20 a?os
La libertad es como una perra de lujo llena de pulgas. Hace ahora 20 a?os que los espa?oles comenzaron a pasear por la calle en compa?¨ªa de este espl¨¦ndido animal. La democracia es una m¨¢quina de achicar la basura que la sociedad va generando sistem¨¢ticamente. Que esa hermosa perra te tire de la correa mientras caminas con ella por en medio del estercolero es el mejor ejercicio de salvaci¨®n. Cuanto m¨¢s detritus emerja a la superficie, mas democracia: se?al de, que las bombas de achique funcionan. Pero se requiere tener un esp¨ªritu fuerte para convivir diariamente con los esc¨¢ndalos sin confundir la miseria humana con la acci¨®n del detergente. Ser un buen dem¨®crata es mucho m¨¢s dif¨ªcil que tocar el piano. Despu¨¦s de practicar durante veinte a?os, la gente de este pa¨ªs comienza a comprender la primera regla del instrumento: no se puede tocar el piano con guantes de boxeo, como tampoco es posible arreglar con ellos las manecillas de un reloj. Una generaci¨®n de progresistas que luch¨® por la libertad y la democracia logr¨® abrir hace veinte a?o; estas dos puertas que daban a un espacio por donde hoy pasean los j¨®venes con toda naturalidad a su perra de raza. Est¨¢n aprendiendo a no perder la sonrisa ante la crueldad de cada d¨ªa. En eso consiste la segunda regla. Adem¨¢s de una bomba de elevar basura a la superficie, la democracia tambi¨¦n es un ejercicio de pianista o de relojero, un juego de muchas teclas, de muchas pinzas, de formas, pesos y medidas de un mercado en cuyos s¨®tanos el viento de la libertad orea siempre. Supone un gran espect¨¢culo para aquellos barbuditos hoy ya canosos contemplar a los j¨®venes que son arrastrados por una perra de lujo que no es sino el esp¨ªritu de la modernidad. La democracia ha llenado Espa?a de colores. Aquella tonalidad panza de rata o a a de mosca del franquismo se ha convertido despu¨¦s de veinte a?os en un inmenso vest¨ªbulo de estaci¨®n repleto de mochilas rojas, amarillas, azules, en las cuales los j¨®venes transportan el animal de sus sue?os en un incierto viaje.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.