Las agresiones de tribus urbanas descendieron un 70% en el primer trimestre del a?o
La violencia de las tribus urbanas ha dejado de ser un fen¨®meno en alza. As¨ª lo indican al menos las estad¨ªsticas de la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Madrid, que establecen que en 1996 se cometieron un total de 166 agresiones atribuibles a estos grupos juveniles, un 20% menos que en 1995. Se trata de una tendencia que se ha agudizado en el primer trimestre del a?o, periodo en el que se registraron s¨®lo 18 ataques, frente a los 58 de 1996 -un 70% menos-. Estos datos apuntan, seg¨²n la polic¨ªa, a un descenso de la tensi¨®n en la calle. Algo que, sin embargo, no tiene continuidad en los tribunales, donde la ¨²ltima resoluci¨®n de un caso de violencia juvenil-Costa Polvoranca- ha encrespado a los familiares de las v¨ªctimas. "Los jueces est¨¢n vendidos", dijo ayer el padre del fallecido Ricardo Rodr¨ªguez.
El 60% de las agresiones cometidas en 1996 correspondieron a cabezas rapadas. El segundo puesto en la lista de la violencia urbana lo ocuparon los denominados bakaladeros, un grup¨²sculo en alza desde que numerosos rapados, para burlar el acoso policial, engrosaron sus filas. A esta tribu, los agentes de la Brigada de Informaci¨®n atribuyeron un total de 36 agresiones. Por detr¨¢s quedaron los denominados red-skins, con 15 ataques, y los punkis, con 13.
Este reparto de las agresiones se mantuvo, con ligeras va riaciones, en el primer trimestre de 1997, donde los cabezas rapadas coparon la estad¨ªstica con 14 ataques, frente a los cuatro de bakaladeros.
"Excepto en el caso de los bakaladeros", indic¨® un alto res ponsable policial, "se trata de un problema que tiende a des cender. En parte porque quienes integraron las bandas de principios de los noventa han madurado y abandonado su vi da violenta".
Este abandono de la violen cia constituye, seg¨²n la polic¨ªa, un fen¨®meno ¨ªntimamente relacionado con la propia caracterizaci¨®n de los integrantes de las bandas. "Muchos son parados con edades comprendidas entre los 16 y los 22 a?os. Carecen de perspectivas de futuro y ni si quiera tienen una ideolog¨ªa arraigada, simplemente siguen a un l¨ªder como en los setenta se segu¨ªa a un pandillero. Por eso, cuando oyen silbar las balas, cuando ven que se les persigue, que se encarcela a sus jefes y que se les condena, abandonan la violencia", a?adi¨® la cita da fuente policial, quien, en es te sentido, destac¨® la alta cifra de casos resueltos que se ha al canzado en este tipo de delitos. Una tasa de ¨¦xito que ronda el 50%, cuando la media habitual ronda el 20%. "Es fundamental transmitir la idea de que quien hace la paga, por ello las sentencias son tan importantes. En la de Costa Polvoranca, aunque haya pol¨¦mica por la absoluci¨®n de cinco procesados, tambi¨¦n nos encontramos con una condena de 23 a?os contra el principal acusado. Ese fallo tendr¨¢ su efecto, es mucho tiempo para un joven", concluy¨® la citada fuente.Demasiado blandaLos padres de Ricardo destacaron de nuevo que la sentencia es "demasiado blanda" con los agresores. El tribunal s¨®lo culpa de un delito de homicidio y de otro de lesiones a Jos¨¦ Crist¨®bal Castej¨®n, El Mallorqu¨ªn -en total, 23 a?os de c¨¢rcel-. Al otro sentenciado, Alberto Villar, la Audiencia Provincial le impone una pena de un a?o y seis meses de c¨¢rcel, tambi¨¦n por lesiones. "Los jueces ayudan m¨¢s a los criminales que a las propias v¨ªctimas. Para eso no hacen falta muchas leyes", explic¨® Manuel Rodr¨ªguez, padre de la v¨ªctima, visiblemente emocionado. Mientras, la madre, Maribel Garc¨ªa, protestaba por la pasividad que ha mostrado el Ayuntamiento de Alcorc¨®n por la muerte de su hijo.
El portavoz de la asociaci¨®n J¨®venes contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, insisti¨® en que hubo " alevos¨ªa en la agresi¨®n en la que falleci¨® la v¨ªctima. "?Qu¨¦ mayor indefensi¨®n se puede sufrir cuando Ricardo fue rodeado por ocho o diez personas, enca?onado por una pistola y acuchillado por la espalda?". Ibarra rechaz¨® la afirmaci¨®n de que la muerte de Ricardo se produjo por una pelea entre dos tribus urbanas, e insisti¨® en la superioridad num¨¦rica de los atacantes y en que los heridos no pudieron defenderse -no hubo lesiones ni bajas entre los acusados-. Ibarra, que dijo encontrarse desmoralizado, a?adi¨®: "Estas sentencias entregan las calles a los violentos". Finalmente el presidente de J¨®venes contra la Intolerancia adelant¨® que recurrir¨¢ la sentencia y que solicitar¨¢ al Gobierno y al Parlamento que endurezcan las penas para la violencia urbana.
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