EE UU intenta una salida negociada para evitar la conquista de Kinshasa por los rebeldes
Para Estados Unidos, principal valedor internacional de los rebeldes, "no puede haber una soluci¨®n militar a la crisis" de Zaire que acabe con la entrada de los rebeldes en Kinshasa. Son palabras de Bill Richardson, embajador estadounidense ante la ONU, quien ayer lleg¨® a la capital zaire?a con un mensaje de Bill Clinton para Mobutu. "Estados Unidos desea una salida negociada que conduzca un Gobierno de transici¨®n y a unas elecciones libres, democr¨¢ticas y justas". La emisora oficial del mobutismo replic¨®: "EE UU ya no puede desempe?ar un papel mediador, pues ha pedido la marcha de nuestro presidente".
Richardson se reunir¨¢ hoy con Mobutu y ma?ana viajar¨¢ a Lubumbashi (segunda ciudad de Zaire, en manos rebeldes) para en contrarse con Laurent Kabila "Esta es la verdadera negociaci¨®n que todos est¨¢bamos esperando" afirma un embajador europeo en la capital. Otra fuente, que exige el anonimato, lo confirma: "Es indudable que Richardson servir¨¢ de puente entre Mobutu y Kabila para organizar la famosa reuni¨®n cara a caraEl encuentro se halla empantanado en el desacuerdo sobre el lugar donde debe celebrarse. Kabila ya ha rechazado oficialmente Libreville (Gab¨®n) y ofrece Lusaka (Zambia). "Es curioso, Mobut¨² busca pa¨ªses del norte, todos pertenecientes al ¨¢rea franc¨®fona, y Kabila propone los del sur, los angl¨®fonos", dice el embajador. Ambos est¨¢n presos del s¨ªndrome Juvenal Habyarimana (presidente ruand¨¦s -hutu- cuyo avi¨®n fue derribado por un misil en abril de 1994 cuando aterrizaba en Kigali)
Las declaraciones le¨ªdas de Richardson, a su llegada a Kinshasa, son en extremo cautas. Se ha limitado a repetir el punto cuarto del acuerdo alcanzado el 8 de abril en Pretoria por delegados de Mobutu y Kabila: transici¨®n y elecciones. El problema es que el l¨ªder rebelde condiciona todo a la salida de Mobutu (del poder y del pa¨ªs) que considera prioritaria a todo compromiso. "La labor esencial de Richardson", asegura el embajador europeo, "ser¨¢ hacer ver a Mobutu que ¨¦ste es el momento de abandonar el poder con honor y tal vez con dinero [no perseguir sus cuentas secretas como hizo el Gobierno de Filipinas con Ferdinand Marcos] y evitar el temido ba?o de sangre en la capital".
Los ¨²ltimos acontecimientos no apuntan en esa direcci¨®n. El general Nzimbi, jefe de la Divisi¨®n Especial Presidencial (unidad de ¨¦lite compuesta por 20.000 hombres), un halc¨®n, areng¨® el s¨¢bado a sus tropas pidi¨¦ndoles resistir hasta la muerte. El domingo, el partido de Mobutu se cit¨® en Kinshasa (acudieron 2.000 persionas) con el mismo mensaje: resistir hasta el final.
La fuerza de Richardson est¨¢ en el mapa militar, que muestra que los rebeldes ya est¨¢n en las puertas de Kikwit, la ¨²ltima gran localidad antes de Kinshasa y que se hallan en condiciones de tomar el puerto de Matadi desde Angola y asfixiar econ¨®micamente la capital. Mobutu sabe que no cuenta con un Ej¨¦rcito capaz de frenar a Kabila. La v¨ªa militar la tiene perdida. Las potencias occidentales no quieren que los rebeldes de Kabila tomen por las armas Kinshasa. Estiman que esto ser¨ªa una victoria excesiva para ¨¦l. Le convertir¨ªa en un l¨ªder demasiado fuerte, es decir, poco manejable. Una negociaci¨®n auspiciada por esas mismas potencias, entregarle la capital sin lucha, dejar¨ªa a Kabila en deuda. Va a necesitar mucho dinero extranjero para reconstruir el pa¨ªs y dar una imagen de eficacia ante sus compatriotas. Otro objetivo del embajador Richardson es hablar con Kabila del asunto de los refugiados hutus. EE UU se declara alarmado por las informaciones de matanzas y violaciones de los derechos humanos. Por ello, Richardson tiene previsto inspeccionar en persona la zona oriental de Zaire para informar a Clinton.
Kabila, que el s¨¢bado calific¨® el caso de "problemita", est¨¢ obligado a dar una satisfacci¨®n a los norteamericanos. Kabila ha sido muy sincero al efectuar esas declaraciones. Para ¨¦l, los 80.000 hutus evaporados no son nada comparado con su problema principal: echar a Mobutu y reconstruir un pa¨ªs devastado por 32 a?os de dictadura cleptocr¨¢tica. Pero se equivoca: esos refugiados pueden cambiar la tendencia de la opini¨®n p¨²blica internacional. "Entramos en dos semanas clave", afirma el embajador europeo. Hay un dato que apoya esta tesis: el arzobispo Monsengwo, que fue el presidente del Parlamento provisional y que aqu¨ª se le considera llamado a representar un papel destacado en la transici¨®n, se ha marchado a Roma para los pr¨®ximos 15 d¨ªas. "Es un viaje, por las fechas y su duraci¨®n, estrat¨¦gicamente oportuno". Las embajadas occidentales, con el personal m¨ªnimo, prosiguen su entrenamiento para una eventual evacuaci¨®n. Espa?a, por ejemplo, tiene listo un avi¨®n en Madrid para recoger a los 137 espa?oles que est¨¢n en Kinshasa.
En la capital zaire?a se ven cada vez m¨¢s hombres blancos en edad militar merodeando cerca de los puntos de evacuaci¨®n. Al parecer, nadie quiere sorpresas.
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