Postergado equivale a abandonado
?Puede, debe ser aplazada la fecha en que se ha de introducir la moneda europea com¨²n? Hay un debate candente sobre ello. Sin embargo, acerca de los graves problemas que un aplazamiento o incluso un fracaso en la introducci¨®n del euro traer¨ªa consigo, apenas nos dicen nada ni los pol¨ªticos ni los medios de comunicaci¨®n, nada el Bundesbank, el banco federal, y muy poco las asociaciones de empresarios o los sindicatos. El debate alem¨¢n en tomo al euro es de una ingenuidad aterradora. Desde un momento muy temprano, el Parlamento Federal y el Tribunal Constitucional alem¨¢n han ido despertando miedos sobre una supuesta falta de estabilidad del euro, miedos que algunos miembros del Consejo Central Bancario del Bundesbank han fomentado un a?o tras otro. Si estas fuerzas negativas acabaran sali¨¦ndose con la suya, las consecuencias podr¨ªan ser nefastas.Primero. Quien pretendiera postergar la fecha en que se ha de introducir la moneda com¨²n, claramente fijada en el Tratado de Maastricht para, a m¨¢s tardar, el 1 de enero de 1999, tendr¨ªa que completar el tratado con un tratado adicional, el cual tendr¨ªa que ser ratificado a su vez por los 15 Parlamentos nacionales. Quien, en lugar de ello, pretendiese saltarse sin m¨¢s las claras condiciones que establece el tratado correr¨ªa peligro de verse acusado, y probablemente condenado, ante el Tribunal de Justicia Europeo por violaci¨®n del tratado.
Segundo. El simple inicio de una discusi¨®n sobre un aplazamiento entre los Gobiernos implicados llevar¨ªa a que en los mercados de divisas el marco alem¨¢n se revalorizara de nuevo. Con ello, la p¨¦rdida de m¨¢s puestos de trabajo en Alemania en las industrias dedicadas a la exportaci¨®n o expuestas a la competencia de productos importados se har¨ªa inevitable. Lo mismo puede decirse respecto a los sectores de servicios que deben enfrentarse a la competencia internacional, caso de las telecomunicaciones, el transporte, la banca y los seguros.
Tercero. Si se produjera un aplazamiento o incluso el abandono definitivo del proyecto de uni¨®n monetaria, la ideolog¨ªa de masa monetaria que demuestra el Bundesbank estimular¨ªa a los mercados internacionales de finanzas a revalorizar de nuevo el marco alem¨¢n; la consecuencia ser¨ªa una nueva p¨¦rdida de puestos de trabajo. Pero si sigue subiendo el paro, y con ello los gastos que de ¨¦l se derivan, baja simult¨¢neamente el n¨²mero de personas que cotizan a las diferentes cajas de la Seguridad Social, lo cual hace una vez m¨¢s inevitable un nuevo recorte real en las prestaciones sociales y la jubilaci¨®n.
Cuarto. Las monedas de Francia, Italia y Espa?a, as¨ª como de otros Estados de la Uni¨®n Europea, se ver¨ªan expuestas a la presi¨®n de una especulaci¨®n monetaria mundial. Los bancos centrales respectivos intentar¨ªan reaccionar subiendo los intereses, lo cual provocar¨ªa una disminuci¨®n en las inversiones y un consiguiente aumento del paro tambi¨¦n en esos pa¨ªses.
Quinto. Todo aplazamiento implica que el proyecto de uni¨®n monetaria quede abandonado muy probablemente de forma definitiva, pues est¨¢ claro que muchos de los Estados miembros de la Uni¨®n Europea tampoco podr¨ªan cumplir dentro de dos o tres a?os todos los criterios de Maastricht. De esta manera, la integraci¨®n europea sufrir¨ªa la peor de las crisis desde el Plan Schuman de 1950. Los Estados europeos, sin embargo, son por separado y solos demasiado d¨¦biles como para poder afirmarse en el futuro frente a las potencias mundiales de EE UU, China, Rusia, Jap¨®n (y pronto tambi¨¦n la India) y defender con ¨¦xito sus intereses en el comercio mundial, en los mercados financieros internacionales o en asuntos relacionados con la protecci¨®n de la atm¨®sfera y de los mares. Quien interrumpiera la integraci¨®n europea expondr¨ªa a los Estados miembros de la UE de forma definitiva al dominio de Estados Unidos, y con ello a su, en palabras de Fritz Scharpf , "crueldad social" a lo Thatcher.
Sexto. Si el proyecto de uni¨®n monetaria fracasara por culpa de Bonn o si los pueblos y la opini¨®n p¨²blica de nuestros compa?eros de tratado obtuvieran la m¨ªnima impresi¨®n de que la uni¨®n monetaria hab¨ªa fracasado por culpa de la ideolog¨ªa sabelotodo o la terquedad alemana, muy pronto nos ver¨ªamos peligrosamente aislados, "entonces Alemania sufrir¨ªa un trato glacial", tal como preven¨ªa HansDietrich Genscher.
