Una, oreja porque s¨ª
La mayor¨ªa del p¨²blico estaba empe?ado en darle una oreja a Joselito y se la dio. La faena que hizo Joselito no merec¨ªa la oreja, ni la vuelta al ruedo, ni nada por el estilo pero hab¨ªa que conced¨¦rsela y se acab¨® la presente historia. ?Por qu¨¦? Porque s¨ª. ?Pasa algo?El pueblo es soberano y en caso de duda su voluntad se expresa por refer¨¦ndum. En la fiesta de los toros siempre fue as¨ª. Durante siglos la fiesta era lo ¨²nico democr¨¢tico que hab¨ªa en Espa?a. Mientras el pa¨ªs guardaba obediencia a una monarqu¨ªa o estaba bajo dictadura, dentro de la plaza reg¨ªan usos democr¨¢ticos. Los espa?oles eran en la calle s¨²bditos y sin embargo en el tendido se sent¨ªan. pueblo soberano. Y ejerc¨ªan.
Bayones / Armillita, Joselito, Rivera
Toros de Los Bayones, bien presentados excepto 2? y 3?, flojos, encastados; 5? devuelto por inv¨¢lido. Sobreros de Criado Holgado, uno se rompi¨® una pezu?a, devuelto; el sustituto con casta y poder, machacado en varas, acab¨® aplomado. Armillita: pinchazo, estocada corta ladeada y tres descabellos (silencio); pinchazo, estocada corta, rueda de peones, estocada y rueda de peones (pitos). Joselito: bajonazo (ovaci¨®n y tambi¨¦n pitos cuando saluda); pinchazo hondo perpendicular atravesado, rueda de peones, estocada, rueda de peones y descabello (oreja protestada). Rivera Ord¨®?ez: pinchazo y estocada (ovaci¨®n y tambi¨¦n pitos cuando saluda); pinchazo, bajonazo -aviso- y dos descabellos (palmas). Plaza de Las Ventas, 15 de mayo. 9? corrida de abono. Lleno.
Ejerc¨ªan con sentido de la responsabilidad. Las sanciones durante la lidia, los triunfos y los fracasos, no pod¨ªan ser arbitrarios pues el p¨²blico sab¨ªa lo que se pescaba y obraba en consecuencia. Por eso hilaba fino, procuraba no excederse en el aplauso y en la protesta, tampoco imponer sus criterios por la fuerza.
Gran parte del p¨²blico actual, en cambio, ni sabe lo que se pesca ni tiene ca?a. Gran parte del p¨²blico actual se sienta en su localidad y las cosas que dice podr¨ªan componer una enjundiosa antolog¨ªa del surrealismo.
En la bibliograf¨ªa taurina falta esta obra capital sobre el nuevo p¨²blico de toros y ser¨ªa importante para el conocimiento de la fiesta que alguien s¨¦ decidiera alg¨²n d¨ªa a llenar esta laguna. Quiz¨¢ la emprenda un servidor, que tiene buen archivo en la memoria y cada d¨ªa lo enriquece con nuevas aportaciones.
A la pareja que ten¨ªa atr¨¢s ayer le sorprendi¨® enormemente el pase¨ªllo. Preguntaba ella: "?Por qu¨¦ se van hacia la derecha si est¨¢n las capas a la izquierda?". Respond¨ªa ¨¦l: "No les han debido avisar y van al buen tun tun". Poco despu¨¦s, al ver c¨®mo los toreros llegaban a la barrera y se deshac¨ªan en reverencias, la chica averigu¨® el motivo: "?Ah, claro! No me hab¨ªa dado cuenta. Es que est¨¢ ah¨ª arriba la madre del Rey y la cumplimentan".
Tarde adelante la pareja hizo uso de sus derechos democr¨¢ticos, pidi¨® la oreja para Joselito y les colm¨® de felicidad que sus deseos fueran satisfechos.
Grupos de aficionados no estaban conformes y protestaron la oreja. Grupos de aficionados consideraban que la corrida, con tanto toro inv¨¢lido, era una estafa. Y que los toreros, con tan poco despliegue de toreo aut¨¦ntico y tanto lance para la galer¨ªa, les estaban tomando el pelo.
Armillita anduvo n¨¢ufrago de sus indecisiones y aunque en el transcurso de sus faenas cuaj¨® alg¨²n pase estimable, le armaron la bronca, con raz¨®n. Rivera Ord¨®?ez, en su pauta de torero valiente y voluntarioso, no les cog¨ªa el temple a los toros que, por cierto, sacaron aspereza. Joselito no ligaba un pase ni por casualidad.
?Y qu¨¦ pasa si Joselito no ligaba un pase ni por casualidad, si se puede saber? Instrument¨® quites en los que destacaron las navarras. En su primer toro entr¨® a competir con Rivera que hab¨ªa hecho uno bueno, lo instrument¨® por gaoneras sin especial relieve y le aclamaron. Luego le siguieron aclamando cada intervenci¨®n. Joselito mont¨® una faena pl¨²mbea, sin ajuste ni ligaz¨®n, interrumpida con largos paseos, mat¨® de un bajonazo, y le pegaron la ovaci¨®n del siglo. Al quinto, que se aplom¨®, le porfi¨® cerca, sac¨® algunos muletazos sueltos -nada del otro jueves-, mat¨® mal, y le dieron la oreja porque s¨ª.
Cay¨® entonces un chaparr¨®n impresionante y si se llega a suspender la corrida a casi nadie le habr¨ªa importado. Joselito ten¨ªa ya una oreja: misi¨®n cumplida. ?Algo que alegar?
Babelia
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