El Sporting se hunde cada vez m¨¢s
El Extremadura sigue su escalada y ara?¨® un puntro en El Molin¨®n
La firmeza del Extremadura pudo m¨¢s que el renovado impulso del Sporting. La ca¨ªda de Floro reanim¨® al equipo gijon¨¦s, que mereci¨® los tres puntos, pero no fue suficiente. Un despiste defensivo en el saque de una falta, de esos que tanto echaba en cara Floro a sus jugadores, hizo in¨²til el gol de la esperanza gijonesa. Ni la presencia de Miguel Montes en el banquillo, ni siquiera la fugaz vuelta de Hugo P¨¦rez a la cancha tras el despido de su carcelero, sirvieron para devolver a la victoria a un Sporting cada vez m¨¢s hundido.El Sporting no arroll¨® al Extremadura, pero fue un punto superior al equipo revelaci¨®n. El Extremadura estuvo discreto en l¨ªneas generales, pero le bast¨® para llevarse un puntito las paradas de Montoya, el toque de Pineda y el oportunismo de Dur¨¦. El nuevo entrenador del Sporting archiv¨® la zona de Floro y busc¨® frescura con dos carrileros muy ofensivos. Le sigui¨® faltando creatividad en el centro del campo, pero como Lediakhov se dej¨® ver m¨¢s que otras veces los locales siempre estuvieron m¨¢s cerca del gol. Adem¨¢s Sergio, uno de los ¨²ltimos en llegar, impuso su magisterio frente a dos delanteros tan amenazadores como Dur¨¦ y Silvani.
En el primer tiempo al Sporting le cost¨® engrasar sus nuevos ejes y por eso s¨®lo inquiet¨® seria
mente un par de veces a Montoya, en un remate de Tcherishev junto al poste y en un ca?onazo de Lediakhov al larguero. M¨¢s tranquilo a¨²n estuvo Ablanedo, que s¨®lo debi¨® de repeler un remate del incontrolable Pineda. Fue tras el descanso cuando el juego se desatasc¨®, ante la imperiosa necesidad de puntos del Sporting. La afici¨®n de El Molin¨®n grit¨® con rabia el gol, pero tambi¨¦n se desesper¨® pocos minutos despu¨¦s con el empate, en un claro ejemplo de la picard¨ªa extreme?a y la inocencia asturiana. En una falta al borde del ¨¢rea, Silvani toc¨® r¨¢pido para Pedro Jos¨¦ y el centro de ¨¦ste lo re mat¨® a bocajarro Dur¨¦. Un gol con genuino sabor argentino. A partir de ese momento, otro jugador ilustre de la Liga argentina, el Mono Montoya, asumi¨® el papel estelar. El at¨ªpico guardameta replic¨® hasta el final con maestr¨ªa a las desesperadas acometidas gijonesas. Los brazos milagrosos de Montoya aparecieron por todos lados, sobre todo para desviar un remate de Tom¨¢s y, muy al final, un cabezazo cercano de Luna.
El Sporting tuvo a¨²n cinco minutos a?adidos para salvar los puntos, en los que incluso reclam¨® un penalti, pero sus urgencias quedaron reflejadas en remates que se perdieron por muy poco. La leyenda del Extremadura contin¨²a.
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