Kabila entra victorioso en Kinshasa
ENVIADO ESPECIAL El presidente de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo (Zaire hasta hace dos d¨ªas), Laurent Kabila, ya est¨¢ en Kinshasa. Miles de personas le aguardaron expectantes durante toda la jornada a lo largo de la polvorienta carretera del aeropuerto a la capital. Rostros felices. Banderas azules del nuevo pa¨ªs. Gritos de libertad.
La caravana del hasta hace unos d¨ªas jefe rebelde, escoltada por muchos m¨¢s veh¨ªculos y soldados que las ¨²ltimas de Mobutu Sese Seko, arrib¨® ayer con gran estr¨¦pito de sirenas y bocinas al hotel Intercontinental. All¨ª le esperaba una cohorte de televisiones de medio mundo con la esperanza de grabar su entrada triunfal. Pero ¨¦sta no se produjo. La comitiva pas¨® de largo, trasladando a Kabila a la residencia privada del antiguo primer ministro, el huido ex general Likulia Bolongo. Esa casa ofrece m¨¢s garant¨ªas que la suite presidenciel, un vasto apartamento de tres pisos con sauna, dos cocinas, tres habitaciones, un comedor y un bello sal¨®n de dos niveles, que estaba previsto para acogerle.
La pol¨ªtica se ha impuesto a la seguridad, que, sin embargo, no es absoluta en la capital del nuevo Congo. El clima de hostilidad contra todo lo franc¨¦s se evidenci¨® ayer con el asesinato de dos empresarios de esa nacionalidad- con veinte a?os de residencia en el pa¨ªs- en el barrio de Limete, cerca del aeropuerto.
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La necesidad de cubrir el vac¨ªo de poder adelanta la llegada de Kabila a Kinshasa
La necesidad de cubrir con rapidez el vac¨ªo de poder ha precipitado la fecha de la llegada de Kabila. La ciudad a¨²n no est¨¢ bajo control absoluto de las tropas de la Alianza para la Liberaci¨®n de Congo. Es posible recorrer barrios enteros sin hallar soldados. Kinshasa parece que se los ha tragado. De ah¨ª la obsesi¨®n por confiscar todas las armas.En medio de unas extraordinarias medidas de seguridad -con el aeropuerto tomado militarmente-, como si se tratara del mism¨ªsimo Clinton, el nuevo jefe del Estado congole?o, el que conquist¨® con las armas en s¨®lo siete meses, lleg¨® anoche a la capital en loor de multitudes, en medio del j¨²bilo desaforado de una gente que le aclamaba como el libertador. Lo que dure este entusiasmo va a depender mucho de las primeras medidas. Como, por ejemplo, la composici¨®n del nuevo Gobierno.
?tienne Thsisekedi, el popular l¨ªder de la oposici¨®n radical a Mobutu, empieza a sospechar que no va a tener un gran protagonismo. Fuentes de su agrupaci¨®n le han hecho saber que no contar con ellos ser¨ªa un grave error de Kabila. Tal vez tengan raz¨®n, ¨¦l es el l¨ªder m¨¢s popular de Kinshasa. Su diario, Le Potenciel, especulaba ayer en su titular de primera, a modo de presi¨®n a?adida, con que Thisisekedi podr¨ªa ser nombrado primer ministro. No parece que esa sea la intenci¨®n de la Alianza. Esta ser¨¢ la fuerza que domine el Ejecutivo, en el que posiblemente se dar¨¢ entrada a varios independientes o personas de otros partidos, pero s¨®lo a t¨ªtulo individual, nunca como representantes de esas formaciones. Ese Gobierno ser¨¢ anunciado en las pr¨®ximas horas.
Mientras, la situaci¨®n de orden p¨²blico tiende a normalizarse. No hay controles militares en la ciudad y las calles se llenaron por segundo d¨ªa consecutivo de miles de coches destartalados que atascaron el centro de la Cit¨¦. Los mercados abren sin temor y se producen numerosos actos de confraternizaci¨®n con los rebeldes. Estos planean introducir en Kinshasa otros 20.000 hombres para garantizar el orden. El ministro de Interior, Paul Kabongo, dijo ayer a EL PA?S que "los actos de venganza est¨¢n siendo controlados y ya no hay pillajes". Los datos parecen confirmarlo. De los casi 200 muertos del domingo se descendi¨® el lunes a 20.
Sin embargo, ayer se produjo un hecho de extraordinaria gravedad. Dos empresarios franceses, Michel Turner y Herv¨¦ Rigau, con m¨¢s de 20 a?os en Zaire, fueron asesinados en el barrio de Limete, cerca del aeropuerto. Esto se produce en medio de un clima de creciente hostilidad contra todo lo franc¨¦s, pa¨ªs al que se considera aliado del mobutismo y fuente de todas las desgracias del antiguo Zaire. No hay datos sobre los autores. Algunas fuentes aseguran que se trata de uniformados. El propio Kabongo manifest¨® ayer su preocupaci¨®n por este hecho. Un expatriado ¨¢rabe, con dos a?os de residencia en el pa¨ªs, asegur¨® negando con la cabeza: "Es muy sospechoso. Justo hoy, cuando llega Kabila, y adem¨¢s franceses". El propio Kabongo asegur¨® ayer que se trataba de "una provocaci¨®n" para "desacreditar a la Alianza".
En Camp Mobutu, uno de los principales cuarteles de las fuerzas del antiguo r¨¦gimen, no hubo ayer ejecuciones. Pese al temor que despert¨® la detenci¨®n de varias personas, arrancadas a la fuerza del antiguo hospital Mama Yemo. Seg¨²n la Alianza se trata de mercenarios angole?os, interhamwes hutus o soldados mobutistas que presentaron alg¨²n tipo de resistencia. Unos misioneros italianos que viven al lado de ese cuartel no escucharon disparos a lo largo de la noche.
A las afueras de Camp Mobutu se alineaban ayer cientos de personas, ex soldados y ex oficiales del antiguo Ej¨¦rcito, que acud¨ªan para inscribirse en unas listas con la esperanza de ser admitidos en las nuevas Fuerzas Armadas. Kaita era sargento. Est¨¢ casada con un marino. Ella es la que llevaba los galones en casa. Dice no tener miedo. "Yo s¨®lo era un militar en mi pa¨ªs, y eso es lo que quiero seguir siendo". A su lado Matanda se queja de que llevaba seis meses sin cobrar. "Sin sueldo, ni botas, ni armas... ?Qu¨¦ Ej¨¦rcito ¨¦ramos! Parec¨ªamos una banda tribal". lkunda tampoco siente temor. Pero sabe que con la Alianza se acabaron los robos. ?l dice que nunca hurt¨® nada a nadie. Enfrente, un mar de curiosos les insulta:"?Mobutistas, ladrones, al pared¨®n!".
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