"Soy cin¨¦filo, pero no beato"
Entre pel¨ªcula y pel¨ªcula, la elaboraci¨®n de un Diccionario del Cine (Planeta) le ha servido a Fernando Trueba de relajo, de diversi¨®n. "Testimonio de amor al cine, pero tambi¨¦n desmitificaci¨®n de este arte", en palabras del autor, el libro ha surgido sin pretensiones de erudici¨®n ni de reflejar criterios pol¨ªticamente correctos. Este diccionario ligero, pero no fr¨ªvolo; devoto de la pantalla, pero no adorador de las im¨¢genes; refleja ni m¨¢s ni menos que las filias y las fobias de uno de los mejores realizadores de cine en Espa?a. Por ello, las voces que incluye, o las que excluye, son arbitrarias y Trueba lo proclama en el mismo pr¨®logo, cuando subraya que se trata de una visi¨®n totalmente personal. "Soy un cin¨¦filo, pero no un beato", comenta.En un doble homenaje a su infancia y a Luis Garc¨ªa Berlanga, su director espa?ol m¨¢s admirado junto con Luis Bu?uel, el autor recuerda que trataba de emular a Gary Cooper o a Humphrey Bogart a la salida de los cines de la Espa?a de los a?os sesenta, pero aclara: "La ¨²nica vez que aquel peque?o gafotas estr¨¢bico se vio retratado en la pantalla grande, tal cual era, fue en El verdugo, en el fugaz personaje de un ni?o que va de caseta en caseta por la Feria del Libro pidiendo cat¨¢logos de todas las editoriales y que es echado de malas maneras por el catedr¨¢tico Corcuera".
Salpicado de citas, an¨¦cdotas, teor¨ªas y nostalgias, este diccionario de Trueba declara su antipat¨ªa por aquellos que contemplan las pel¨ªculas con la veneraci¨®n religiosa de los mit¨®manos o "con una militancia seudovanguardista rara". "Mi relaci¨®n con el cine", se?ala el director" pretendo que sea normal, llena de pasi¨®n y de racionalidad, con ansia de conocimiento y con toques de humor". Ahora bien, no oculta sus odios particulares, en algunos casos africanos, como cuando habla de Marlon Brando. "Es mi bestia negra, alguien que me ha echado en ocasiones del cine. Me resulta un ser desagradable al que no soporto". En cambio, Trueba declara su admiraci¨®n por Cary Grant, "un actor insuperable actuando de espaldas. Es el que mejores pel¨ªculas ha hecho", agrega, "pero adem¨¢s es el mejor actor de la historia del cine, aparte del m¨¢s cinematogr¨¢fico, el menos teatral, el menos melodram¨¢tico, el m¨¢s espec¨ªficamente cinematogr¨¢fico".
Los actores le producen envidia a Fernando Trueba "por esa vida de far¨¢ndula que llevar, en comparaci¨®n con los directores, que han de afrontar responsabilidades econ¨®micas, han de vender el producto y coordinar a equipos muy variados de personas, entre otras muchas cosas". Placer y fastidio parecen sucederse en sus rodajes y as¨ª Trueba evoca la tristeza que lo invadi¨® tras concluir Belle ¨¦poque, la pel¨ªcula con que gan¨® un oscar en 1993, o suspira de alivio cuando rememora el final de Two much, filmada en Estados Unidos.
Un olimpo personal
Los cr¨ªticos no se llevan, de todos modos, la mejor parte de sus piropos, aunque reconoce que tiene cosas a favor y en contra, "es un trabajo hermoso, pero tambi¨¦n peligroso". Por contra, algunos directores figuran en su olimpo particular comenzando por Billy Wilder, a quien rindi¨® un divertido homenaje cuando recibi¨® el oscar, o por Alfred Hitchcock o por Woody Allen, que desfilan una y otra vez en las p¨¢ginas de su original diccionario. Otros realizadores que ocupan el altar de Trueba son gentes tan dispares entre s¨ª y tan geniales en su denominador com¨²n como Howard Hawks, Preston Sturges, Ernst Lubitsch, Robert Bresson, Milos Forman, Fran?ois Truffaut, John Ford o Buster Keaton. "Con algunos", se?ala Trueba, "coincides intelectualmente, con otros percibes las afinidades o sencillamente forman ya parte de tu memoria, de tu propia vida".
Sob,re el cine espa?ol pasa de puntillas en su diccionario, "en especial sobre los contempor¨¢neos", aunque los ya citados Bu?uel y Berlanga o el guionista Rafael Azcona tienen voces destacadas en sus p¨¢ginas.
Babelia
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