Susceptibilidad magn¨¦tica
El pasado viernes d¨ªa 6 algunos exc¨¦ntricos ten¨ªan una particular convocatoria en el Instituto de Magnetismo Aplicado que auspician Renfe y la Universidad Complutense en Las Rozas, junto al trazado del ferrocarril. Se trataba de rendir homenaje universitario al profesor Salvador Velayos, recientemente desaparecido, en la biblioteca del laboratorio que lleva su nombre. All¨ª se hab¨ªa dado cita la comunidad cient¨ªfica que dedica sus afanes a la f¨ªsica del estado s¨®lido. In¨²til buscar altas representaciones oficiales. Estaban sus colegas de tantos a?os en la Facultad de Ciencias como Luis Bru, al que hemos perdido s¨®lo dos d¨ªas despu¨¦s, Carlos S¨¢nchez del R¨ªo o, Armando Dur¨¢n, y sus colaboradores y disc¨ªpulos encabezados por la doctora Felisa N¨²?ez, Juan Manuel Rojo Alamillos, Antonio Hernando, Antonio Fern¨¢ndez Ra?ada, Briones o Elo¨ªsa L¨®pez. Pon¨ªa un punto de distinci¨®n su sobrina predilecta, Mercedes, que accedi¨® a referir c¨®mo don Salvador fue condenado en un consejo de guerra por haber investigado en el Instituto Rockefeller durante la guerra del 36 hasta desarrollar aquellos fonolocalizadores capaces de anticipar la direcci¨®n y la distancia de esos bombarderos que no iban a Gernika y descargaban en Madrid, aunque Arzalluz lo haya olvidado.Avanzaba la sesi¨®n y con ayuda de un epidi¨¢scopo se proyectaron algunas transparencias que serv¨ªan para ilustrar el somero repaso a los trabajos cient¨ªficos de Salvador Velayos, en especial los dedicados a la medida de la susceptibilidad magn¨¦tica incluidos en su tesis doctoral tras la senda de don Blas Cabrera, que tanto ponder¨® el Nobel Becker. Otras im¨¢genes acompa?aban explicaciones sobre la resistividad a la temperatura y tambi¨¦n las menciones a la Teor¨ªa del campo coercitivo de los materiales magn¨¦ticos. Escuchaba todas estas intervenciones mientras me sent¨ªa invadido por el ambiente de tantos d¨ªas dichosos de inefables satisfacciones intelecluales en el estudio de la F¨ªsica y de la Matem¨¢tica. Miraba a mis condisc¨ªpulos de hace 35 a?os y viv¨ªa el asombro del desertor. All¨ª se hab¨ªan dado cita muchos de nuestros mejores. Estaban sin engolamiento, con sus batas blancas caracter¨ªsticas del laboratorio, eran parte distinguida de nuestra mejor comunidad cient¨ªfica. Gentes benem¨¦ritas que corren en otro circuito, mucho m¨¢s aut¨¦ntico, el de los saberes, el de la investigaci¨®n, que contribuyen al mejor progreso, que se ocupan de la investigaci¨®n b¨¢sica y tambi¨¦n de sus aplicaciones inmediatas y que responden a otros est¨ªmulos mientras la sociedad les da la espalda.
Record¨¦ a El¨ªas Canetti en La provincia del hombre: "Caballos que no necesitan pienso se alimentan del ruido de su galope".
Tuve la sensaci¨®n de orfandad que produce la desaparici¨®n de los maestros mientras el profesor Fern¨¢ndez Ra?ada recordaba c¨®mo ante sus dudas Salvador Velayos le hab¨ªa interrumpido con su certero ingenio dici¨¦ndole: "Ya en tercero usted debe empezar a pensar qu¨¦ es un electr¨®n". Concluido el homenaje pude compartir una copa de tinto manchego con frutos secos, prueba de frugalidad y m¨¢xima elegancia. Tambi¨¦n acert¨¦ a recoger del tabl¨®n de anuncios un valioso diagrama que podr¨ªa solucionar problemas como el de la televisi¨®n digital, las retransmisiones deportivas o los nombramientos de fiscales de sala y que se reproduce junto a estas l¨ªneas. As¨ª que de regreso a Madrid, cuando la radio me devolv¨ªa a las v¨ªsperas del debate parlamentario sobre el estado de la naci¨®n, torn¨¦ a reflexionar en la utilidad que para los diputados de los diferentes grupos en liza tendr¨ªa empezar a pensar qu¨¦ es un elctr¨®n y mucho m¨¢s a¨²n remontarse a conceptos como el de la susceptibilidad magn¨¦tica y el de la resistividad a la temperatura por no citar la Teor¨ªa del campo coercitivo de los materiales magn¨¦ticos tan plenamente aplicable a los columnistas del Bolet¨ªn Oficial del Estado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.