Bloqueados
He intentado escribir esta columna en varias ocasiones, sin ¨¦xito. Cada vez que cre¨ªa tener las ideas claras, nuevos acontecimientos ven¨ªan a rebatir mi an¨¢lisis. Voces cada vez m¨¢s duras resonaban, primero con acusaciones grav¨ªsimas (estafadores, ladrones, asesinos, prevaricadores) y amenazas terribles (te llevar¨¦ a la c¨¢rcel, acabar¨¦ contigo). Luego, sonrisas ir¨®nicas pretend¨ªan quitarle importancia a lo dicho: "Es s¨®lo juego pol¨ªtico; carece de importancia; es pura sem¨¢ntica".Es cierto que mientras los espa?oles disfrutan de un ganado bienestar, el ambiente de los c¨ªrculos pol¨ªticos y de opini¨®n se hace irrespirable. Por supuesto, no hay ambiente de enfrentamiento civil ni nada parecido. Pero cuidado. Hace a?os tuve que leer varios diarios de Madrid de los a?os que iban desde la dictadura hasta la guerra y puedo asegurar que la violencia ret¨®rica que manifestaban no tiene nada que envidiar a la presente. S¨®lo desde la mayor ingenuidad se puede pensar que ese vendaval de agravios, ambiciones, resentimientos y odio que se ha desatado desde el 24 de diciembre es un simple juego pol¨ªtico. Todas las luces rojas est¨¢n encendidas, estamos sobrepasando los l¨ªmites de la sensatez y entrando en el terreno en el que el di¨¢logo c¨ªvico, la formaci¨®n de consenso, la b¨²squeda de acuerdos e incluso la simple conversaci¨®n se dificulta. La sociedad civil ha comenzado a escindirse, gratuita, est¨²pidamente, en una espiral de odio y estamos desaprendiendo la democracia y aprendiendo aceleradamente (de excelentes maestros) el arte de odiamos. Podr¨ªamos pensar que estamos ante la simple confluencia temporal de dos hechos, los procesamientos que afectan al PSOE m¨¢s una estrategia racional del Gobierno: intervenir en el mundo de la comunicaci¨®n en la idea (ingenua como pocas) de que quien controla la televisi¨®n controla el granero de votos. Contar¨ªa con el calendario, pues Pujol no puede negar su apoyo al presupuesto de Maastricht (el de 1998) y el Gobierno podr¨ªa prorrogarlo un a?o m¨¢s. El PP sabe que puede gobernar hasta la primavera de 1999 y para entonces dispondr¨ªa de su televisi¨®n. Y como CiU sabe que el Gobierno sabe, hasta entonces el PP puede apretar y CiU debe tragar.
Si todo fuera as¨ª estar¨ªamos s¨®lo ante una estrategia pol¨ªtica leg¨ªtima de un Gobierno que desea, no s¨®lo mandar m¨¢s tiempo, sino mandar m¨¢s. Lo malo es que para conseguir objetivos leg¨ªtimos est¨¢ utilizando medios ileg¨ªtimos, posiblemente ilegales y en todo caso peligrosos. Pues la responsabilidad del Gobierno es siempre mayor que la de la oposici¨®n, por lo que es inaceptable que un vicepresidente acuse de asesinato al jefe de la oposici¨®n; es locura que un portavoz del Gobierno amenace con la c¨¢rcel y eso merezca el respaldo del presidente, y es pura irresponsabilidad, manifiestamente antidemocr¨¢tica, pretender efectuar una investigaci¨®n de la pol¨ªtica del Gobierno anterior y del anterior al anterior hasta 1982, pues no es tarea de los gobiernos escribir el pasado, sino construir el futuro.
Para conseguir aquellos leg¨ªtimos objetivos no hac¨ªa falta nada de todo esto, y menos con la econom¨ªa a todo tren y nuestra entrada en la uni¨®n monetaria al alcance de la mano. Y as¨ª, mi capacidad de an¨¢lisis se embota, pues no alcanzo a comprender por qu¨¦. ?No es obvio que se gana m¨¢s siempre (sobre todo votos) ofreciendo moderaci¨®n y soluciones antes que agresividad y amenazas? ?Tendremos que abandonar la ciencia pol¨ªtica por la psicolog¨ªa? Podr¨ªa ahora sumarme a las muchas voces que insultan, alimentando el fuego que puede devoramos. O sumarme a quienes tratan de mirar a otro lado esperando que alguien solucione el problema. Pero no hay soluci¨®n, sino esperar a que los tribunales hablen, Bruselas ponga orden o Pujol estime que el deterioro exige poner en solfa incluso Maastricht. Pues la gran apuesta del PP es que, si ¨¦l est¨¢ mal, el PSOE est¨¢ peor. La sensaci¨®n -depresiva, lampedusiana- es que de poco sirvieron las elecciones, pues hemos cambiado un aparato por otro, unos apparatchik por otros, Guerra por Cascos y un l¨ªder empecinado por otro l¨ªder empecinado. Ese es el gran fracaso: la alternativa a la mala pol¨ªtica es, de momento, otra peor.
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