Marruecos, tierra en trance
La victoria de la selecci¨®n marroqu¨ª de f¨²tbol frente a Ghana el 8 de junio ech¨® a las calles de Rabat a una inmensa juventud llena de j¨²bilo. Los comicios municipales de hoy, comienzo de un proceso electoral que concluir¨¢ en septiembre con la elecci¨®n del Parlamento, no han suscitado tanto inter¨¦s. Pero a pesar de la apariencia todo ello forma parte de un lento y profundo movimiento de cambio en Marruecos.Hace algo m¨¢s de un a?o que un sector de la "sociedad civil" -eufemismo en este caso para designar al empresariado marroqu¨ª- ha comprendido la necesidad y utilidad de un Estado de derecho. Creyendo estar al margen de los vaivenes de la pol¨ªtica se encontr¨® de pronto inmersa en una campana anticorrupci¨®n dirigida desde el Ministerio del Interior, que buscaba preparar medi¨¢ticamente la visita del monarca Hassan II a Francia. Se juzgaba de inter¨¦s presentar ante la opini¨®n internacional algunos ejemplos de contundencia contra la corrupci¨®n end¨¦mica. De la noche a la ma?ana, como si se volviera al siglo XIV que describe lbn Jald¨²n en sus Proleg¨®menos, todos aquellos empresarios "sin protector que les amparase" vieron su actividad puesta en entredicho y a merced de las "tramas" que los magistrados (instituidos por el Gobierno temporal)" podr¨ªan urdir en cualquier momento contra ellos. Muchos pagaron en cabeza propia una llamada de atenci¨®n colectiva a narcotraficantes, contrabandistas y corruptos que, lejos de producir la imagen exterior de un pa¨ªs en el que se respetaba la ley y el, orden, cre¨® inseguridad entre las clases medias y acomodadas, sumergidas de pronto en el reino de lo arbitrario que cre¨ªan definitivamente relegado para los que viv¨ªan en la vulnerabilidad de la pobreza -que sigue afectando al 47% de la poblaci¨®n- Descubrieron entonces que lo mejor era contar con un Estado de derecho que garantizara su negocio.
Por primera vez desde mediados de -los sesenta, una fuerza social, un colectivo de la llamada "sociedad civil", se rebelaba y apelaba al arbitraje real. Una comisi¨®n de la CGEM, la CEOE marroqu¨ª, acudi¨® a alertar al boberano sobre los excesos de celo del aparato estatal que desestabilizaban la econom¨ªa del pa¨ªs y enmascaraban en algunos casos ajustes de cuentas. La inseguridad jur¨ªdica lleg¨® a paralizar la actividad econ¨®mica y a generar un clima de desconfianza entre los inversores extranjeros. La alerta sirvi¨® para que el Ministerio del Interior reculase y suavizase su "campa?a" aunque, eso s¨ª, sin dejar de acaparar gran parte de funciones que correspond¨ªan a otros ministerios (Justicia, Educaci¨®n, Informaci¨®n).
Mucho ha llovido en el ¨²ltimo a?o sobre el vecino reino. Para lo bueno y lo malo, la cultura de la negociaci¨®n ha calado hondo en el comportamiento pol¨ªtico. La relaci¨®n entre Palacio y oposici¨®n no ha sido precisamente un jard¨ªn de rosas en los ¨²ltimos cuarenta a?os pero si algo ha demostrado la historia es que ambos polos se han necesitado y han entablado un di¨¢logo en momentos dif¨ªciles. Como ahora, cuando el contexto internacional y la preparaci¨®n a la sucesi¨®n obligan a replantear el fondo. La transici¨®n, aunque en dosis homeop¨¢ticas, est¨¢ pues de moda en Marruecos. Entre tanto, todos toman posiciones para prepararse para el porvenir. Empezando por el propio ministro del Interior que, como sabe que no le es posible jugar el papel de un Fern¨¢ndez Miranda en la transici¨®n marroqu¨ª, tutelando al heredero, juega a ser el maire de palais, el valido "generoso" del actual soberano, que busca imponerse como el hombre imprescindible, ya que tal vez no pueda serlo ma?ana si una cultura democr¨¢tica se abre camino en el pa¨ªs. De hecho, desde el atentado del hotel Atlas Asni de Marraquech en 1994, que coincidi¨® con que su cabeza era puesta en la picota por los partidos de la oposici¨®n, su figura no ha hecho sino realzarse como el hombre eficaz y capaz de controlarlo todo, hasta la transici¨®n. Siendo el causante de la "rebeli¨®n" pol¨ªtica de la clase empresarial ha sabido encajar el toque de atenci¨®n dado por el monarca apareciendo como el garante de un gentlemen's agreement (junio de 1996), pacto de moralizaci¨®n de la vida econ¨®mica que oblig¨® establecer el marco de unas nuevas relaciones laborales. El primero de agosto pasado, el Ministerio de Interior representaba al Gobierno en el acuerdo que culminaba el di¨¢logo social entre Administraci¨®n, patronal y sindicatos. El 28 de febrero encarna de nuevo al Estado en la firma la Carta pol¨ªtica por la limpieza electoral negociada con los partidos, apareciendo una vez m¨¢s como el fiel ejecutor d¨¦ las directrices de transparencia emanadas directamente del soberano. No en vano las urnas, gracias a la cooperaci¨®n espa?ola, van a dejar de ser hoy cajones opacos de madera. La ¨²ltima pirueta de este prestdigitador de la eficacia ha sido el abrazo p¨²blico, en el congreso de CDT, a su antiguo enemigo pol¨ªtico, l¨ªder sindical Amaui, encarcelado hace unos a?os por llamar "mangantes" a lo miembros de la clase pol¨ªtica marroqu¨ª. Lo parad¨®jico es que estos hitos, pese a la omnipresencia del ministro Dris Basri, son pasos importantes y tal vez irreversible hacia el establecimiento de un Estado de derecho. Aunque quiz¨¢s no hacia la ruptura democr¨¢tica.
Este hombre, el m¨¢s popular en Marruecos despu¨¦s del soberano, mitad por su fama de vigolero, mitad por la de su eficacia como administrador, no parece ser hoy obst¨¢culo para la alternancia, palabra que resume la voluntad del poder de que, tras la eleciones, se produzca un relevo en los equipos de Gobierno que comprometa a la oposici¨®n cl¨¢sica a abandonar definitivamente la cultura del rechazo a la que la marginaci¨®n pol¨ªtica le llev¨® de de 1960 hasta la reforma constitucional de 1996. La oposici¨®n pol¨ªtica y sindical parece decidida a entenderse con el superministro, aunque al observador exterior le queda la duda de si es de la mano de chambelanes como le conviene a esta tierra, en trance con su juventud desencantada, ingresar en el siglo XXI.
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