Norman deja escapar su presa
El ingl¨¦s Mark James derrot¨® al australiano en el desempate
Mark James no necesit¨® de un chip a lo Larry Mize -recuerden: Augusta, 1987, desempate frente a Norman y Ballesteros- para negarle a Greg Norman uno de los trofeos que faltan en su vitrina. Tampoco es que el campo de La Moraleja II, en el que se ha jugado el Open de Espa?a, sea el Augusta National Golf Club, ni el torneo espa?ol el Masters, pero se habla alcanzado tal grado de suspense que parec¨ªa que, en efecto, ambos veteranos cuarentones del golf -el guapo australiano y el feo y mostachudo ingl¨¦s, conocido en su mundillo por ¨¦l apodo de Jesse James-, se estaban jugando un grande. Hasta el tercer hoyo del desempate no se decidi¨® el ganador. Este fue no el que hizo el golpe alucinante, sino el que no se equivoc¨®. Tanto miedo hab¨ªa en el cuerpo. Mark James, de 43 a?os, se apunt¨® su segundo Open de Espa?a -el anterior lo consigui¨® en Pedre?a en 1988- y 20 millones de pesetas para el bolsillo. M¨¢s hab¨ªa ganado Norman -unos 36 millones- s¨®lo por participar. Pero el tibur¨®n dej¨® escapar su presa. Aun as¨ª, recupera el primer puesto en la clasificaci¨®n mundial.Greg Norman, de 42 a?os, a?adi¨® m¨¢s datos a favor de los que argumentan que eso de aguantar la presi¨®n no es lo suyo. Una vez m¨¢s un jugador rutinario y s¨®lido, de la vieja escuela de no cometer errores innecesarios y arriesgar lo m¨ªnimo, le ape¨® de un triunfo reclamado desde la v¨ªspera.Norman sali¨® por la ma?ana con un golpe de ventaja sobre James. Como un gran actor-director-productor, como un gran embajador del golf y de la higiene mental que representa, como el mago del espect¨¢culo que es, como el rey del cl¨ªmax, que tambi¨¦n lo parece, el rubio australiano se dej¨® comer el terreno en los primeros nueve hoyos -un bogey y un birdie- y dio la vuelta al campo a dos de James. As¨ª que cuando Norman hizo su eagle en el 11?, el campo -13.000 espectadores- estall¨® en jolgorio. La gran remontada estaba en marcha. A todos los rivales comenzar¨ªan a temblarles las manos. Y as¨ª fue -James fall¨® un claro putt de birdie; Howell, Bjorn y Sandelin, que tambi¨¦n andaban por lo alto del marcador, levantaron el pie-, pero tambi¨¦n pas¨® lo contrario: Norman se ech¨® a temblar.
"Putts" a tablero
Fue un juego de errores y miedos sin careta. Ni Norman ni James acertaban con las calles o los greens, sus putts m¨¢s parec¨ªan pedradas -era tambi¨¦n la ¨²nica forma de superar a la diab¨®lica hierba poa, que convierte las cuestas arriba en cuestas abajo: tirar recto y fuerte, a tablero- y los hierros les pesaban toneladas. Ninguno de los dos arriesg¨® lo m¨¢s m¨ªnimo. Ni en el par 5 del 16% donde ambos aseguraron y llegaron al green de tres golpes. All¨ª James hizo birdie. Norman, despu¨¦s, par.
Pero el rey del cl¨ªmax volvi¨® a aparecer. En el 17? hizo bogey. Se quedaba a dos de James y un solo hoyo por delante. El ingl¨¦s ten¨ªa el golpe ganador en el 18% pero los dos metros del putt se le hicieron toneladas: bogey. Mal lleg¨® Norman a ese green. Con el wedge en la mano dej¨® la bola a seis metros del agujero. Un birdie con un putt magistral pareci¨® devolver la magia al asunto. James estaba acabado. Pero el destino jug¨® con ambos. Norman se vio obligado a demostrar su valor repitiendo un putt de seis metros para seguir vivo. Pero tambi¨¦n James tuvo la oportunidad de enfrentarse a un golpe como el que hab¨ªa fallado. Y esta vez no fall¨®.
Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal hizo 67 golpes (- 5), su mejor ronda en el torneo y termin¨® und¨¦cimo. Severiano Ballesteros, el jugador de extremos: err¨¢tico con el driver y mort¨ªfero con el putter -dio el golpe del d¨ªa: hizo eagle en el 18% par 4, con un wedge de 108 metros. Eso le vali¨® tambi¨¦n su mejor tarjeta del torneo (69 golpes, - 3).
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