El insulto y la gloria
Los papeles familiares de Luis Cernuda est¨¢n ya en la Residencia de Estudiantes. Madrid, que fue su ciudad desde 1928 hasta el advenimiento de la guerra civil, alberga desde ahora en uno de sus lugares m¨¢s nobles los libros y, sobre todo, los papeles (o parte de ellos) de uno de los grandes poetas del siglo, incluido el manuscrito de aquel primer libro, Perfil del aire, escrito en aquella angosta calle sevillana as¨ª llamada -del Aire-, por la que casi hay que pasar de perfil, como de perfil tambi¨¦n pasa el aire. Coincide la llegada de estas cuartillas memorables a Madrid con la publicaci¨®n de las memorias de alg¨²n inconformista. Dios, con las cosas que este respetable caballero escribi¨® de Luis Cernuda en los a?os gloriosos. Y no s¨®lo ¨¦l. Filol¨®gicas y muy acad¨¦micas autoridades hay que tambi¨¦n se despacharon en su momento sobre la turbiedad y el aire malsano que emanaba de aquella poes¨ªa, a la que no se negaba, con todo -qu¨¦ l¨¢stima-, su perfecci¨®n. Habr¨ªa con lo que se dijo por entonces para una sustanciosa antolog¨ªa del disparate cr¨ªtico. Pero los a?os pasan, ya se sabe, y aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria, que todo vuelve a su orden, al orden de ellos, que son siempre de los nuestros, y el poeta execrado (por rojo y maric¨®n, tanto monta monta tanto) sube a los altares ante la presencia misma del presidente del Gobierno. (Conste que me parece muy bien que el presidente elegido por la mayor¨ªa de los espa?oles se interese por la poes¨ªa). La obra, por fortuna, est¨¢ ah¨ª, implacable, sin concesiones, identificada con el demonio secreto y puro por el que siempre toman partido todos los poetas, "ese demonio arisco que r¨ªe entre negruras", como ¨¦l dijo de don Luis de G¨®ngora. Pero lo que maravilla es el cinismo de algunos. En realidad, no habr¨ªa de qu¨¦ maravillarse, pues el mundo siempre ha sido as¨ª y lo verdaderamente notable y raro en esta vida es la consecuencia. Aqu¨¦lla a la que era fiel -es un decir- el eminente y novelero dramaturgo cuando tras haber estado en Valencia en pleno deliquio con la Rep¨²blica se adelant¨® al encuentro de las tropas vencedoras al grito de "Mi general, yo no sab¨ªa". De Santa Rusia y todo lo dem¨¢s ya no quedaba nada.
"Yo no sab¨ªa", en ciertos momentos nadie sabe nada, como tampoco lo sab¨ªan los ilustres profesores que hablaban de la gloria de Cernuda cuando poco antes de morirse comenzaba a vislumbrar la gloria y le disputaban con u?as y dientes un puesto de profesor en las universidades americanas. "Mas ¨¦l no transigi¨® ni en la vida ni en la muerte", como dijo ¨¦l de G¨®ngora. Tres l¨ªneas escuetas, mera noticia de agencia, dieron los peri¨®dicos, los que lo dieron, de la muerte de Cernuda en M¨¦xico. Era el reflejo oficial de la situaci¨®n y aun los m¨ªnimos voceros alardearon de liberales. En la Sevilla nativa, el poeta Joaqu¨ªn Romero Murube, que hab¨ªa sido amigo suyo, trazaba una tan emocionada como reticente eleg¨ªa por su muerte, Responso dif¨ªcil por un poeta sevillano. Emocionada, s¨ª, reticente tambi¨¦n: "Hay mucho de amargo en su obra y tanto", proclamaba, "que nos resulta intolerable". Claro que tambi¨¦n dec¨ªa otras cosas y las dec¨ªa bien y por extenso. Los inconformistas de sal¨®n callaron o siguieron despreciando, abundando en lo amargo y en lo intolerable, pluma del Movimiento en mano o alta filolog¨ªa en ristre para desconcertados escolares.
Cuando se haga la historia de la recepci¨®n cr¨ªtica de la obra de Cernuda, si es que no se ha hecho ya, habr¨¢ que dejar constancia de estas reacciones, que tienen m¨¢s que ver con la ¨¦tica -o la falta- de ¨¦tica que con la est¨¦tica, aunque cabe tambi¨¦n dudarlo, pues si se ha le¨ªdo al Virgilio de las ?glogas, por citar s¨®lo un ejemplo, con todos los latines que dicen saber estos censores inconformistas, la cosa se explica bastante peor. Ni ¨¦tica ni est¨¦tica: pancismo puro.
L¨²cido como ninguno, Luis Cernuda se anticip¨® a todas las canonizaciones en su ya citado poema sobre G¨®ngora, que excusa todo comentario: "Gracias demos a Dios por la paz de G¨®ngora vencido; / gracias demos a Dios por la paz de G¨®ngora exaltado; / gracias demos a Dios, que supo devolverle (como har¨¢ con nosotros), / nulo al fin, ya tranquilo, entre su nada".
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