Literatura y Dios
"Desde el confesionario, veo a los j¨®venes donar en el cajero". La frase es de un sacerdote de la parroquia de Nuestra Se?ora de las Nieves, situada en la urbanizaci¨®n Mirasierra. La recog¨ªa aqu¨ª mismo Juan Franc¨¦s en una cr¨®nica sobre el cepillo electr¨®nico, el cesto autom¨¢tico o como quiera que se llame a este modo de dar y recibir limosnas por medio de una tarjeta de cr¨¦dito. Era previsible que despu¨¦s de inventar la ranura que soltaba, se pusiera en pr¨¢ctica la que recoge. En realidad, no es m¨¢s que la versi¨®n estre?ida de la anterior y ten¨ªa que aparecer tarde o temprano para satisfacer la leg¨ªtima aspiraci¨®n humana hacia la simetr¨ªa: Dios y el Diablo, arriba, abajo, derecha e izquierda, cajero laxante y cajero astringente...Lo que impresiona es la emisi¨®n de esa frase inquietante ("desde el confesionario, veo a los j¨®venes donar en el cajero") por parte del cura. Con un comienzo as¨ª se podr¨ªa escribir una novela, de Simenon. Se imagina uno al buen sacerdote observando desde detr¨¢s de las cortinillas c¨®mo los j¨®venes de ambos sexos manipulan con su tarjeta inversa la ranura colocada en la pared de enfrente, y dan ganas de creer en la novela m¨¢s que en Dios. Seguramente, la distancia entre el confesionario y el cajero ser¨¢ de apenas unos metros, pero a lo mejor est¨¢n separados entre s¨ª por varios siglos. ?Desde qu¨¦ ¨¦poca mirar¨¢ el sacerdote a los j¨®venes que exponen su tarjeta como los donantes de sangre su brazo? ?Cu¨¢ntas chicas pasan hoy por el confesionario para contar sus pecados sexuales a los curas y cu¨¢ntas, en cambio, por el cajero para ofrecerle la yugular de su cuenta corriente l¨ªquida a la dulce m¨¢quina?
Es posible tambi¨¦n que la distancia la pongamos nosotros por una especie de reflejo laico que no va a ning¨²n sitio: a lo mejor es la misma que hay entre la sotana y el, clergyman o entre el whiski y el whisky: ninguna a fin de cuentas. ?C¨®mo saberlo? Puestos a especular, podr¨ªa suceder que el punto de vista del cajero fuera m¨¢s antiguo que el de la celos¨ªa del confesionario. 0 que esa chica de minifalda verde a la que vemos manipular el cepillo electr¨®nico sea m¨¢s carca que el cura que la observa desde el confesionario.
Otra cosa: ?te preguntar¨¢ este cajero estre?ido en qu¨¦ idioma quieres dar la limosna? Personalmente, la dar¨ªa en alem¨¢n, como si fuese otro, para cumplir el precepto de que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. En este caso, el cuerpo espa?ol no sabr¨ªa a qu¨¦ se dedica el alem¨¢n y tendr¨ªamos los dos la salvaci¨®n asegurada. Aunque para salvarme, la verdad, prefiero el cielo franc¨¦s, por un reflejo de orden sexual que tampoco hoy va a ninguna parte.
En cualquier caso, con todas estas desviaciones del asunto principal, ya no sabemos desde d¨®nde escribir¨ªamos la novela de Simenon: si desde el confesionario o desde la ranura. Es lo que desanima de concebir grandes proyectos, que cuando coges el bol¨ªgrafo enseguida empiezan las dificultades. A uno le interesan las pasiones del clero, desde luego, sobre todo cuando el clero -observa la realidad joven desde la grieta del confesionario, pero a uno le vuelve loco tambi¨¦n pasar la lengua por la Visa de las adolescentes. Para eso se escriben y se desescriben las novelas.
Pero cuando la duda aprieta, lo mejor es abandonar las parroquias informatizadas e ir a buscar expiaci¨®n en las de toda la vida. De hecho, el mismo d¨ªa en el que Juan Franc¨¦s nos contaba lo del cepillo electr¨®nico de la parroquia de Mirasierra, J. M. Ahrens, unas p¨¢ginas m¨¢s all¨¢, describ¨ªa una pasi¨®n galdosiana acaecida en la iglesia del Sant¨ªsimo Sacramento, de la calle del Alcalde S¨¢inz de Baranda, donde un cura ha aconsejado a los feligreses que no den limosna al pobre de la entrada. El indigente defiende su derecho a mendigar a mano y est¨¢ dispuesto a llegar a donde haga falta. Aqu¨ª es todo m¨¢s cutre, pero tambi¨¦n m¨¢s familiar: como volver a casa. Lo malo es que a nadie le ha salido una frase tan acertada como la "desde el confesionario, etc¨¦tera". O sea, que en esta zona de Madrid es m¨¢s f¨¢cil creer en Dios que en Simenon. Pero tampoco eso conduce a nada. Dios m¨ªo, cu¨¢nta confusi¨®n espiritual para tan poca plusval¨ªa.
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