Efectivamente: con su insistencia en el "cumplimiento estricto" de los cinco criterios de convergencia de Maastricht (es decir, las varas por las que se debe medir la igualdad en el discurrir econ¨®mico de los pa¨ªses participantes) y con su "racismo monetario" (Michel Rocard) respecto a los pa¨ªses del sur de Europa, y especialmente respecto a Italia, Alemania ha despertado ya hasta el momento actual m¨¢s antipat¨ªas que en los ¨²ltimos 50 a?os. El canciller federal ha estado permitiendo durante a?os que el ministro secreto de Asuntos Exteriores, el presidente del Bundesbank Tietmeyer (de Kinkel no se ha o¨ªdo nada acerca de esta cuesti¨®n vital), sometiera a todos sus socios a una presi¨®n ideol¨®gica, estela espiritual que sigue tambi¨¦n el ministro de Finanzas Waigel.
Quien haya tenido ocasi¨®n de comprobar in situ el efecto que produce uno de los discursos de Tietmeyer sobre un p¨²blico italiano, el efecto de sus advertencias sobre cosm¨¦ticas estad¨ªsticas y trapicheos, su actitud de desprecio hacia Italia y otros pa¨ªses, quien haya podido comprobar la altaner¨ªa con que se tilda de ilusorio el Pacto de Estabilidad, ¨¦se puede comprender la alegr¨ªa ir¨®nica y los comentarios maliciosos que se pueden o¨ªr y leer en Italia, Espa?a y Suiza, en Francia, Inglaterra y Holanda ante el hecho de que el mismo Walgel acabe pele¨¢ndose con Tietmeyer a causa de esos mismos intentos de trapicheo.
Exigir que los pa¨ªses participantes presentasen un mismo discurrir econ¨®mico (convergencia) como condici¨®n previa para una uni¨®n monetaria no result¨® desde un principio demasiado inteligente. El mismo d¨®lar vale para Luisiana y California, sin que quepa hablar de convergencia econ¨®mica. Tampoco hay convergencia entre Escocia y Londres, y la libra esterlina se usa en ambos sitios, al igual que se utiliza el mismo franco en Luxemburgo y B¨¦lgica, pa¨ªses entre los cuales tampoco hay convergencia econ¨®mica. A la hora de exigir la convergencia supuso adem¨¢s un error a?adido que se dejasen totalmente de lado los ¨ªndices de ocupaci¨®n y de crecimiento y se hiciesen girar los cinco criterios de Maastricht exclusivamente alrededor de datos presupuestarios y de pol¨ªtica econ¨®mica. Ni siquiera Jap¨®n o Estados Unidos podr¨ªan cumplir hoy estos criterios.
A Dios gracias, el Tratado de
Maastricht resulta bastante m¨¢s inteligente -que los se?ores Stoiber ("mantener f¨¦rreamente los criterios de estabilidad") o Sch?uble ("cumplimiento severo de los criterios acordados"). Y es que por encima de los criterios de Maastricht est¨¢ el art¨ªculo 104 c del Tratado de la UE: "Si un Estado no cumple ninguno o s¨®lo uno de estos criterios... se tiene en consideraci¨®n si el d¨¦ficit supera el gasto p¨²blico en inversiones; se consideran, adem¨¢s, todos los factores esenciales, incluida la situaci¨®n econ¨®mica y presupuestaria a medio plazo".Decisoria sigue siendo, por tanto, la mayor¨ªa cualificada del Consejo Europeo. Dicho de forma clara: lo que decide es la voluntad pol¨ªtica de los jefes de Gobierno.
En sus reflexiones, el desempleo siempre ocupar¨¢, desde luego, el primer plano. Sin embargo, el euro ¨²nicamente puede incidir a largo plazo en un crecimiento del empleo, a corto plazo no tiene consecuencias a este respecto. La uni¨®n monetaria no era ni es una pol¨ªtica a favor del empleo, sino m¨¢s bien una necesidad estrat¨¦gica en aras de una afirmaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica de Europa en el mundo. Con todo, quien eche el euro por la borda aumentar¨¢ el desempleo.
"Pero ?qu¨¦ va a ser de mi jubilaci¨®n?", se pregunta en Alemania m¨¢s de uno. La respuesta es: la jubilaci¨®n no depende del euro, sino m¨¢s bien de los ¨ªndices de empleo y de crecimiento de la econom¨ªa alemana.
"?Es que el cambio hacia el euro no equivale a una reforma monetaria como la de 1948, en la que perdimos la mayor parte de nuestros ahorros?". Respuesta: no, no se trata de una liquidaci¨®n de fondos en marcos, sino de un cambio, algo parecido a lo que ocurre cuando se viaja a Mallorca y se cambian marcos por pesetas, transacci¨®n en la que se conserva el pleno poder adquisitivo.
