El nuevo socialismo
LA CONTUNDENTE victoria de la izquierda en las legislativas francesas abre nuevas perspectivas no s¨®lo para Francia, sino ante todo para Europa. Al convocar elecciones anticipadas, el presidente Chirac ha dado a los franceses la oportunidad de pronunciarse, y ¨¦stos han optado por la f¨®rmula, in¨¦dita, de la cohabitaci¨®n entre un presidente de la derecha y un Gobierno de la izquierda. Sab¨ªan lo que votaban, puesto que, con signo pol¨ªtico invertido, ya conocieron la cohabitaci¨®n por dos veces durante los 14 a?os de presidencia de Mitterrand. El resultado electoral es un gran triunfo personal para el probable pr¨®ximo primer ministro, el socialista Lionel Jospin. Y una clara derrota para Chirac, al que le quedan cinco a?os de complicado mandato por delante.Quiz¨¢ porque los franceses no acaban de encontrarse, en las cinco ocasiones en que desde 1981 han elegido una nueva Asamblea Nacional han votado por un cambio de mayor¨ªa. Tras pasar en 1993 por su mayor derrota, esta nueva mayor¨ªa de izquierdas, vacunada por los errores de Mitterrand, no cuenta con un programa com¨²n, sino con ideas plurales, y se basa, principalmente, en el rechazo a una derecha desorientada. Su programa se habr¨¢ de definir en el ejercicio del poder.
Salvo en su componente comunista, que no tiene visos de resultar decisivo, esta izquierda plural que quiere configurar Jospin alrededor del PS no est¨¢ contra el curo, sino contra una pol¨ªtica de constantes sacrificios y de inseguridad social para llegar a la cita de Maastricht e incluso para despu¨¦s. Su mensaje -recuperando el sentido original que le dio al proyecto su principal impulsor, el socialista Jacques Delors- es que la moneda debe ir acompa?ada de crecimiento econ¨®mico y de pol¨ªtica social. Esta nueva Francia considera que la Europa monetaria no se puede hacer sin la Europa social, e incluso sin la Europa econ¨®mica, algo que hab¨ªa calado incluso en sus contrincantes de derecha. Es un aviso a los gobernantes, en la l¨ªnea de otras se?ales en la misma direcci¨®n que han emanado del Reino Unido, con la victoria de Blair, e incluso de Alemania.
No obstante, esta cohabitaci¨®n no est¨¢ exenta de problemas para Europa. De n o ponerse de acuerdo el presidente y el jefe del Gobierno, la nueva Francia bic¨¦fala perder¨¢ influencia en la UE. Francia debe ahora mandar una clara indicaci¨®n de su compromiso europeo, nombrando a personas comprometidas con estos objetivos al frente de su diplomacia y de la pol¨ªtica econ¨®mica, y reafirmando los objetivos de Maastricht.
Lionel Jospin puede estar satisfecho. Contra todos los pron¨®sticos iniciales, ha triunfado. Pero sabe tambi¨¦n que ¨¦sta es una oportunidad casi ¨²nica que 1 e vuelven a dar los franceses a la izquierda, y que no puede dilapidar. El ¨¦xito de las mujeres en esta campa?a supone tambi¨¦n una inflexi¨®n en la pol¨ªtica francesa. Como lo es la entrada, por vez primera, en la Asamblea Nacional de diputados ecologistas.
Chirac, que dispon¨ªa por un a?o m¨¢s de una ampl¨ªsima mayor¨ªa en la Asamblea, quer¨ªa que los franceses le firmaran un cheque en blanco para tomar dif¨ªciles decisiones en el ¨²ltimo tramo que lleva a Maastricht. El tiro le ha salido por la culata. Ha cometido error tras error: al anticipar las elecciones; al sacrificar, tras la primera vuelta el domingo anterior, al primer ministro Alain Jupp¨¦, y al dejar que en la segunda vuelta la voz cantante de la derecha la llevara un d¨²o imposible, formado por Philippe S¨¦guin y Alain Madelin, que pretend¨ªa juntar dos pol¨ªticas contradictorias, el gaullismo social y el ultraliberalismo. En realidad, los votantes de la derecha no sab¨ªan a qu¨¦ votaban. La derecha, incluido su jefe de filas, el presidente Chirac, ha demostrado no tener pol¨ªtica. Siendo generosos, se puede decir que los franceses han votado ayer por la pol¨ªtica que promet¨ªa Chirac en su campa?a de 1995 de lucha contra 14 fractura social y en particular contra el paro; pero que luego no sigui¨®. La derrota de la derecha se ha debido tambi¨¦n al notable ¨¦xito, en. votos, que no en esca?os, del Frente Nacional de Le Pen. El peligro para la derecha en la oposici¨®n est¨¢ en caer en la tentaci¨®n de acrecentar las divisiones entre las dos grandes fuerzas (RPR y UDF) y de lepenizarse para recuperar votos y fuerzas.
Desde Espa?a, es de esperar que, pasadas estas elecciones, la polic¨ªa francesa intervenga inmediatamente y con contundencia para evitar los ataques a los camiones y productos hortofrut¨ªcolas espa?oles y que el nuevo Gobierno no repita la inhibici¨®n del anterior. M¨¢s all¨¢, el giro a la izquierda que parece estar viviendo Europa no deber¨ªa impedir una cooperaci¨®n del Gobierno conservador de Aznar con sus socios europeos-especialmente cuando Jospin se ha declarado tajantemente partidario del ingreso de Espa?a e Italia en el curo-, tal como sucedi¨® con el Gobierno socialista cuando se vio en una Europa mayoritariamente conservadora.
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