Pendencias neuronales
No era Jos¨¦ Ortega y Gasset precisamente una persona proclive, a las descargas de adrenalina, pero hay ocasiones en que, releyendo sus art¨ªculos, el lector tiene la sensaci¨®n de que pudo estar bordeando esta situaci¨®n, tan ajena a su car¨¢cter. Un art¨ªculo salido de su pluma que parece demostrarlo fue el fechado en 1919 en que denominaba a La Cierva nada menos que "Tartufo". A Ortega lo que m¨¢s le irritaba era la propensi¨®n a la desmesura en la palabra y en la acci¨®n de este pol¨ªtico conservador de quien asegur¨® que acaudillaba un conjunto de actitudes antisociales e insociables da?inas para Espa?a y para su propia opci¨®n.La adrenalina de Ortega hubiera rebosado por los conductos auditivos con las ¨²ltimas broncas nacionales. Nunca quien ha sido durante tantos a?os presidente del Gobierno (y parece ser todav¨ªa candidato para volver a ese puesto) hubiera debido hacer una acusaci¨®n de "descerebramiento" referida a algunos jueces. Felipe Gonz¨¢lez se ha caracterizado a lo largo de su trayectoria pol¨ªtica por su capacidad pedag¨®gica y de proyecci¨®n a trav¨¦s de los medios informativos. Esa reacci¨®n contradice ambas y viene agravada por una mezcla de desgana y nerviosismo que le hace lanzar afirmaciones sobre hechos concretos que luego no se molesta en probar. La afirmaci¨®n acerca de la financiaci¨®n mexicana del PP se suma ahora a la, todav¨ªa m¨¢s grave, acerca de los supuestos contactos de Amedo y el vicepresidente del Gobierno. Eso equivale a convertir al segundo puesto del Ejecutivo en compinche de un criminal y necesita pruebas inmediatas. Hay que preguntarse si un personaje pol¨ªtico que cambia sus virtudes por tan graves errores no habr¨¢ perdido el norte.
Pero ?lvarez Cascos no s¨®lo no mejora el nivel del debate pol¨ªtico, sino que parece obsesionado en rebajarlo por el procedimiento de hacer afirmaciones todav¨ªa m¨¢s insostenibles. Acusar de inductor de cr¨ªmenes a un adversario pol¨ªtico nos remite a un clima de confrontaci¨®n civil propio de los a?os 30. Un pol¨ªtico que predica el respeto al Poder Judicial no puede pretender sustituirlo por las buenas, como ¨¦l hace; incluso si tuviera raz¨®n -y pruebas-, deber¨ªa suspender la emisi¨®n de cualquier juicio cuando la cuesti¨®n est¨¢ ya en manos de los tribunales. Al menos, eso es lo que hacemos quienes denunciamos ya hace muchos a?os el caso GAL sin que se nos prestara mucha atenci¨®n por parte de quienes ahora no parecen tener otro argumento contra el adversario que esgrimir esas acusaciones.
Resultan ¨¦stas tan desgarradas y ramplonas que hieren a los electores de centro que vemos en esta exhibici¨®n m¨¢s bien una absoluta contraindicaci¨®n de lo que el Gobierno dice de s¨ª mismo. Hay quien asegura que, en realidad, el vicepresidente no hace otra cosa que representar un papel en la obra teatral, pero, en realidad, es como si uno de Los Morancos actuara en una tragedia griega. Un Gobierno de centro-derecha no necesita esa edici¨®n en r¨²stica de la m¨¢s obsoleta derecha espa?ola. En el art¨ªculo citado se quejaba Ortega de no tener otro remedio que pensar que Maura se hab¨ªa convertido en "una humilde sart¨¦n cuyo mango est¨¢ en el pu?o del fren¨¦tico Sr. La Cierva". Hay que preguntarse si no acabar¨¢ sucediendo lo mismo con Aznar y ?lvarez Cascos.
Las alusiones al cubicaje y la intenci¨®n de los hemisferios cerebrales est¨¢n fuera de lugar principalmente porque implican un volumen de decibelios en la discusi¨®n que no tiene nada que ver con la mucho m¨¢s pac¨ªfica realidad nacional. Las encuestas de opini¨®n ofrecen en el momento actual, m¨¢s que un claro resultado electoral, una actitud de desafecci¨®n respecto de la clase pol¨ªtica que s¨®lo puede verse estimulada por intercambios verbales como los mencionados. La situaci¨®n, con toda probabilidad, exige por el volumen de problemas existentes -la reforma de la justicia, la convergencia europea, la regeneraci¨®n de la democracia...- un clima que haga posibles los acuerdos. La puntuaci¨®n concedida a los ministros del Gobierno debiera servir de orientaci¨®n para se?alarle un rumbo, en vez de lanzarle por caminos m¨¢s propios de la inexperiencia o la insensatez. El ciudadano premia a quien hace posibles los acuerdos (Javier Arenas) o incluso a quien, como Mayor, a pesar de no conseguir ¨¦xitos muy tangibles, da la sensaci¨®n de estar por encima de los rifirrafes. ?Por qu¨¦ no aprovechar estas indicaciones y sacar las consecuencias?
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