Comicidad y atrocidad
Bernie tiene 30 a?os, lleva toda una vida en orfanatos y desconoce su origen. Tiene un plan: ha logrado reunir 400.000 francos que le servir¨¢n para ir tirando mientras encuentra a sus padres biol¨®gicos, y a esa tarea dedicar¨¢ todos sus esfuerzos. As¨ª contada, Bernie podr¨ªa dar para cualquier registro, melodrama incluido. Sin embargo, Albert Dupontel decide orientar las cosas hacia un terreno impensable: la comedia populista, desastradamente negra, con incursiones en el gore. Mezcla explosiva, pero que funciona.Las ra¨ªces est¨¦ticas, y tambi¨¦n su ambici¨®n cr¨ªtica, sit¨²an al filme en la misma estela de otras experiencias anteriores, y pienso sobre todo en el cine de un Claude Faraldo, cuyo Themroc fue uno de los t¨®temes progres de las carteleras de los primeros a?os de la democracia. No es que el filme se le parezca, pero por ah¨ª van las cosas: lo que el descerebrado Bernie hace no est¨¢ lejos de aquel troglodita que se dedicaba a comerse a un poli y a follar con sus vecinas.
Bernie
Director: Albert Dupontel. Francia, 1996. Int¨¦rpretes: A. Dupontel, Claude Perron, Roland Blance. Madrid: cines Princesa y Renoir (V. 0.).
Incapaz de asumir que fue directamente arrojado a la basura por sus progenitores, Bernie se inventa una fabulosa historia, con mafiosos incluidos, un romance del todo imposible con una yonqui y una soluci¨®n en forma de ba?o de sangre que se intuye desde el comienzo.
Llena de golpes de efecto, con un humor sencillamente atroz y con gags visuales que dan cuenta de que Dupontel -que encarna al propio Berme- ha visto mucho cine, la pel¨ªcula avanza con la misma precisi¨®n que un bulldozer, arrasando a su paso el buen sentido y la instituci¨®n familiar, y poniendo a prueba la resistencia del respetable a base de endilgarle pu?etazos en el est¨®mago. Es una pel¨ªcula decididamente a la contra, hecha desde la m¨¢s absoluta independencia narrativa, y sin preocuparse por lo bien o mal que se lo pasen los personajes.
Pero tiene algo m¨¢s, que lo convierte no s¨®lo en un pasatiempo sanguinolento. Tras sus rijosos pliegues y su desconcertante sentido del humor, esconde un ¨¢cido alegato contra la aculturaci¨®n. Hijo de un americano cuyo nombre real es el de un dibujo animado, Bernie s¨®lo aspira a lo que ve en la televisi¨®n y suena con un rancho en el que vivir¨¢ feliz con sus padres y con su chica. Y no s¨®lo eso, graba en v¨ªdeo una confesi¨®n de su vida porque intuye que en la sociedad del espect¨¢culo s¨®lo se es si se sale en televisi¨®n... Delirante, inspirada y contundente, Bernie es bastante m¨¢s que una comedia: es un atentado contra los buenos modales, la educaci¨®n, y un contundente aviso de por d¨®nde van los tiros en Francia.
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