Tortura, no; sin excepciones
LA TORTURA nunca puede ser admisible. Ni siquiera si su objetivo es obtener informaci¨®n de un terrorista para impedir un atentado. Pero el Estado de Israel s¨ª admite esta ¨²ltima excepci¨®n, aunque no lo denomine tortura, sino "presi¨®n f¨ªsica moderada". Las autoridades israel¨ªes no lo esconden. Incluso, en noviembre pasado, el Tribunal Supremo israel¨ª, en una decisi¨®n en tiempo real, autoriz¨® la tortura de un palestino detenido, Mohamed Abdel Aziz, miembro de la Ylhad Isl¨¢mica. Sombra sobre un pa¨ªs que se dice democr¨¢tico.Israel es uno de los 102 Estados que acordaron el convenio internacional que ilegaliza la tortura y que entr¨® en vigor en 1987. Pero, sin embargo, como ha reconocido estos d¨ªas al testimoniar algunas de sus autoridades ante el Comit¨¦ de las Naciones Unidas contra la Tortura en Ginebra, se ha convertido en el ¨²nico pa¨ªs que admite abiertamente lo que cualquiera calificar¨ªa de insoportable presi¨®n f¨ªsica. Entre estas posibilidades admitidas por Israel para sacar informaci¨®n a supuestos terroristas figura el sacudir a los detenidos, taparles la cabeza, ponerles m¨²sica atronadora, obligarles a estar despiertos o mantenerles maniatados, pr¨¢cticas condenadas por la citada convenci¨®n, que condena lo que define como "sufrimiento severo infligido con intenci¨®n por un funcionario".
El ordenamiento israel¨ª prev¨¦ as¨ª lo que considera un uso moderado de lo que no llama tortura. Tambi¨¦n permite a los detenidos apelar al Tribunal Supremo en medio de un interrogatorio para impedir que se usen medidas ilegales. Israel pretende as¨ª hilar fino; mas no lo consigue, ni lo conseguir¨¢. La tortura es de todo punto de vista rechazable. Incluso si, en este caso, en las c¨¢rceles palestinas se tortura tanto o m¨¢s que en las israel¨ªes.
Israel no acepta que toda "presi¨®n" f¨ªsica o ps¨ªquica pueda ser tachada de tortura. Justifica que en "circunstancias excepcionales" todo pa¨ªs "debe verse libre para combatir el terrorismo", seg¨²n declar¨® ante el citado comit¨¦ un director general del Ministerio israel¨ª de Justicia, invocando el estado de necesidad. Sin embargo, admitir este principio equivaldr¨ªa a crear un boquete en el Estado de derecho que ir¨ªa ampli¨¢ndose a medida que se distendieran los criterios que hacen, hoy, abominable la tortura en las democracias y llevan a condenarla cuando se practica en las dictaduras. Es de esperar que el comit¨¦ de las Naciones Unidas haga hoy unas recomendaciones claras en este sentido: no pueden hacerse excepciones a la prohibici¨®n de la tortura.
No es un secreto que la tentaci¨®n de la tortura est¨¢ siempre presente en toda lucha desde el Estado contra la criminalidad. En Irlanda del Norte o en Espa?a se han dado casos, desgraciadamente, notables. Merecen siempre ser condenados y castigados. De otro modo, el Estado pierde legitimidad. Y cuando ello ocurre, son los terroristas los que ganan. Tambi¨¦n en Israel. La abolici¨®n de la tortura, que data de finales del siglo XVIII, con el auge de la Ilustraci¨®n, es una conquista que no soporta marcha atr¨¢s. Equivale a civilidad.
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