Desconfianza
El acuerdo al que han llegado patronal y sindicatos para pactar una reforma laboral constituye sin duda alguna la mejor noticia pol¨ªtica que se ha producido en Espa?a desde hace muchos a?os. As¨ª cabe considerarlo si pensamos que con ¨¦l se despiertan algunas esperanzas para resolver nuestro m¨¢s grave problema nacional: el desempleo cr¨®nico. Aqu¨ª s¨ª cabe hablar de trascendencia hist¨®rica, y no en otros superficiales ¨¦xitos monetarios. Y el m¨¦rito no pertenece al Gobierno, como se atribuye sin venir a cuento, ni siquiera a la patronal, que no ha arriesgado un ¨¢pice, sino exclusivamente a los sindicatos (y en particular al equipo de Guti¨¦rrez, fuertemente cuestionado por su izquierda, pues UGT bastante hace con digerir discretamente su propio pasado), que se han jugado casi todo apostando muy fuerte por un acuerdo quiz¨¢ destinado a resultar fallido.Como es sabido, se trataba de imitar el modelo del acuerdo firmado entre israel¨ªes y palestinos, que intercambiaron paz por territorios. Pues bien, aqu¨ª se ha tratado de ofrecer abaratamiento del despido a cambio de empleo estable y con derechos, por utilizar la f¨®rmula de Antonio Guti¨¦rrez, que ha sido el h¨¦roe de esta negociaci¨®n. Y digo h¨¦roe porque un l¨ªder sindical debe tener mucho valor para atreverse a consentir un abaratamiento del despido bajo la incierta promesa de que, gracias a eso, los empresarios quiz¨¢ se decidan a invertir, creando alg¨²n empleo futuro. Es una apuesta sumamente arriesgada que puede acabar mal, si no satisface parte de las expectativas que ha creado, pero que si acierta saldremos ganando todos, aunque luego el ¨¦xito sea expropiado por el Gobierno.
La evaluaci¨®n del acuerdo es dif¨ªcil, pues depende de demasiados imponderables. El autismo comunista lo ha rechazado, lo que indica un presagio favorable. Pero el clima patronal resulta poco propicio, a juzgar por algunas voces que contin¨²an estimando dif¨ªcil crear empleo al mantenerse el coste del despido por encima del promedio europeo. En todo caso, la concreci¨®n de las causas objetivas de despido procedente parece un avance indudable, que por s¨ª s¨®lo avala todo el acuerdo, dado que disminuye la inseguridad jur¨ªdica a la hora de invertir, reduciendo la incertidumbre. El resto, en cambio, parece m¨¢s delicuescente. Es posible que el nuevo contrato indefinido de discriminaci¨®n positiva (para mayores, j¨®venes o parados de larga duraci¨®n) resulte al final papel mojado. Y en cuanto a las medidas de reparto del empleo, ¨¦sta es sin duda una apuesta ociosa, s¨®lo destinada a contentar a la galer¨ªa. Lo que hace falta no es repartir el escaso empleo disponible (lujo que resulta car¨ªsimo) sino sentar las bases para que resulte barato ir creando m¨¢s empleo estable.En fin, la mayor virtud del acuerdo es su propia firma. Y ello por dos razones: primero, porque revela un cambio muy positivo en la actitud sindical, y segundo, porque de ello se deriva un clima de mayor confianza en el futuro por parte de los agentes econ¨®micos: en especial de los emprendedores, que son quienes han de arriesgarse a crear empleo espont¨¢neamente. Aqu¨ª est¨¢ la clave.
Los monetaristas sostienen que la estabilidad macroecon¨®mica es un prerrequisito del crecimiento, pero hoy Espa?a ha vencido la inflaci¨®n sin que se recuperen el consumo ni la inversi¨®n. Y es que la condici¨®n necesaria y suficiente para que crezca el empleo es la confianza de los empresarios, que es algo que no depende del equilibrio monetario, sino de una variable exclusivamente pol¨ªtica: la definici¨®n de la realidad. Este es el gran fracaso del Gobierno, pues es tanta la incertidumbre que introduce con sus arbitrariedades (como la ley de televisi¨®n digital aprobada el jueves) que, por mucho que bajen los tipos de inter¨¦s, no logra crear el Clima de confianza necesario para que la demanda y la inversi¨®n se recuperen. Eso puede hacer que los ¨¦xitos de Rato y Arenas sean saboteados por los errores de Aznar y Cascos. Y al final, el acuerdo laboral podr¨ªa resultar est¨¦ril.
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