La dureza pol¨ªtica y el triunfalismo econ¨®mico de EE UU inrrita a europeos y japoneses en el G-7
ENVIADO ESPECIALLa dureza y el triunfalismo demostrados por Estados Unidos en el comienzo de la cumbre el G-7 en Denver (Colorado) irrit¨® ayer a europeos y japoneses. El presidente Bill Cl¨ªnton se mostr¨® inflexible en asuntos pol¨ªticos como la limitaci¨®n a tres pa¨ªses de la expansi¨®n de la OTAN, el mantenimiento de la ley Helms-Burton contra Cuba y el establecimiento de su propio calendario para pagar los atrasos norteamericanos a la ONU. Adem¨¢s, se dedic¨® a dar lecciones de ¨¦xito econ¨®mico a Japoneses y europeos, y puso como ejemplo la propia ciudad de Denver.
Jacques Chirac tuvo un primer encontronazo con Clinton cuando el presidente franc¨¦s volvi¨® a, defender la candidatura de Rumania a la primera fase de la ampliaci¨®n de la Alianza Atl¨¢ntica, y el norteamericano le record¨® que la pasada semana ya hab¨ªa zanjado ese asunto y que en Madrid s¨®lo ser¨¢n invitados h¨²ngaros, polacos y checos. Chirac y Clinton tambi¨¦n discreparon a prop¨®sito de c¨®mo ayudar a ?frica. El franc¨¦s defendi¨® ayudas econ¨®micas directas y el norteamericano, la creaci¨®n de un clima favorable al libre comercio y las inversiones privadas.Clinton tambi¨¦n tuvo sus m¨¢s y sus menos con otros europeos y canadienses a prop¨®sito de la ley Helins-Burton, que aplica el principio de extraterritorialidad al sancionar en EE UU a empresas que operan en Cuba. El pacto para suavizar esa ley alcanzado por la Casa Blanca y la UE est¨¢ en entredicho por la actitud intransigente del Congreso norteamericano. En cuanto al reciente acuerdo entre el Ejecutivo y el Legislativo estadounidenses para pagar 819 millones de d¨®lares (unos 119.000 millones de pesetas) de atrasos a la ONU parece poco -los norteamericanos deben 1.400 millones de d¨®lares- y adem¨¢s est¨¢ condicionado a que la organizaci¨®n internacional emprenda reformas.
Europeos y japoneses recordaron ayer que poderosas diferencias culturales impiden la adopci¨®n universal del modelo de ¨¦xito econ¨®mico que EE UU est¨¢ presentando como la panacea en esta cumbre del G-7, que pasara a ser el G-8 en cuanto se acepte formalmente la incorporaci¨®n de Rusia. El presidente Bor¨ªs Yeltsin anunci¨® anoche que ya ha llegado a un acuerdo de principio para la adhesi¨®n de Rusia al Club de Par¨ªs.
Estado de bienestar
El apego de los europeos del continente a la estabilidad de empleo las conquistas del Estado de bienestar y la presencia de los poderes p¨²blicos en la vida econ¨®mica -elemento este ¨²ltimo compartido por los japoneses- les hace dif¨ªcil de digerir el modelo norteamericano. Las recientes elecciones francesas fueron citadas en la primera de las tres jornadas de duraci¨®n de la cumbre. Se record¨® que los socialistas de Lionel Jospin las ganaron con un programa que rechazaba la austeridad presupuestaria en la lucha contra el d¨¦ficit, la continuidad de las privatizaciones de las empresas p¨²blicas y los recortes a las conquistas sociales. La paradoja es que Jospin es el gran ausente de la reuni¨®n, ya que Francia est¨¢ representada tan s¨®lo por el presidente Chirac.Los expertos que rodean a los jefes de Estado y de Gobierno daban ayer la impresi¨®n de caerse de un guindo al comprobar que su consenso sobre la necesidad de austeridad en el gasto p¨²blico para eliminar los d¨¦ficits presupuestarios no es compartido por los electores de muchos pa¨ªses europeos. Los norteamericanos vinculados al Departamento del Tesoro reiteraban que la lucha contra el d¨¦ficit es y seguir¨¢ siendo el criterio con el que los mercados juzgan la salud econ¨®mica de los pa¨ªses. Y lamentaron que los europeos sigan oponi¨¦ndose a dos elementos b¨¢sicos de la vida norteamericana: la flexibilidad laboral y la debilidad del sistema de protecci¨®n social.
Jap¨®n y EE UU siguieron avanzando en sus siempre arduas negociaciones sobre la liberalizaci¨®n en el pa¨ªs asi¨¢tico de las telecomunicaciones y los equipos m¨¦dicos. Pero los japoneses no dejaron de observar que les molestaba el tono profesoral de sus interlocutores norteamericanos.
Los anfitriones de la cumbre, no obstante, no cesan de hacerse propaganda en Denver. Clinton pretende restablecer as¨ª el orgullo nacional en materia econ¨®mica, herido en tiempos pasados por las cr¨ªticas al mal estado de su finanzas p¨²blicas. "Albergamos a nuestros socios en un tiempo en que la econom¨ªa norteamericana es la m¨¢s saludable en una generaci¨®n y la m¨¢s fuerte del mundo", pregona Clinton. Lawrence Summers, secretario adjunto del Tesoro, va m¨¢s lejos: "EE UU es la ¨²nica superpotencia econ¨®mica".
Clinton aprovecha la presencia en su suelo de los l¨ªderes de los grandes pa¨ªses industrializados para esgrimir ante la opini¨®n p¨²blica estadounidense el mayor ¨¦xito de su presidencia: una econom¨ªa con un fuerte nivel de crecimiento y que, por primera vez en cinco lustros, presenta al mismo tiempo bajos niveles de inflaci¨®n y desempleo. Una econom¨ªa que, como ¨¦l dice, ha triunfado "en la transici¨®n desde la era industrial a la de la inform¨¢tica" y que ya est¨¢ proyectada "en el siglo XXI".
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