Cansados y adormilados
, Han formado un interminable cortejo que, desde las tres de la madrugada, cruzaba en silencio las calles de Cracovia, a partir de los autobuses aparcados en el extrarradio, y ahora son una muchedumbre cansada y adormilada que espera la llegada del Papa polaco a la enorme explanada donde celebrar¨¢ la misa del domingo. Son familias completas que en general visten razonablemente bien, y en algunos casos tienen pinta de acomodadas.Hacia las diez de la ma?ana se penen de repente en pie, agitan sus banderitas y aplauden, estirando el cuello. Pero no ven nada. El papam¨®vil queda muy lejos. El altar est¨¢ a unos 150 metros, una distancia en las que adem¨¢s se interponen torres con equipos de sonido y otros obst¨¢culos.
Act¨²an porque siguen las instrucciones del maestro de ceremonias, que les cuenta lo que est¨¢ pasando. Parecen m¨¢s disciplinados que entusiastas, pero aguantan all¨ª durante horas, sin m¨¢s espect¨¢culo que su propia presencia masiva y el cielo semicubierto, para dar a su antiguo arzobispo una recepci¨®n que no tiene m¨¢s precedentes recientes que la de Filipinas, en 1995.
Karol Wojtyla ha reencontrado la ciudad en la que vivi¨® con su padre, desde 1938. Anoche, mientras presid¨ªa el 600 aniversario de la fundaci¨®n de la Universidad en que curs¨® sus estudios, tuvo la oportunidad de acariciar la mejilla de Halina Kwiatkowska, la chica que, en sus a?os j¨®venes, le dio r¨¦plica en muchas representaciones de teatro.
No es el mismo que sali¨® de esta capital meridional para ser Papa, hace 19 a?os, y ni siquiera el que volvi¨® en visita pontifical cinco a?os despu¨¦s. Ahora, al consagrar, debe dejar libre el brazo izquierdo, porque le tiembla debido al Parkinson; y, cuando da la comuni¨®n, le tienen que sostener el rop¨®n, por el mismo motivo.
"Se ha levantado todos los d¨ªas a las cinco y media de la ma?ana, ha comido lo mismo que todo el s¨¦quito, no hace r¨¦gimen. Es evidente que se somete a un esfuerzo, pero tambi¨¦n que lo puede hacer. Y no s¨¦ si estos viajes le cansan m¨¢s que las 15 o 16 horas diarias que trabaja cuando est¨¢ en el Vaticano", asegura Joaqu¨ªn Navarro Valls, portavoz de la Santa Sede.
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