. Muy serio salud¨®. Curro Romero saludaba con respeto y decencia. Entr¨® al quite y repiti¨® la calidad de las ver¨®nicas. Y convirti¨® la media ver¨®nica en un alarde de armon¨ªa... Quiz¨¢ se pas¨® de lentitud y qued¨® el capote a merced de las astas del torito bueno. No import¨® a nadie el desarme. Se repiti¨® el clamor: el p¨²blico de nuevo en pie y enardecido; el maestro volv¨ªa a saludar montera en mano.
Eso fue todo.
Eso fue todo o nada menos. Depende de las exigencias que se traiga el atento observador. Toda una corrida no puede reducirse a unos lances, es verdad. Ahora bien: tal como se torea ahora, que es un no torear, un pegar pases a cientos sin parar de correr, un componer posturas, cuando uno torea dan ganas de bajar a pegarle un abrazo, luego invitarle a cenar.
El toro que qued¨® en estado de catarsis no lleg¨® a reponerse jam¨¢s. El toro ten¨ªa la fuerza de la gaseosa y la agot¨® en la magia de las ver¨®nicas. Curro Romero intent¨® derechazos y apenas si sac¨® uno. Lo mat¨® a la desastrada manera que le es habitual. Algo parecido ocurri¨® en el primero de la tarde, que estaba igual de inv¨¢lido y a ¨¦se ni ver¨®nicas lleg¨® a cuajarle; unos derechazos que ensay¨® lo resolv¨ªa a enganchones.
J¨®venes figuras que, por edad, podr¨ªan ser sus hijos, alternaban con Curro Romero. A las dos j¨®venes figuras se les ofrec¨ªa la oportunidad de cortar orejas, salir a hombros por la puerta del Pr¨ªncipe poniendo a contribuci¨®n del triunfo la ilusi¨®n y la fortaleza, que son atributos de la juventud; el pundonor y el valor; la t¨¦cnica bien aprendida. Pero, ?oh!, no triunfaron.
A lo mejor la t¨¦cnica no la ten¨ªan tan bien aprendida como cabr¨ªa deducir de su condici¨®n de figuras. Ni parec¨ªan motivarles los atributos propios de la juventud. Delante del toro, a algunos toreros se les pone cara de jubilados. Joselito daba la sensaci¨®n de tener una tarde espesa.Premioso y destemplado, se tom¨® su tiempo para torear a sus dos toros. Ni un solo muletazo provoc¨® ese ol¨¦ interjectivo que merece la torer¨ªa aut¨¦ntica. En cambio con la espada estuvo segur¨ªslmo. Sali¨® a estoconazo por toro. Y eso le salv¨® del fracaso que ¨¦l mismo ven¨ªa gestando.
Rivera Ord¨®?ez estuvo igual de entregado y valiente que en tardes anteriores. La probona e incierta embestida de su primer toro no le impidi¨® sacarle faena, ce?ir dos tandas de redondos y sobre todo dos de naturales, largos y hondos, una de ellas rematada con la trincherilla torera. Mat¨® mal y se qued¨® sin la oreja que ya ped¨ªa el p¨²blico. Con el sobrero que hizo sexto, manso y ¨¢spero, volvi¨® a muletear decidido y le sac¨® el partido posible, que no era precisamente de florituras sino de dominio y aguante.
Ambos j¨®venes hicieron quites y compitieron entre s¨ª. Rivera instrument¨® unas valerosas gaoneras al quinto y Joselito, sin corresponderle turno ni nada -pues ya se hab¨ªa cambiado el tercio-, entr¨® a enmendarle la plana. Y no se la enmend¨®. Las gaoneras que dio quedaron en el olvido.
Ocurri¨® quiz¨¢ porque Joselito, y tantos otros toreros modernos, lancean de capa a pasa torito, largando tela, d¨¢ndole aire, vaci¨¢ndolo por las afueras. Y torear de capa, principalmente en la modalidad de la ver¨®nica -suerte fundamental- es otra cuesti¨®n.
Torear es presentar el capotillo como dicen que hizo la Ver¨®nica en el Calvario para enjugar el rostro de Jes¨²s coronado de espinas; dejar que el toro llegue; al embroque, adelantarle la pierna contraria; embarcar con suavidad y lentitud; en el remate, estar ya en posici¨®n de repetir la suerte, y volver a embrujar a la fiera en los vuelos del capotillo m¨¢gico. 0 sea, la gloria. O sea: Curro. Y apaga y v¨¢monos
Babelia
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