La m¨²sica de los 'orichas'
No se trata de m¨²sica popular, aunque su influencia se deja sentir en sones y rumbas cubanos que pueden resultar incomprensibles si no se manejan conceptos y vocablos heredados de los ancestros africanos como los que grabaron Miguelito Vald¨¦s (Bruca manigu¨¢), La Lupe (Palo mayimbe), Celeste Mendoza (Pappa Og¨²n) o Beny Mor¨¦ (Mata siguaraya). De las costas de Africa llegaron al Nuevo Mundo millones de mujeres y hombres tra¨ªdos por la raz¨®n de la fuerza.En ellos se encuentra el origen de los rituales religiosos de la regla de Ocha, m¨¢s conocida con el nombre de santer¨ªa. Los dioses u orichas que los acompa?aron durante aquella traves¨ªa atroz se vieron obligados a disfrazarse de santos cat¨®licos para perdurar: detr¨¢s de la Virgen de la Caridad del Cobre est¨¢ Och¨²n; tras la Virgen de Regla se halla Ymay¨¢, madre de la vida; Og¨²n se sincretiza con san Pedro; Elegu¨¢ es san Antonio; santa B¨¢rbara, Chang¨®... Toques de tambores bat¨¢ son los que ahora trae de Am¨¦rica a Espa?a L¨¢zaro Ros. En la cultura yoruba o lucum¨ª, apku¨®n es el gallo, aqu¨¦l que dirige el canto, y Ros, que naci¨® en 1925, es el apku¨®n de Cuba. "La voz del esclavo", afirma Natalia Bol¨ªvar. "Tiene esa forma de cantar gangosa, ese lamento que sale del est¨®mago. Igual que un griot". ?ste, en la sociedad africana, es el depositario de la poes¨ªa y la m¨²sica que se transmiten de forma oral de una generaci¨®n a otra: se dice que un griot que muere es una biblioteca que se quema.
"No juegues con los santos", escrib¨ªa en 1928 el compositor Ignacio Pi?eiro. Es cosa seria. El fin de tambores sagrados, cantos y bailes consiste en atraer a los santos u orichas, seg¨²n claves espec¨ªficas para cada uno: el oricha es una fuerza inmaterial que s¨®lo puede hacerse perceptible a los humanos tomando posesi¨®n de uno de ellos. Y, fallecida hace un a?o Merceditas Vald¨¦s, el lenguaje musical del altar afrocubano no tiene mejor traductor que L¨¢zaro Ros.
Preservar la tradici¨®n
En las plantaciones de la Cuba colonial se permit¨ªa a los esclavos alegrarse un poco la existencia los domingos. Lo que los amos blancos ignoraban es que, tras aquella bulla aparentemente inocente de atabales y c¨¢nticos, estaban rememorando a sus dioses y preservando las tradiciones africanas.Adem¨¢s, en las ciudades, los espa?oles consintieron que esclavos y negros libertos de una misma naci¨®n se agruparan en cofrad¨ªas o cabildos, sociedades de recreo y ayuda mutua. Desde luego que no es asunto para turistas: los toques de santo no se ofrecen precisamente en las discotecas de los hoteles ni en los locales para bailar salsa. Mejor as¨ª. Ya en su libro La m¨²sica afrocubana, Fernando Ortiz avisaba que "la usurpaci¨®n de un canto ritual para convertirlo en toque de m¨²sica cabaretera ha de suscitar las iras de Chang¨®. ?Cuidadito, pues, con robar la m¨²sica a los dioses!"
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