La nota entr¨®
El 'rockero' John McEnroe se presenta en la capital raqueta y con un sonido ¨¢spero
En vez de una raqueta empu?aba una Gibson Les Paul roja de cachas nacaradas, una de las m¨¢s legendarias guitarras el¨¦ctricas, y en vez de potentes saques y r¨¢pidas voleas despachaba un ¨¢spero rock extra¨ªdo de la mejor escuela americana de Seattle, con sabor a Hendrix o Nirvana. No llevaba pantal¨®n corto ni calzaba deportivas; un vaquero y unas botas de motero Harley eran, con una sencilla camiseta blanca, todo su atuendo. Pero todos sab¨ªan que el rockero que ocupaba la noche de San Juan el escenario del Chesterfield Caf¨¦ era nada menos que John McEnroe, el m¨ªtico tenista que en los ochenta alcanz¨® fama tanto aniquilando enemigos en los torneos del Grand Slam como discutiendo con los ¨¢rbitros o cabre¨¢ndose con el p¨²blico, las c¨¢maras de televisi¨®n o los recogepelotas.Y esa fama le puede. Curiosos de todo Madrid y mucha colonia americana asist¨ªan imp¨¢vidos a sus evoluciones de rockero maldito sin intenci¨®n de ofenderle para que no pillara otro enfado y dejara al respetable sin actuaci¨®n. Una fama que ahora se torna injusta. McEnroe es un simp¨¢tico showman que se defiende a: las mil maravillas al frente de una banda sobria, pero eficaz, de rock and roll moderno. Siempre dijo, incluso en ¨¦pocas en que era el n¨²mero uno del tenis mundial, que a ¨¦l le gustaba m¨¢s la guitarra que la raqueta, y desde luego se nota que se lo pasa de lo lindo. La prensa brit¨¢nica le puso el apodo de Superni?ato cuando arrasaba en la hierba r¨¢pida de Wimbledon, donde el lunes mismo, antes de su actuaci¨®n madrile?a, recibi¨® un homenaje por sus tres trofeos all¨ª conseguidos. Pero, aunque ahora est¨¢ de comentarista del torneo para una cadena de televisi¨®n americana, s¨®lo quiere hablar de m¨²sica.
En la primera de las- tres noches que act¨²a en Madrid (con entrada gratuita) empez¨® su recital dedicando una suave pieza a su amigo fallecido Vitas Gerulaitis, tambi¨¦n tenista y rockero, con quien comparti¨® canchas y canciones. Fue ¨¦sa, junto a una alusi¨®n a Carles Moy¨¢ -al que felicit¨® por haber pasado esa misma tarde la primera manga en Londres-, la ¨²nica referencia al tenis en toda la noche. McEnroe, con 37 a?os, calva incipiente, canas en las sienes y un pendiente min¨²sculo en su oreja izquierda, no disimul¨® ni un momento que se estaba divirtiendo, con tanta vehemencia que quer¨ªa hablar siempre en castellano.
Rog¨® con insistencia una majou, pero con su acento neoyorquino costaba adivinar que se: refer¨ªa a la cerveza. Acompa?ado por el guitarrista Keith Mack, el baterista Dave Borla y el bajista Chris Scianni, McEnroe, con la guitarra al rev¨¦s, como buen zurdo, record¨® que no en vano ha tocado en sesiones con Aerosmith, Van Halen o Buddy Guy y dio una lecci¨®n de rock aguerrido sin florituras. Tal vez no haga historia en el rock como la hizo en el tenis, pero le da igual y lo dej¨® bien claro: "S¨®lo me divierto. No quiero ganar dinero con el rock, pero tampoco quiero perderlo".
John MeEnroe, Chesterfield Caf¨¦. Serrano Jover, 5; metro Arg¨¹elles. 23.30. Gratuito. Hoy, ¨²ltimo d¨ªa.
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