Espa?oles visibles e invisibles
Juan Goytisolo vive desde hace 20 a?os en una casa situada en una calleja de la medina de Marraquech. Como ocurre siempre en el urbanismo isl¨¢mico, la vivienda no descubre nunca desde un exterior de muros altos y desnudos los placeres del interior. Un fresco patio, repleto de flores y de plantas, acoge 1 a los visitantes mientras las habitaciones circundantes protegen a los due?os de la casa del inmisericorde sol que fustiga Marraquech a comienzos del verano. Aqu¨ª se siente el escritor m¨¢s hospitalario y feliz que en los cen¨¢culos literarios de Par¨ªs o de Madrid, seg¨²n confiesan todos aquellos que lo tratan con frecuencia. Goytisolo sigue a rajatabla los ritmos que impone el Magreb. Madruga todos los d¨ªas, trabaja desde las ocho de la ma?ana hasta las dos de la tarde y tras la comida y una imprescind¨ªble siesta acude, cuando el sol ya declina, a la plaza de Xem¨¢a el Fna¨¢.El intelectual es ya un personaje popular en Marraquech, hasta el punto de que a muchos turistas espa?oles les basta con preguntar por Juan para que alg¨²n marroqu¨ª les indique el camino de su casa o de su rinc¨®n preferido en la plaza. Sonr¨ªe, por ello, Goytisolo cuando se le pregunta por otra espa?ola, famosa de la prensa del coraz¨®n y tambi¨¦n residente en Marraquech. En una urbanizaci¨®n de lujo de los alrededores de esta ciudad pasa largas temporadas Carmina Ord¨®?ez. El escritor no puede evitar la iron¨ªa cuando hace referencia a unas declaraciones de Ord¨®?ez en las que calificaba a Goytisolo de espa?ol invisible en Marraquech. "Tiene gracia", comentaba el autor, "que diga eso precisamente una persona que vive en un mundo exclusivo y protegida por el lujo y los vigilantes de seguridad mientras a m¨ª cualquiera puede encontrarme en la plaza".
Estr¨¦s y t¨¦
Visible e invisible un publicista catal¨¢n que hace seis a?os decidi¨® acabar con los agobios y compr¨® una preciosa vivienda en la medina para acoger hu¨¦spedes ansiosos de contemplar noches de estrellas con el ¨²nico rumor de fondo de las llamadas a la oraci¨®n desde las mezquitas. "Salvo estar sentado, aqu¨ª todo lo dem¨¢s produce estr¨¦s", se?ala Jordi Lama, mientras prepara con mimo un delicioso t¨¦ a la menta. Si escasos, aunque significativos son los espa?oles que han apostado por una forma de vida absolutamente diferente, las aves de paso abundan cada vez m¨¢s. Los gritos de "amigo, amigo" o "barato, barato" de los vendedores ambulantes indican bien a las claras que el turismo espa?ol est¨¢ en auge.Alguien ha debido instruir a los comerciantes de Marraquech para que espeten a bocajarro un sonoro "catal¨¢n" a todo aquel turista espa?ol que se niegue a aceptar el precio. Pero esta traslaci¨®n a las puertas del desierto del mito de la taca?er¨ªa catalana no obsta para que muchos marroqu¨ªes reciten casi de carrerilla la alineaci¨®n del Bar?a.O pidan camisetas del Real Madrid. Que para ellos tanto monta, monta tanto.
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