La Uni¨®n Monetaria
ROBERTO CENTENOEl autor advierte sobre los enormes esfuerzos que exigir¨¢ la moneda ¨²nica e invita al Gobierno a buscar una mayor¨ªa absoluta para afrontarlos.
La Comisi¨®n Europea, respaldada por la firme determinaci¨®n de los l¨ªderes pol¨ªticos de la Europa continental de poner en marcha la Uni¨®n Monetaria a cualquier precio, ha hecho una valoraci¨®n complaciente de los criterios de entrada y, salt¨¢ndose a la torera el cumplimiento estricto de los mismos (el criterio de deuda ya no cuenta, basta con la tendencia, y el de d¨¦ficit, casi lo mismo), ha dado un aprobado general al incluir nada menos que 13 pa¨ªses en el grupo de cabeza, e Italia probablemente estar¨¢ tambi¨¦n si los criterios, m¨¢s pol¨ªticos que econ¨®micos, de la Comisi¨®n acaban prevaleciendo.No se olvide que el d¨ªa anterior de conocerse las previsiones de Bruselas los seis principales institutos de econom¨ªa alemanes, en su informe de primavera, se?alaban que el d¨¦ficit alem¨¢n ser¨ªa este a?o del 3,2% del PIB, por encima del 3% requerido en el Tratado de Maastricht; pero, conocedores de la voluntad pol¨ªtica subyacente, se?alaban que ello no frenar¨ªa el nacimiento de, la Uni¨®n Monetaria y expertos independientes dudaban tambi¨¦n del cumplimiento estricto por Francia y Espa?a.
Este aprobado general, si se confirma, dar¨¢ poca consistencia al euro, que ser¨¢ m¨¢s d¨¦bil que, el marco, por lo que antes o des pu¨¦s, si no se quiere que todo el proyecto fracase, habr¨¢ que apretar seriamente las tuercas en el cumplimiento estricto de las cifras de convergencia sostenible; es decir, no s¨®lo las de este a?o, sino las de ejercicios futuros, y ello, en contra de la ola de entusiasmo y desinformaci¨®n existen te en nuestro pa¨ªs, va a producir problemas al empleo, al crecimiento y a los gastos sociales. El diario Financial Times se asombraba en un editorial de la autocomplacencia del Gobierno espa?ol, el ¨²nico entre los europeos que aspiran a entrar en el euro que no parece tener en cuenta los enormes sacrificios que debe realizar. Para el Gobierno espa?ol, "los buenos tiempos han llegado ya, los criterios de convergencia est¨¢n en el bote y el pa¨ªs ya puede sentarse y disfrutar de una nueva edad dorada de r¨¢pido crecimiento, empleo creciente y precios estables", mensaje que ning¨²n otro pa¨ªs est¨¢ transmitiendo a su opini¨®n, a pesar de que sus econom¨ªas tambi¨¦n marchan muy bien, y algunas, mucho mejor que la nuestra. El Plan de Estabilidad va en esa l¨ªnea: m¨¢s empleo, menos inflaci¨®n, reducci¨®n dr¨¢stica del d¨¦ficit p¨²blico, y todo ello sin recortes sociales ni auton¨®micos, con m¨¢s inversi¨®n p¨²blica y menos impuestos; la cuadratura del c¨ªrculo. En la pr¨¢ctica, hay bastantes posibilidades de entrar (a no ser que se produzca un endurecimiento de criterios y particularmente sobre su sostenibilidad), ya que de momento el criterio de deuda no cuenta; el de inflaci¨®n, apoyado por el efecto moderador de precios de la globalizaci¨®n, es probable que se cumpla, y este a?o al menos, el de d¨¦ficit p¨²blico, aunque el primer trimestre no ha sido alentador, podr¨ªa cumplirse recortando gastos y inversiones, algo que el Gobierno parece decidido a hacer.
Pero ?qu¨¦ ocurre entonces? Pues que, pasado el primer momento de euforia, nos enfrentaremos con una dur¨ªsima realidad. El d¨¦ficit deber¨¢ continuar reduci¨¦ndose a l¨ªmites dif¨ªcilmente soportables por nuestra econom¨ªa, bajo pena de sanciones monumentales (multas del 0,25% del PIB por cada punto de d¨¦ficit extra), y ello obligar¨¢ a un recorte sustancial del Estado de bienestar, de las inversiones en infraestructuras y de otras cosas, diga lo que diga el Plan de Estabilidad.La p¨¦rdida de control que supone el nuevo sistema de financiaci¨®n auton¨®mico va justo en sentido contrario a lo que la disciplina de la moneda ¨²nica necesita, ya que desajustar¨¢ estructuralmente nuestros d¨¦ficit futuros. ?C¨®mo va el Gobierno a racionalizar el gasto de las administraciones p¨²blicas si un tercio del mismo. ya no depende de ¨¦l? ?A costa del Estado central o, mejor, de lo que queda de ¨¦l? La incre¨ªble debilidad con que se ha cedido en las cuestiones econ¨®micas y de competencias con algunas comunidades aut¨®nomas plantea la duda de si ¨¦stas reducir¨¢n su nivel de gasto a la superausteridad que la convergencia exige.
