El apocalipsis en primera fila
Israel potencia ante el a?o 2000 el turismo a Armaged¨®n, el lugar de la "batalla del fin del mundo"
Si este mundo se va a acabar en el a?o 2000, ?por qu¨¦ no ver el apocalipsis desde la primera fila? 0, si es que queda tiempo para rogar al cielo que el fin no llegue tan pronto, ?qu¨¦ mejor que arrepentirse y orar justo en el sitio donde la Biblia dice que se librar¨¢ "la gran batalla final" como pr¨®logo a la segunda venida de Cristo??se es el tono de una de las m¨¢s extra?as ofertas tur¨ªsticas propuestas por Israel para el advenimiento del nuevo milenio, el acontecimiento temido por millones de cristianos como el futuro epicentro del conflicto m¨¢s violento de la historia de la humanidad, la fat¨ªdica antesala del cataclismo de todos los tiempos y del inexorable e implacable Juicio Final, precedido por la aparici¨®n de siete ¨¢ngeles que envenenan mares, promueven terremotos y adquieren del sol pavoroso poder para propagar incendios por doquier.
Geogr¨¢ficamente, el Armaged¨®n del evangelio existe. Est¨¢ a 50 kil¨®metros al sureste de Haifa, en una loma del valle de Jezril, escenario de innumerables batallas desde tiempos b¨ªblicos hasta los albores de la I Guerra Mundial. Los antiguos israel¨ªes la llamaron Har Meggido, pero, combinando ambas palabras, Juan el Divino se atuvo al vulgo en el Libro de revelaciones: Armaged¨®n, la milenaria ciudad construida sobre las ruinas de otras civilizaciones en el estrat¨¦gico punto de intersecci¨®n de la V¨ªa Maris, la antigua ruta entre Egipto, Siria y Mesopotamia, es sin¨®nimo de apocalipsis.
Resulta dif¨ªcil, por tanto, pensar que el Armaged¨®n de nuestros d¨ªas pueda ser un lugar tan apacible: sus jardines est¨¢n esmeradamente cuidados por jardineros palestinos, el museo contiene r¨¦plicas arquitect¨®nicas de civilizaciones milenarias que se mueven con mecanismos el¨¦ctricos. Basta apretar un bot¨®n. El restaurante est¨¢ gestionado por inmigrantes rusos, y la algarab¨ªa del constante desfile de turistas de todas edades y partes del mundo casi apaga el ruido de cazabombarderos supers¨®nicos israel¨ªes que sobrevuelan Armaged¨®n en sus misiones diarias de reconocimiento o ataque en el sur de L¨ªbano.
Autoridades del organismo tur¨ªstico israel¨ª estiman que Armaged¨®n recibe a unos 150.000 visitantes anuales. Pero esa cifra puede al menos triplicarse a medida ante el a?o 2000. El inter¨¦s que Armaged¨®n despierta entre fundamentalistas cristianos convencidos de la inminencia de la "gran batalla final" al t¨¦rmino de este milenio no ha pasado inadvertido. Ya existen, por ejemplo, planes para construir "c¨¢maras de meditaci¨®n y oraci¨®n" para quienes vengan a implorar piedad o rogar un aplazamiento del apocalipsis.
"Meggido se puede convertir en la principal atracci¨®n arqueol¨®gica b¨ªblica de Israel", declar¨® hace poco la arque¨®loga norteamericana Anne Killebrew, encargada del proyecto Meggido-Armaged¨®n. Gran parte del ambicioso proyecto permanece todav¨ªa en relativo secreto, dado el pol¨¦mico potencial del proyecto. Seg¨²n algunas fuentes, mientras algunos promotores de Armaged¨®n como fuente de divisas tur¨ªsticas parece que quieren introducir t¨¦cnicas. de "realidad virtual" para ayudar a comprender el significado de Armaged¨®n, otros, los sectores m¨¢s integristas cristianos, insisten en que es indispensable actuar con la m¨¢xima austeridad. Lo dem¨¢s es blasfemo.
Un jud¨ªo norteamericano de gran barba negra, pantal¨®n corto y sombrero de ala ancha que se paseaba por las ruinas el otro d¨ªa dio una desordenada y destemplada respuesta cuando se le pregunt¨® de buena fe si ¨¦l cre¨ªa realmente que estaba pisando la tierra del fin del mundo: "Deber¨ªa darle verg¨¹enza preguntar eso. Ustedes, los mismos que arrojaron sobre el pueblo jud¨ªo la maldici¨®n del holocausto, quieren ahora traernos la redenci¨®n a vuestra manera".
Mucho m¨¢s claras fueron las palabras de un turista norteamericano llamado Allan Ross, un ingeniero retirado. Se hizo fotografiar por su mujer no junto a las ruinas de Armaged¨®n, sino ante un letrero al lado de un peque?o precipicio. Dec¨ªa: "?Peligro, terreno deleznable!". Pos¨® sonriente. "Si es que va a haber un cataclismo del fin del mundo en nuestros d¨ªas", dijo, "seremos nosotros los primeros en advertirlo", coment¨®. "Ver¨¢ usted, en California le tenemos m¨¢s miedo a los terremotos de verdad que a las profec¨ªas de la Biblia".
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