El Sevilla consuma el descenso

El Sevilla nad¨® y nad¨® y al final le dieron el tiro de gracia. Los casi 3.000 peregrinos que viajaron 900 kil¨®metros desde Sevilla para asistir al milagro, s¨®lo pudieron ser testigos del acta de defunci¨®n. El Sevilla ya est¨¢ en Segunda. Como no pod¨ªa ser de otra manera, el equipo andaluz sali¨® decidido a por el partido y a apurar su ¨²ltima botella de ox¨ªgeno. En el primer cuarto de hora, el Oviedo se vio hu¨¦rfano de bal¨®n. Prosinecki, decidido a dar lo mejor de s¨ª mismo para conducir a su equipo a la victoria, se adue?¨® del partido, aunque el gas le dur¨® poco, justo lo que Iv¨¢n Iglesias tard¨® en hacerle sombra.

El partido se movi¨® todo el tiempo bajo el s¨ªndrome de la urgencia de los sevilllstas y de los nervios mal templados de un Oviedo temeroso de que la derrota les diera papeletas para la rifa de la promoci¨®n. Por momentos, el Sevilla pareci¨® llevarse mejor con el estado de m¨¢xima ansiedad que se viv¨ªa, pero el correr de los minutos fue como el final de la cuenta atr¨¢s.

Sali¨® el Sevilla en el segundo tiempo como un gladiador a la arena del circo, dispuesto a matar o morir. Marcos puso a prueba a Mora nada m¨¢s empezar y su equipo se volc¨® sobre la porter¨ªa rival.

El resto del gui¨®n y el correspondiente reparto de papeles ya estaban escritos: el Sevilla, a la carga con todo, y el Oviedo, al acecho y obsesionado con encontrar a Oli y que ¨¦ste hiciera de puntillero. El partido pas¨® a jugarse en una especie de ruleta rusa. Rubio ped¨ªa gladiadores y respondi¨® a una premiosa acci¨®n de Tsartas en el ¨¢rea rival cambi¨¢ndolo por Mornar. Luego recurri¨® a Salva y puso en el campo toda la artiller¨ªa disponible. Entonces Gamboa dict¨® sentencia salvando bajo los palos un remate de Jos¨¦ Mari a portero batido. Lo que qued¨® hasta el final del partido fue para el Sevilla una inexorable agon¨ªa. Se jugaba el tiempo a?adido cuando Maqueda firm¨® la sentencia inapelable: salv¨® a su equipo y mand¨® al Sevilla a Segunda.