3%, estabilidad y coste del euro
JORDI SEVILLAEl autor analiza el proceso de adaptaci¨®n a la moneda ¨²nica, con especial atenci¨®n al criterio de d¨¦ficit p¨²blico y su incidencia en los Presupuestos Generales de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea.
Nunca imagin¨® el ministro alem¨¢n Waigel cuando pronunci¨® con solemnidad su ya c¨¦lebre "3% de d¨¦ficit p¨²blico es 3%" que la frase -y el concepto- acabar¨ªa volvi¨¦ndose en su contra.Su decantaci¨®n a favor de una estricta interpretaci¨®n num¨¦rica del l¨ªmite m¨¢ximo de d¨¦ficit p¨²blico sobre el PIB permitido para participar en la moneda ¨²nica ten¨ªa el sentido de recordar a algunos pa¨ªses del sur de Europa que Alemania no aceptar¨ªa interpretaciones pol¨ªticas flexibles en el momento del examen de Maastricht y que s¨®lo aprobar¨ªan quienes hubieran hecho los deberes con exactitud. Apenas un a?o m¨¢s tarde, parece que los pa¨ªses mediterr¨¢neos -salvo Grecia y, con dudas, Italia- est¨¢n haciendo bien sus tareas y, sin embargo, existen sospechas razonables respecto a que ser¨¢n la propia Alemania o Francia, sin las que nadie concibe una Uni¨®n Monetar¨ªa, quienes tendr¨¢n problemas para situar su d¨¦ficit p¨²blico a finales de a?o en la m¨¢gica cifra del ,3% del PIB.
Las primeras opciones para ambos Gobiernos son claras: confiar en que una mejor¨ªa de la econom¨ªa en lo que queda de a?o les permita reconducir el d¨¦ficit a lo previsto o aplicar una nueva vuelta de tuerca presupuestaria para ajustarse al objetivo necesario. Pero existen otras dos opciones: aplazar la fecha de entrada en vigor del euro o reconocer que el propio Tratado de Maastricht permite una interpretaci¨®n flexible de la cifra del d¨¦ficit p¨²blico y seguir adelante con el proyecto sujeto a los posteriores planes de estabilidad.
Sentarse a esperar una mejor¨ªa suficiente en la evoluci¨®n econ¨®mica que repercuta directamente sobre las cifras de ingresos y gastos p¨²blicos es arriesgado pero posible, pero la mejor¨ªa puede llegar con suficiente retraso como para no tener apenas efecto sobre el d¨¦ficit de este a?o, y cuando uno viene a darse cuenta, ya es tarde para adoptar medidas.
Dado que aplazar la fecha es una posibilidad hoy por hoy oficialmente descartada que, adem¨¢s, provocar¨ªa turbulencias monetarias que perjudicar¨ªan a Alemania en forma de una apreciaci¨®n del marco cuando su actual crecimiento se basa en las exportaciones, se empiezan a levantar voces en favor de una interpretaci¨®n flexible de la cifra de d¨¦ficit.
Por primera vez, en la propia Alemania, dos diputados cristianodem¨®cratas han dicho p¨²blicamente y por escrito que no ingresar en la moneda ¨²nica por culpa de unas d¨¦cimas contraviene el Tratado, donde se cita el 3% como cifra de referencia, a la vez que ser¨ªa un disparate pol¨ªtico. Se agudiza, con ello, la presi¨®n para que Waigel se desdiga de su famosa frase o que el canciller Kohl le desautorice en esa interpretaci¨®n estricta de la cifra exacta de d¨¦ficit que cualifica para el euro.
No creo, sin embargo, que esto ocurra. Es cierto que el anexo del Tratado de Maastricht sobre el d¨¦ficit admite interpretaci¨®n. Flexibilizar, pues, unas d¨¦cimas arriba dicho criterio ser¨ªa defendible desde la letra del Tratado y tambi¨¦n desde su esp¨ªritu.
?Por qu¨¦ entonces esa obsesi¨®n por una interpretaci¨®n estricta? La primera lectura que se ha ofrecido a este hecho tiene que ver con la supuesta b¨²squeda por parte de Alemania de una uni¨®n monetaria configurada en tomo a pa¨ªses indiscutiblemente solventes para garantizar un euro fuerte que pueda tomar el relevo del marco fuerte.