"S¨ª, pero ?qu¨¦ ocurre si m¨¢s tarde el poder adquisitivo del euro disminuye, si no se transforma en una moneda estable, sino en una moneda blanda?". Respuesta: el valor exterior del euro (es decir, el valor de cambio respecto a otras monedas) ser¨¢ m¨¢s estable que el tipo de cambio del marco alem¨¢n, el cual creci¨® ininterrumpidamente en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, encareciendo cada vez m¨¢s los productos alemanes en el extranjero, lo cual incide de forma negativa en el grado de competitividad; antes, los americanos pagaban por un producto que costaba 4.000 marcos 1.000 d¨®lares; hoy, sin embargo, tienen que pagar 2.400 d¨®lares, raz¨®n por la cual compran productos m¨¢s baratos provenientes de Asia Oriental. Por contra, el valor del euro en el mercado com¨²n interior, y con ello tambi¨¦n en Alemania, tendr¨¢ una estabilidad parecida a la que tuvo hasta ahora el marco, pues el Banco Central Europeo es tan independiente respecto a indicaciones pol¨ªticas como lo ha sido hasta ahora el Bundesbank.
"Pero ?qu¨¦ ocurre si tambi¨¦n en el futuro Italia o Espa?a, Francia o Alemania, siguen gastando m¨¢s dinero del que ingresan y se acumulan as¨ª los d¨¦ficit?". Respuesta: como el art¨ªculo 104 del Tratado de Maastricht proh¨ªbe que el Banco Central Europeo conceda cr¨¦ditos a la UE o a cualquiera de los Estados miembros, los Estados que presenten una econom¨ªa deficitaria tendr¨¢n que buscarse cr¨¦ditos en los mercados financieros privados. Cuantas m¨¢s deudas contraigan estos Estados, mayores ser¨¢n los intereses que tengan que pagar y mayor tambi¨¦n el castigo que se inflijan a s¨ª mismos. Hasta ahora, el banco central respectivo pod¨ªa ser obligado pol¨ªticamente a poner m¨¢s dinero en circulaci¨®n, lo cual constitu¨ªa precisamente el motivo principal de inflaci¨®n en esas econom¨ªas. Pero, a partir del 1 de enero de 1999, cada banco central nacional no ser¨¢ m¨¢s que una sucursal subordinada del Banco Central Europeo comunitario.
"Pero ?por qu¨¦ entonces los se?ores del Bundesbank est¨¢n en contra del euro?". Respuesta: porque les duele que se les reduzca a la categor¨ªa de sucursal subordinada y porque consideran que su ideolog¨ªa, bastante peculiar en el mundo, es la ¨²nica que puede garantizar la prosperidad.
Alemania se encuentra hoy en un. estado de grave desequilibrio econ¨®mico: un desempleo creciente y una creciente cuota estatal elevan mutuamente sus niveles, como en tiempos de los decretos de emergencia de Heinrich Br¨¹ning. Ante esto, el pacto para el empleo no representar¨ªa m¨¢s que una farsa, la intenci¨®n de anular la continuidad en la paga para los trabajadores enfermos (a prop¨®sito, por qu¨¦ no en el caso de los empleados, ejecutivos y pol¨ªticos?) supondr¨ªa una tonter¨ªa sin efectos pr¨¢cticos, y la ampliaci¨®n de la hora de cierre de los comercios, un sinsentido.
El desempleo se mantiene, a no ser que los pol¨ªticos en Bonn reconozcan que ellos mismos son los que sustentan la responsabilidad principal de ello, que reconozcan que su responsabilidad frente a la naci¨®n es bastante m¨¢s importante que sus jueguecitos t¨¢cticos para obtener y conservar el poder. El desempleo se mantiene, a no ser que los pol¨ªticos logren flexibilizar el mercado de trabajo eliminando, por ejemplo, de la Ley de Convenios Colectivos, su car¨¢cter vinculante general, y de la Ley de Reg¨ªmenes Empresariales, el car¨¢cter nulo de los acuerdos de empresa; a no ser que eliminen miles de p¨¢rrafos de este tipo, que limitan a nuestras empresas y entre ellas especialmente a las industrias medias. Una vez m¨¢s, la pol¨ªtica tiene que elevar la libertad empresarial en Alemania desde muy abajo en el listado de Estados, al grupo de cabeza, tal como Ludwig Erhard ense?¨® a hacerlo hace medio siglo. ?Fuera los miles de reglamentos de autorizaci¨®n y las miles de instancias obstaculizadoras! El Estado tiene que tachar de una vez por todas las subvenciones a los sectores econ¨®micos anticuados e incapaces de competir, concentr¨¢ndose, en lugar de ello, plenamente en la investigaci¨®n y en la fabricaci¨®n de productos punteros que todav¨ªa no se puedan producir en Asia. Para ello necesitamos naturalmente mejores universidades, universidades m¨¢s efectivas, lo cual equivale a decir que es necesario que compitan entre ellas. Antes que nada, hay que poner fin a la eterna tutela estatal.
El tema m¨¢s importante para los alemanes es acabar con el paro. Quien, en lugar de ello, quiera hacer del euro el asunto m¨¢s importante no est¨¢ a la altura de sus responsabilidades.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.