Vence el hombre
ERA INEVITABLE que, tras la victoria ajedrec¨ªstica del ordenador Deep Blue sobre el campe¨®n mundial Gari Kasp¨¢rov, la frase m¨¢s repetida fuera "la m¨¢quina vence al hombre". Pero ¨¦sta es s¨®lo una parte de tan compleja cuesti¨®n. Desde que Edgar Allan Poe denunciara el truco del jugador mec¨¢nico de MaeIzel hasta el imbatible computador HAL 9000 en la alegor¨ªa evolucionista de 2001, una odisea del espacio, la cuesti¨®n del hombre superado en inteligencia por sus propias obras es una de las paradojas m¨¢s explotadas por la ciencia-ficci¨®n. Deep Blue sugiere que el temor a esa paradoja ya est¨¢ aqu¨ª.Tanto el dramatismo con que se ha aceptado la derrota como los oscuros temores sobre la superioridad de las m¨¢quinas responden a un an¨¢lisis superficial de un hecho evidentemente espectacular. Desde el momento en que la m¨¢quina es una creaci¨®n del hombre, no cabe hablar de derrota. De hecho, la inteligencia humana ha concebido a las m¨¢quinas precisamente para que superen al hombre en cuestiones tales como resistencia, duraci¨®n, dureza, precisi¨®n o capacidad de c¨¢lculo. Deep Blue ha hecho aquello para lo que sus fabricantes la programaron.
Ahora sabremos m¨¢s de lo que se ha venido a llamar, quiz¨¢ incorrectamente, inteligencia artificial. Al ense?ar a las m¨¢quinas y aprender tambi¨¦n de ellas, de su propia complejidad, podemos aprender m¨¢s sobre nosotros mismos. Que es lo que cuenta.
?Piensa Deep Blue? Es dif¨ªcil de precisar. Los r¨¢pidos avances que se est¨¢n produciendo en las llamadas neurociencias aportan por ahora respuestas parciales. Pensar no es simplemente reaccionar ante est¨ªmulos de una manera racional. Uno de los rasgos de la inteligencia es la capacidad para aprender de los aciertos y de los errores. La inteligencia humana viene ligada a un fen¨®meno que s¨®lo ahora empieza a estudiarse de una manera cient¨ªfica: la conciencia. Las ¨²ltimas teor¨ªas, divulgadas en libros de ¨¦xito como Inteligencia emocional o El error de Descartes, demuestran que los sentimientos son esenciales para la inteligencia. Son los que permiten la intuici¨®n. Las emociones -naturalmente en grado justo- sirven a la inteligencia. No lo contrario. El ordenador que gan¨® a Kasp¨¢rov parece tener capacidad de aprender, en parte porque cuenta con asesores ajedrec¨ªsticos humanos, pero es dudoso que se le puedan atribuir emociones.
Ni siquiera el ajedrez, como m¨ªstica y est¨¦tica del juego, debe quedar afectado. Jugar al ajedrez es algo m¨¢s que calcular varios millones de jugadas por segundo o aprender, como se jacta IBM, la constructora de Deep Blue, de los movimientos acertados o err¨®neos. Como en todos los juegos, lo importante es inventar e imponer un estilo. El ordenador puede ganar en velocidad de c¨¢lculo, pero al menos por ahora carece de un estilo que confiera grandeza, como la furia destructiva de Morphy, la hipn¨®tica sencillez de Capablanca o la elegancia maquiav¨¦lica de Alekhine. Pero si alg¨²n descendiente de Deep Blue lo consigue, tambi¨¦n ser¨¢ un ¨¦xito de la inteligencia humana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.