Pero esto tiene m¨¢s que ver con la credibilidad antiinflacionista que con unas d¨¦cimas de d¨¦ficit p¨²blico. Por otro lado, el modelo de crecimiento actual en Europa, incluida Alemania, descansa mucho sobre las exportaciones favorecidas por un d¨®lar revalorizado y un marco depreciado . En ese contexto, un euro m¨¢s fuerte que el actual marco ser¨ªa negativo, mientras que un euro con alg¨²n recorrido bajista alentar¨ªa, siquiera de forma coyuntural, el mortecino crecimiento europeo.
Las razones, pues, hay que buscarlas en otro lado y creo que se encuentran mejor en la pugna por el reparto futuro de los costes de la uni¨®n monetaria.
Aunque se ha hablado mucho de los beneficios que reportar¨¢ la uni¨®n derivados de los efectos sociales distintos en unos pa¨ªses y en otros de la propia aparici¨®n de una pol¨ªtica monetaria com¨²n o de futuros shocks asim¨¦tricos. Sin el instrumento monetario en manos nacionales, las pol¨ªticas de crecimiento, redistribuci¨®n de rentas o atenuaci¨®n de efectos negativos ex¨®genos tendr¨¢n que hacerse o con movilidad geogr¨¢fica de la mano de obra, o con ajustes a la baja de los salarios reales y, en todo caso, utilizando la pol¨ªtica presupuestaria como amortiguador. Pero pol¨ªtica presupuestaria ?desde qu¨¦ Presupuestos, los de la Uni¨®n o los nacionales? Ah¨ª est¨¢ la batalla del 3% y del Pacto de Estabilidad.
Aunque hay argumentos sobre la existencia de externalidades positivas en la pol¨ªtica fiscal y la actual dimensi¨®n del Presupuesto de la Uni¨®n es muy reducida (poco m¨¢s del 1% del PIB de la Uni¨®n, cuando en EE UU el Presupuesto Federal es del 20%), cualquier intento de trasladarle nuevas competencias en un marco de uni¨®n monetaria choca frontalmente con quienes son sus principales contribuyetes, es decir, Alemania, muy sensible ante estos temas. No es casualidad que en su vecina Austria la oposici¨®n derechista a Maastricht utilice como argumento que no quiere pagar con impuestos austriacos el paro de Espa?a.
?C¨®mo evitar esa posibilidad, hoy remota? Asegurando que los presupuestos nacionales tengan margen suficiente para absorber las necesidades diferenciales de financiaci¨®n p¨²blica que se planteen. Y ello exige que se sit¨²en, en situaciones normales, pr¨®ximos al equilibrio y tengan un margen de maniobra de hasta el 3% del PIB, que se estima suficiente salvo cat¨¢strofes excepcionales en las que se permite su superaci¨®n.
Desde esta ¨®ptica, el cumplimiento estricto del 3% para entrar en la uni¨®n monetaria y el posterior Pacto de Estabilidad que durante la Uni¨®n Monetaria har¨¢ necesario el cumplimiento de cifras todav¨ªa menores de d¨¦ficit, cercanas al 1%, son dos pasos en la misma direcci¨®n y no est¨¢n tanto dirigidos a fortalecer el euro o a restringir la capacidad de maniobra presupuestaria de las autoridades nacionales, sino, precisamente, a garantizar que exista margen nacional suficiente como para evitar un desbordamiento que llegue a afectar al Presupuesto de la Uni¨®n.
Es, pues, una manera de asegurar que los costes de la uni¨®n monetaria se podr¨¢n pagar desde los presupuestos nacionales, evitando toda tentaci¨®n de repartirlos solidariamente entre los socios. Por eso, 3% es 3% y el Pacto de Estabilidad es el Pacto de Estabilidad, aunque ello genere un importante d¨¦ficit econ¨®mico en la Uni¨®n entre integraci¨®n monetaria y economico presupuestaria, agudizando, a medio plazo, los problemas de cohesi¨®n y aceptaci¨®n social de los nuevos mecanismos de integraci¨®n. Una bomba de relojer¨ªa que, de momento, se ha desplazado hacia el futuro con el aplauso, incluso, de los pa¨ªses te¨®ricamente menos favorecidos.
Si esta interpretaci¨®n es correcta, tendremos que esperar un examen riguroso del criterio de d¨¦ficit y, para poder pasarlo, un paquete de medidas presupuestarias restrictivas tanto en Francia como en Alemania y all¨ª donde se sospeche que se puede exceder el 3% a finales de a?o. Y ello, a pesar del posible empeoramiento del clima social derivado de las mismas y su seguro efecto depresivo sobre una situaci¨®n econ¨®mica ya muy ¨¢tona. El adelantamiento de las elecciones en Francia parece confirmar esta opci¨®n. Ahora falta esperar a las medidas alemanas.
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