?Y la pol¨ªtica monetaria? Es clave, ya que ser¨¢ la que dar¨¢ credibilidad al euro, y ello significa dos cosas: la primera, que ser¨¢ riguros¨ªsima, ya que el euro va a acer con menos credibilidad que el marco, y la segunda, que no tendr¨¢ pata nada en cuenta la realidad econ¨®mica y social espa?ola, ya que s¨®lo puede considerar la situaci¨®n global. Esto, para una econom¨ªa que es m¨¢s d¨¦bil, menos competitiva, mucho menos liberalizada (las reformas estructurales no ha pasado hasta ahora de una mera declaraci¨®n de intenciones) y con un mercado de trabajo m¨¢s r¨ªgido que la mayor¨ªa de los pa¨ªses que estar¨¢n en el euro (el reciente acuerdo de reforma se ha quedado muy corto y los costes unitarios del trabajo siguen creciendo a una tasa doble de la media europea) har¨¢ casi imposible reducir el paro significativamente.
Por otro lado, el tipo de cambio de la peseta est¨¢ en un nivel perjudicial para nuestros intereses, ya que quedar¨¢ probablemente consolidado, alrededor de las 85 pesetas por marco, no va a ayudar nada a nuestra competitividad, nuestro crecimiento y nuestro empleo, pues est¨¢ ignorando los diferenciales de inflaci¨®n y de crecimiento de los costes del trabajo, y nuestra mayor debilidad estructural.Desde un punto de vista pr¨¢ctico Puede volver a repetirse el error cometido por las prisas del Gobierno anterior en incorporarse a la entonces Comunidad Europea y que nadie parece recordar, excepto con fines pol¨ªticos. De haber esperado unos pocos a?os, nuestra entrada se habr¨ªa producido en forma casi autom¨¢tica, sin los enormes jirones de la econom¨ªa productiva que se dejaron sobre la mesa nuestros "negociadores" en Bruselas, algo que tan seriamente ha perjudicado a sectores completos. Con todo, los socialistas podr¨¢n arg¨¹ir que la integraci¨®n era una prioridad para la consolidaci¨®n de la democracia, argumento que no ser¨ªa v¨¢lido hoy.
Tambi¨¦n se ha olvidado que el Reino Unido, el ¨²nico gran pa¨ªs que cumple hoy de verdad los criterios de convergencia, adopt¨® como prioridad arreglar su propia econom¨ªa, manteni¨¦ndose al margen de la disciplina monetaria europea, y le ha ido extraordinariamente bien, particularmente en el empleo, justo lo contrario de Francia y Alemania. Y hoy ha adoptado la postura de esperar y ver si al final le conviene entrar, y si no, se quedar¨¢ "en la cabeza, pero sin estar en el coraz¨®n".Aunque el parecer de los pol¨ªticos es un¨¢nime, la opini¨®n p¨²blica de los pa¨ªses donde est¨¢ informada est¨¢ mayoritariamente en contra, ya que asocia el cumplimiento de los criterios de Maastricht con deflaci¨®n, alto desempleo y fuertes recortes de los gastos sociales. Por ello, no nos equivoquemos, frente al triunfalismo hay que decir que no podemos entrar y sobre todo mantenernos en el euro sin enormes sacrificios y que sena mucho m¨¢s sensato mantener una razonable capacidad de autocr¨ªtica, en lugar de la adhesi¨®n incondicional a la que parecemos mucho m¨¢s aficionados.
Para capitalizar la ola de entusiasmo, la mejor opci¨®n para el presidente Aznar ser¨ªa convocar elecciones. La mayor¨ªa absoluta le permitir¨ªa lograr dos objetivos esenciales: librarse de la costos¨ªsima hipoteca nacionalista -?cu¨¢nto nos va a costar pactar los futuros Presupuestos?- y afrontar con solidez los serios sacrificios que se avecinan. Si no, estar¨¢ apostando por una estrategia de alto riesgo, ya que si no consigue mayor¨ªa absoluta ahora, dif¨ªcilmente la obtendr¨¢ cuando empiece el ajuste o cuando se evidencien los efectos de la financiaci¨®n auton¨®mica sobre la justicia distributiva interterritorial. Las ventajas de la Uni¨®n Monetaria s¨®lo se ver¨¢n a medio plazo. Puede ser demasiado tarde.
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