Ayudar a la humanidad
La se?ora Nyarwango tiene 84 a?os y apenas un metro, y pico de estatura. Descalza y sirvi¨¦ndose de un bast¨®n, a veces ayudada por su nieta, ha andado 2.000 kil¨®metros, desde Ruanda al r¨ªo Congo. Durante la larga marcha ha visto morir a su hijo y a su nuera y a tres hijos de ¨¦stos. La se?ora Nyarwarigo es hutu, como los 12.000 refugiados que se amontonan hoy en las inmediaciones del cauce fluvial, en la orilla del Congo-Brazaville. Todos ellos han huido, primero de Ruanda y luego del, ya antiguo, Zaire. Pareciera que han nacido para huir. Hutus y tutsis se han pasado los ¨²ltimos a?os escapando con el miedo a cuestas. Muchos tienen p¨¢nico a regresar a sus aldeas de origen, a su artificial, caprichosamente creado, Estado, Ruanda. Para ellos, la famosa aldea global, la mundializaci¨®n de la cultura, se reduce a esos 2.000 kil¨®metros. Han comprobado que en la selva no hay Internet.La inmensa mayor¨ªa de los hutus y de los tutsis son v¨ªctimas de minor¨ªas asesinas de tutsis y de hutus. Pero tambi¨¦n de complicidades, responsabilidades y ausencia de voluntades extranjeras. Mientras tanto, la prensa de EE UU sostiene estos d¨ªas que crece la evidencia de los asesinatos masivos perpetrados por los soldados del hasta hace unas semanas rebelde y hoy presidente del nuevo Congo. Dicen que el conato de genocidio fue preparado por oficiales que ejecutaban ¨®rdenes con frialdad. Todo ello impacta, convulsiona conciencias individuales y colectivas. Hace escribir a Emma Bonino, comisaria europea responsable de la ayuda humanitar¨ªa, y a Jean de Courten, del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja, que una ola de barbarie se extiende por el mundo. Tambi¨¦n provoca en quienes tradicionalmente han mostrado -en nombre de la soberan¨ªa nacional- su firme oposici¨®n al intervencionismo en los lugares de las "tragedias" dudas razonables sobre la oportunidad de sus convicciones.
No es el momento de emprender una disquisici¨®n sobre la naturaleza, legitimidad y l¨ªmites del naciente derecho de injerencia humanitaria. Tal vez s¨ª sea el de reflexionar sobre el necesario reforzamiento de la teor¨ªa y la pr¨¢ctica de la ayuda humanitaria si deseamos contribuir a la prevenci¨®n y disminuci¨®n del sufrimiento humano, que no otro es el objetivo de dicha ayuda. La permanencia de docenas de conflictos armados en el mundo despu¨¦s del fin de la guerra fr¨ªa y el agravamiento de algunos de ellos, especialmente en ?frica, coincide con el surgimiento de una serie de dudas y pol¨¦micas entre quienes impulsan, desde el lado de los donantes, la tarea humanitaria. Las dudas comprenden, por ejemplo, si se debe ayudar a quienes, habiendo participado en actos genocidas, padecen hambre (Ruanda, Congo) o a quienes desv¨ªan su escaso presupuesto hacia las armas en vez de alimentar a su poblaci¨®n (Corea del Norte).
La pol¨¦mica se da entre quienes mantienen distintas concepciones. Por ejemplo, la de la agencia norteamericana para la cooperaci¨®n al desarrollo (USAID) y la de la Comisi¨®n Europea, encarnada por Bonino y por la agencia humanitaria de la Comisi¨®n (ECHO). Afirma la primera abiertamente que es necesario ligar lo humanitario a la pol¨ªtica exterior de Washington: "Estados Unidos disfruta ahora de una posici¨®n ¨²nica para ejercer su liderazgo y el mundo no responder¨¢ a las crisis en los Estados perif¨¦ricos sin nuestro liderazgo (sic) ... el esquema elaborado por el secretario de Estado es muy ¨²til para comprender la relaci¨®n entre asistencia humanitaria y pol¨ªtica exterior". Los representantes de la USAID manifiestan (?ingenua, c¨ªnicamente?) que su postura "no implica la subordinaci¨®n de la ayuda humanitaria a nuestros intereses pol¨ªticos". Pero el razonamiento de Bonino (apoyada pr¨¢cticamente por la mayor¨ªa de los dem¨¢s actores en presencia) es contundente: "La ayuda tienen que ver con la gente, no con los Gobiernos y nunca debe ser considerada parte de la pol¨ªtica exterior de ning¨²n Estado".
Entre esa gente, la se?ora Nyarwango espera pacientemente a la orilla del r¨ªo Congo el final de la pol¨¦mica. Estoy convencido de que si pudiera conectar v¨ªa e-mail con Bruselas se decantar¨ªa por la segunda posici¨®n.
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