El Madrid se pierde en el cuerpo a cuerpo
Un gol de Ortega a dos minutos del final deja en empate la visita del l¨ªder a Valencia
El desgarro y los destellos de Ortega salvaron al Valencia, que se ech¨® al monte para remediar su inferioridad en el juego. El Madrid ley¨® mal un partido que debi¨® ganar por la abismal diferencia de calidad entre los dos equipos. Mientras evit¨® el choque y el fragor de la batalla, dio vuelta al Valencia, que sufri¨® un calvario en el primer tiempo. Pero luego, a empujones, todo coraz¨®n, sin argumentos futbol¨ªsticos de peso, par¨® al l¨ªder y lo someti¨® a un estilo f¨ªsico que le cost¨® digerir.La tensa condici¨®n del partido no influy¨® sobre el cap¨ªtulo futbol¨ªstico. En el primer tiempo, el Madrid puso la distancia que separa con exactitud a un equipo trufado de estrellas y a, otro que dispone de recursos limitad¨ªsimos. Justo en la Liga del estir¨®n, de la sobreabundancia de jugadores de talla mundial, el Valencia se ha empeque?ecido con una plantilla descompensada y sin talentos. Por varias razones, algunas incomprensibles, el Valencia ha perdido por el camino a Mijatovic, Mazinho, Viola y Romario. Los sustitutos han sido jugadores de medio pelo, terceras filas para un equipo que pretend¨ªa establecerse en la crema de la Liga. El diagn¨®stico, final es muy preocupante: un equipo discret¨ªsimo, con sue?os de grandeza que precipitan todav¨ªa m¨¢s la diferencia con la realidad.
Frente al retal del Valencia, el Madrid est¨¢ equipado con varios de los mejores jugadores del mundo. Cualquier discusi¨®n sobre el estilo del equipo no afecta a la categor¨ªa y a la capacidad de desequilibrio que tienen los futbolistas del Madrid. Puesto que se trataba de Mestalla, ning¨²n caso refleja mejor la salud madridista que Mijatovic. Gana por velocidad, por intuici¨®n, por desborde, por recursos y por remate. En una noche dif¨ªcil, con la gente en armas contra ¨¦l, Mijatovic se confirm¨® como uno de los mejores futbolistas del mundo. Cada una de sus intervenciones provoc¨® grav¨ªsimos da?os en la defensa del Valencia. Durante el primer tercio del partido particip¨® en cuatro de las cinco ocasiones del Madrid.
Antes de que el partido se enturbiara entre faltas y brusquedades, el Madrid actu¨® de manera contundente, con un aire tan adulto que acrecentaba por comparaci¨®n la debilidad del Valencia, que durante el primer tiempo tuvo dificultades enormes en el marcaje y en la elaboraci¨®n. Su ¨²nica llegada se produjo en un centro de Claudio L¨®pez que Ortega gan¨® sin explicaci¨®n a Illgner. Pero Roberto Carlos hizo uso de su elasticidad para sacar la pelota desde la raya. El resto de la primera parte fue un mon¨®logo madridista, con Mijatovic de protagonista casi exclusivo. Fuera de la primera ocasi¨®n -un remate de Suker que rechaz¨® Zubizarreta-, Mijatovic se apropi¨® del partido. Lo hizo frente a la enemiga de la gente, en un ambiente tan hostil que sirvi¨® para medir su car¨¢cter. Sobre su calidad no hay dudas: meti¨® un pase delicioso a Ra¨²l, que ech¨® fuera su vaselina; estuvo a punto de marcar en un error absurdo de la defensa del Valencia; enganch¨® una media vuelta que se perdi¨® sobre el palo. Y la mejor: un giro el¨¦ctrico en el medio campo que dej¨® a C¨¢ceres como un ocho y despu¨¦s la carrera poderosa, el recorte perfecto a Ferreira y el pase a Suker, que pein¨® con astucia, pero no dirigi¨® bien la pelota. En aquellos momentos, el Madrid abrum¨® al Valencia, que sobrevivi¨® como pudo. M¨¢s tarde, cuando el partido entr¨® en lo abrupto, la diferencia en el juego se achic¨®.
Disparos de fogueo
S¨®lo en el arranque del segundo tiempo, el Valencia encontr¨® alguna soluci¨®n a su juego. Al menos dispuso del bal¨®n y alcanz¨® posiciones cercanas al ¨¢rea. Pero su potencia de fuego es baj¨ªsima. Este equipo dispara con fogueo. Sin embargo, el partido hab¨ªa ca¨ªdo hacia lo fragoroso, y eso conven¨ªa al Valencia. Por el desgarro de los locales, el Madrid dio un paso atr¨¢s y olvid¨® sus deberes con el ataque. En el combate, Mijatovic qued¨® desactivado, Ra¨²l apenas enganch¨® el bal¨®n y Suker se fue al vestuario.
El encuentro cay¨® preso de la brusquedad, de una sucesi¨®n de faltas que impidi¨® cualquier continuidad del juego. Estaban puestas las condiciones para el error y el empuje. El Madrid, que no apareci¨® cerca de Zubi en todo el segundo tiempo, tuvo un gol regalado. Por la blandura de Romero frente a Seedorf y por la falta de juicio de Jos¨¦ Ignacio en un despeje que quemaba. Y como Ra¨²l pasaba por all¨¢, pues gol.
El Madrid no sac¨® rendimiento de su ventaja por su incapacidad para salirse de un partido que se hab¨ªa ensuciado contra sus intereses. En el debate, con la pelota dividida y todo eso, el Valencia ten¨ªa alguna oportunidad. Iba hacia la porter¨ªa de manera ciega, pero iba. Y con Leandro, un poco m¨¢s". Su oportunidad pasaba por aprovecharse de la confusi¨®n, como sucedi¨® en el empate, un tumulto de choques y patadas que se resolvi¨® con un penalti a Ferreira. El 1-1 fue consecuencia del trazo rugoso del partido. Mientras el partido dependi¨® de la calidad de los jugadores, el Madrid lo tuvo bien agarrado. Pero perdi¨® el hilo del juego y acept¨® el cuerpo a cuerpo. Por ah¨ª se le escap¨® la victoria.
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