Campa?a con sombras
CASI QUINCE millones de contribuyentes presentar¨¢n declaraci¨®n de la renta por los ingresos obtenidos en 1996 en una campana que nace bajo los malos augurios de las acusaciones de amnist¨ªa fiscal encubierta formuladas desde el Gobierno actual contra Gobiernos anteriores. Tales acusaciones, no demostradas e incluso desmentidas sotto voce y a rega?adientes por algunos directivos de Hacienda, han tenido como primer efecto introducir confusi¨®n y desmoralizaci¨®n entre los equipos de inspecci¨®n fiscal, at¨®nitos ante afirmaciones de supuesto amiguismo o favoritismo tributario dif¨ªciles de encajar en un sistema de tantos. controles de informaci¨®n como el de la inspecci¨®n. A los ciudadanos se les transmite la imagen, probablemente falsa, de una Hacienda manipulable por los pol¨ªticos, en el peor de los casos, o, en la versi¨®n m¨¢s favorable, con una gesti¨®n negligente.Se quiera o no, la Campa?a para la declaraci¨®n del impuesto sobre la renta aparece marcada por esa inoportunidad pol¨ªtica, impropia de un Gobierno experimentado. La confusi¨®n entre los ciudadanos no se debe tan s¨®lo a las acusaciones formuladas; contribuyen a ella, y cada d¨ªa que pasa en mayor medida, las asombrosas dificultades que est¨¢ encontrando la Administraci¨®n tributaria actual para facilitar la documentaci¨®n exigida por la comisi¨®n del Congreso que investiga las supuestas irregularidades. Para colmo, la selecci¨®n y preparaci¨®n de la informaci¨®n solicitada est¨¢ ocupando las horas de trabajo de numerosos funcionarios, con lo cual se obstaculiza gravemente la tarea propia de la agencia, que es la persecuci¨®n del fraude. El ciudadano percibe, gracias a estas contradicciones, una imagen de desorden administrativo en la gesti¨®n actual que no es precisamente alentadora del cumplimiento tributarlo riguroso.
Los contribuyentes se van a enfrentar este a?o a una declaraci¨®n que tiene pocas, pero significativas variaciones en la normativa fiscal. Las plusval¨ªas tributar¨¢n a un tipo fijo del 20%, que es la medida del Gobierno del PP m¨¢s definitoria de su sustrato ideol¨®gico y tambi¨¦n m¨¢s criticada de cuantas tomaron en junio de 1996. Adem¨¢s, el Gobierno del PP ha introducido modificaciones en la declaraci¨®n por m¨®dulos para favorecer a las peque?as y medianas empresas. Tambi¨¦n aumenta el l¨ªmite m¨¢ximo de deducci¨®n de los fondos de pensiones -desde 750.000 a un mill¨®n de pesetas-, y el per¨ªodo de las cuentas vivienda sube desde cuatro a cinco a?os.
Juan Costa y la Agencia Tributar¨ªa han optado este a?o por aumentar los servicios de atenci¨®n a los contribuyentes orientados te¨®ricamente a facilitar la cumplimentaci¨®n y presentaci¨®n de las declaraciones. Esta opci¨®n es coherente con la idea del Gobierno de Aznar de que las relaciones entre la Hacienda p¨²blica y los contribuyentes son decisivas para evitar la extensi¨®n del fraude fiscal. Mientras en campa?as de Gobiernos socialistas se pon¨ªa el acento en la solidaridad o la redistribuci¨®n, el nuevo modelo implica la consideraci¨®n del ciudadano como un cliente que hay que atraer y mantener.
Hacienda ofrece como grandes novedades la posibilidad de realizar la declaraci¨®n de la renta por tel¨¦fono, pagar mediante tarjeta de cr¨¦dito o la instalaci¨®n de sistemas de comunicaci¨®n capaces de gestionar tres millones de citas con otros tantos ciudadanos para efectuar la declaraci¨®n seg¨²n el programa PADRE, desde las mismas oficinas de Hacienda. Estas medidas son, sin duda, loables, pero su aplicabilidad debe ser demostrada. Est¨¢ por ver si la maquinaria administrativa actual de la agencia, aumentada por 1.400 empleados eventuales, puede absorber la elaboraci¨®n de seis millones de declaraciones; o si puede hacer frente con fluidez al cobro a trav¨¦s de dinero de pl¨¢stico. Si los objetivos se cumplen, al menos se habr¨¢n disipado parcialmente las sombras de sospecha sobre la eficacia de la Administraci¨®n fiscal que la torpeza de los responsables pol¨ªticos ha extendido, sin necesidad, en contra de los intereses de todos.
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