Gitaner¨ªas hacia el siglo XXI
Vuelve Antonio Canales a Madrid con un Gitano renovado, de mucha m¨¢s cohesi¨®n tanto en el somero argumento (que su importancia tiene) como en el enlace sutil y casi cinematogr¨¢fico que consigue entre los n¨²meros.Habr¨ªa que hablar una vez m¨¢s del baile personal de Antonio Canales, de sus modales abiertos e imaginativos, tiernos sin temores y eludiendo cualquier cors¨¦ academicista para conseguir eso tan ansiado que se llama estilo propio. Tras sus huellas, pero con abundante personalidad propia, es de rigor mencionar a tres j¨®venes a los que debernos seguir atentamente en sus noveles carreras: Juan Ram¨ªrez de Mor¨®n , Pa¨²l Vaquero y Nacho Blanco. Estos tres cachorros por no llamarles fieras, salen a comerse el mundo cada noche, entreg¨¢ndose a una danza vitalista todav¨ªa con muchas imperfecciones, pero donde el talento emerge como una flor capaz de conmover a las piedras. Juan Ram¨ªrez aporta su car¨¢cter tierno, Vaquero una sensualidad con algo de distancia caballeresca y Blanco trata a su propia danza con un mimo ciertamente infantil que envuelve al p¨²blico; Canales tiene mucho. de responsabilidad al haberles abierto a estos muchachos la posibilidad de brillar por s¨ª mismos.
Antonio Canales
Ballet flamenco de Antonio CanalesGitano. Coreograf¨ªa: Antonio Canales. Gui¨®n: Lucho Ferruzzo. M¨²sica:Jos¨¦ Jim¨¦nez, Viej¨ªn, Livio Gianola y Pepe Luis Carmona. Vestuario: Francis Montesinos. Luces: Sergio Spinelli. Teatro Alb¨¦niz. Madrid, 28 de mayo.
Gitano tiene como producci¨®n una serie de elementos positivos y de gran impacto: la discreci¨®n lineal y escenogr¨¢fica, el discutido vestuario que finalmente cumple una funci¨®n est¨¦ tica muy precisa al crear esa estampa de gitaner¨ªa actual donde conviven el color¨ªn chabacano con las tendencias de ¨²ltima hora de la moda.
Los mejores trajes los visti¨® Sara Baras, pues Montesinos encontr¨® una percha ideal en esta bailarina toda sensualidad y t¨¦cnica; no han abundado nunca en absoluto las bailarinas como ella. En el caso de la Baras puede hablarse de la m¨¢gica curva femenina que ya plasmaban los pintores costumbristas andaluces del siglo XIX; sus vueltas quebradas, sus desplantes y, sobre todo, su respiraci¨®n hacia arriba cuando el baile y el estilo lo necesitan la hacen una artista singular y de altos m¨¦ritos. Ella es suavemente jonda, y sus pies hacen del zapateado consonante, por compararlo con algo, como una escobilla virtuosa que saliera de un palillo cl¨¢sico. Al final, una bater¨ªa de focos svovoda gira sobre s¨ª misma y ba?a el patio de butacas. Es el mensaje final de un baile generoso, encandilado y que justific¨® con creces en su calidad, energ¨ªa y proyecci¨®n de futuro que el teatro entero en pie aplaudiera por m¨¢s de diez minutos.
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