El coste de la Profesionalizaci¨®n de las Fuerzas Armadas

Como se ha dicho repetidas veces durante la ¨²ltima d¨¦cada, y como atestiguan en parte las mismas estad¨ªsticas oficiales de la OTAN sobre gastos militares, es necesario advertir que el presupuesto del Ministerio de Defensa es s¨®lo una parte del pre supuesto global de car¨¢cter militar, ya que ¨¦ste est¨¢ formado por partidas distribuidas entre varios ministerios. Esta trampa habitual en la formulaci¨®n de los presupuestos militares, que en 1997 adquiere caracter¨ªsticas todav¨ªa m¨¢s relevantes al intervenir el Ministerio de Industria mediante un apoyo crediticio de 35.000 millones al Ministerio de Defensa, sirve, no obstante, para justificar torpemente el conocido argumento de que "en relaci¨®n con el PIB, Espa?a es de los pa¨ªses que gasta menos del mundo y, por supuesto, de la OTAN". La realidad, sin embargo, es otra bien diferente. Para 1977, el Gobierno ha presupuestado cerca de 870.000 millones para el Ministerio de Defensa, pero 1,6 billones si consideramos el gasto que tiene que ver con la actividad militar (clases pasivas de car¨¢cter militar, Guardia Civil, contribuci¨®n a organismos internacionales militares, organismos aut¨®nomos militares, objeci¨®n de conciencia y cr¨¦ditos de Industria). La trampa estad¨ªstica no tiene, evidentemente, nada de inocente. Considerar s¨®lo el Ministerio de Defensa permite decir que nuestro gasto militar es tan s¨®lo del 1,1% del producto interior bruto (PIB), que por fortuna para unos y desgracia para otros es un porcentaje peque?o si lo comparamos con otros pa¨ªses de nuestro entorno. Permite insistir, adem¨¢s, y el ministro de Defensa tiene afici¨®n por ello, en que el objetivo ideal ser¨ªa disponer de un gasto militar situado en el 2% del PIB, que es tambi¨¦n el punto de referencia para lograr mantener al nuevo Ej¨¦rcito profesional que se est¨¢ dise?ando. Si, por el contrario, se considerara todo el gasto militar real, el porcentaje alcanzado ser¨ªa ya del 2,1 %, un nivel muy superior al mencionado anteriormente si s¨®lo se considera lo presupuestado en el Ministerio de Defensa, y por encima del porcentaje de muchos pa¨ªses de la OTAN. El planteamiento inicial del Gobierno para crear el nuevo modelo de Fuerzas Armadas profesionales del pr¨®ximo siglo es crear una estructura formada por 50.000 jefes, oficiales y suboficiales, y entre 100.000 y 130.000 soldados profesionales, con una permanencia media deseable en activo de entre cinco y seis a?os. En total, por tanto, el n¨²mero de efectivos estar¨ªa entre los 150.000 y los 180.000. Seg¨²n las estimaciones del Ministerio de Defensa, el nuevo modelo supondr¨ªa aumentar el gasto del ministerio en un 67% si se considera la opci¨®n de contratar a 100.000 soldados, y del 81 % si son 130.000 los soldados que forman las nuevas FAS. Hay que advertir, no obstante, que ¨¦l aumento ser¨ªa en realidad mucho mayor, ya que, como se ha comentado al inicio, el gasto militar global incluye partidas no contabilizadas en el Ministerio de Defensa, con lo que un ej¨¦rcito de 180.000 profesionales y con el gasto de material previsto por el Gobierno, en realidad no costar¨ªa 1,6 billones, sino m¨¢s de 2,3 billones, con lo que podr¨ªamos situarnos hacia el 2,8% del PIB... El c¨¢lculo del ministerio sobre el nuevo modelo se realiza bajo el prop¨®sito de destinar un 40% del gasto a costes de personal y el 60% a material y mantenimiento. El incremento de los gastos de personal est¨¢ razonablemente explicado en el informe del Ministerio de Defensa, pero no as¨ª los de material, que obedecen a una simple regla matem¨¢tica (multiplicar por 1,5 el coste del personal). Llegados a este punto, es necesario advertir que este modelo, con su elevado coste, obedece a una obcecaci¨®n todav¨ªa no argumentada, cual es el querer disponer de un macroej¨¦rcito de 150.000 o 180.000 efectivos profesionales, sin que nadie haya justificado la necesidad de disponer de tama?o ej¨¦rcito. ?Por qu¨¦ 180.000, y no 84.000, o 50.000, o cualquier otra cantidad m¨¢s modesta? ?Vivimos en una situaci¨®n y con una perspectiva a medio plazo de inseguridad o amenazas evidentes, que requieren de un ej¨¦rcito de este tama?o para combatirlas? ?No estaremos ante una disimulada operaci¨®n econ¨®mica, que no pol¨ªtica, para reactivar una industria militar en crisis y, con ello, posibilitar el resurgimiento de los complejos militar-industriales del pasado? ?Renace con este proyecto la m¨ªstica guerrera y la vieja y err¨®nea idea de que el potencial militar es la base de la acci¨®n exterior y de la seguridad? ?C¨®mo es posible que esta propuesta no haya merecido un instintivo rechazo generalizado de la opini¨®n p¨²blica, los medios de comunicaci¨®n y de la mayor¨ªa de los partidos pol¨ªticos? ?Ser¨¢ capaz la ponencia que ha de debatir este tema de discutir estos aspectos tan esenciales? Muchas personas nos tememos que el nuevo modelo que se quiere establecer en Espa?a no es tal "nuevo modelo", sino la vuelta atr¨¢s para repescar conceptos y estructuras de la guerra fr¨ªa que deber¨ªan estar en el archivo de la historia.