"ResuIta complicado hallar un madrile?o con o¨ªdo fino"
Es el suyo un oficio de hondas complejidades metaf¨ªsicas. Dicen la historia y los tratados que los instrumentos de cuerda no alcanzan la plenitud de su sonido hasta pasados 200 a?os, lo que implica que el creador no llega a disfrutar nunca del esplendor de su criatura. Rafael Melench¨®n (Alicante, 1956), uno de los escas¨ªsimos luthieres que trabajan en Madrid y acaso el m¨¢s joven, asume esta paradoja como "un fantasma propio de esta manera de vivir", y la combate con la ¨²nica ocupaci¨®n que le apasiona tanto como la construcci¨®n de violines, violas y cellos: la esgrima. ?se es el mejor m¨¦todo que conozco para desconectar, para huir del ruido. Y nuestro club, el Sama, est¨¢ entre los m¨¢s importantes de Europa", proclama con leg¨ªtimo orgullo. Melench¨®n, hombre de genio impetuoso, mirada vivaracha, amplio bigote y un ind¨®mito mech¨®n que le salpica la cara, no es, decididamente, un ciudadano al uso en estos tiempos enloquecidos; se trata, en pocas palabras, de un rom¨¢ntico.
Pregunta. ?C¨®mo es la vida de un artesano en esta urbe tan acelerada?
Respuesta. Un permanente contraste, la verdad. Aqu¨ª, en mi taller, puedo dedicarme tres d¨ªas a quitar una manchita de la madera, pero seg¨²n salgo a la calle debo impregnarme de esta ciudad densa y r¨¢pida que es Madrid. En cierta medida resulta enriquecedor: Madrid no deja lugar al relajo, obliga a una permanente b¨²squeda personal y termina ofreci¨¦ndote una amalgama de colores, mentalidades y formas de vivir como no he visto en ninguna parte. Y eso que he vivido en lugares de tanto ajetreo como Mil¨¢n o Ginebra.
P. Digo yo: con tanta contaminaci¨®n ac¨²stica a la que nos someten, ?queda alg¨²n madrile?o que conserve o¨ªdo fino?
R. Alguno queda, s¨ª, aunque resulta francamente complicado. A m¨ª la esgrima me sirve para intentar preservar el m¨ªo, y a quien me pregunta le recomiendo el senderismo. Recluirse en la sierra de cuando en cuando se me antoja fundamental.
P. ?Existe el viol¨ªn perfecto?
R. ?sa es la aventura en la que nos embarcamos cada vez que construimos uno, pero dudo que lo alcancemos nunca; al menos, no seremos nosotros quienes lo escuchemos... La madera es una materia org¨¢nica, siempre distinta y con vida propia en cada mol¨¦cula, por lo que la perfecci¨®n absoluta no existe. Ni siquiera en el caso de Stradivari, al que tenemos por nuestro gran maestro, nuestro santo grial.
P. ?Llegar¨¢ un d¨ªa la industria coreana a concebir un artefacto sofisticad¨ªsimo de fabricaci¨®n de violines que les deje sin trabajo?
R. Ni siquiera el siglo XIX, con la revoluci¨®n industrial pudo con la construcci¨®n cl¨¢sica, as¨ª que los coreanos est¨¢n lejos, lejos, lejos de lograrlo. No soy de ideas conservadoras, pero en este trabajo hay que ser lo m¨¢s tradicional y purista posible: aqu¨ª no se puede racionalizar, sino tirar de artesan¨ªa, intuici¨®n e iniciativa propia, ensamblar una pieza tras otra aunque el proceso sea lento. As¨ª lo dicen todos los tratados italianos del XVIII, entre ellos algunos que yo mismo he traducido.
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