Murieron con las orejas puestas
Chiquil¨ªn, que debe de medir 1'80, dio unos naturales al amanoletado estilo y sus toros se le murieron con las orejas puestas. A Luis Miguel Encabo y a Uceda Leal, que explayaron detalles toreros, tambi¨¦n se les murieron los toros con las orejas puestas.Que los toros de Los Eulogios, tan boyantones, se les murieran con las orejas puestas a tres toreros en edad de merecer, no ten¨ªa l¨®gica alguna.Es como si le sirven un fastuoso cocido a un hambriento y va y lo tira a la basura.
Los toros de Los Eulogios, varios anovillados, ninguno de apabullante estampa, flojitos sin excepci¨®n y pastue?os en su inmensa mayor¨ªa, ensefiaban las orejas humillando la cerviz y esos j¨®venes toreros, se supone que con perentoria necesidad de contratas, no consegu¨ªan cort¨¢rselas.
Eulogios / Chiquil¨ªn, Encabo, Uceda
Toros de Los Eulogios, tres primeros anovillados, resto con trap¨ªo; flojos; nobles en general.Chiquil¨ªn: dos pinchazos -avisoy bajonazo descarado (silencio);pinchazo, estocada trasera, rueda de peones y descabello (silencio). Luis Miguel Encabo: espadazo que tropieza en una banderilla y estocada ca¨ªda (escasa petici¨®n y vuelta protestada); pinchazo hondo baj¨ªsimo, espadazo que tropieza en una banderilla, pinchazo y estocada ca¨ªda (divisi¨®n cuando saluda por su cuenta). Uceda Leal: estocada corta trasera (palmas y sale al tercio); pinchazo y estocada corta escandalosamente baja (aplausos y salida al tercio). Plaza de Las Ventas, 29 de junio. Media entrada.
Le digo a usted...
Detalles s¨ª mostraron, en cambio, con desigual cuant¨ªa y relativa fortuna. Los de Chiquil¨ªn, amanoletando su toreo, se circunscribieron a los naturales aludidos, y apenas lleg¨® a cuajar media docena de dicha marca entre sus dos deshilvanadas y escasamente templadas Taenas.
Luis Miguel Encabo desgran¨® los detalles toreros en todos los tercios y fueron especialmente relevantes los que se refieren al toreo de capa. Fue un detalle que se embraguetara en las ver¨®nicas, que ci?era las medias ver¨®nicas, que entrara a quites, que ofreciera un variado muestrario en el que no faltaron chicuelinas ni navarras, revoleras ni serpentinas, y puestos a elegir lances, corresponder¨ªa destacar la larga afarolada con que puso en suerte ante el caballo al quinto toro.
Banderille¨® Luis Miguel Encabo con m¨¢s voluntad que ajuste y realiz¨® sendas faenas de muleta m¨¢s bullidoras que art¨ªsticas. La que aplic¨® al segundo toro de la tarde result¨® muy movida, y menos la que le cuaj¨® al quinto. En la del segundo, continuamente rectificaba terrenos Encabo, y sucedi¨® que una misma tanda de pases se desarrollaba tanto en los terrenos del tendido 1 que en los del 9. Y as¨ª no puede ser.
No puede ser que un torero -caso de Encabo- d¨¦ un derechazo o un natural en el tendido 1, el siguiente en el 9, otro en el 10, el cuarto en el 8... Algunos de esos pases le sal¨ªan de buena factura, es cierto, pero no habiendo ligaz¨®n y corriendo en cada remate se perd¨ªa el sentido del arte de torear. Al quinto toro le lig¨® varias tandas de muletazos -varios de ellos aut¨¦nticamente hondosy se not¨® la diferencia. Ah¨ª s¨ª hab¨ªa toreo verdadero.
Nadie ha dicho que ligar los pases sea f¨¢cil. Por el contrar¨ªo, quiz¨¢ constituya el momento m¨¢s peligroso del toreo. Aquello de embarcar el viaje del toro con mando, marcarle la salida donde es debido y embeberlo en la muleta sin soluci¨®n de continuidad tiene sus pelenguendengues. Lo comprob¨® Uceda Leal en sus carnes. A poco de iniciar sus primera faena ya se hab¨ªa echado la pa?osa a la izquierda, ya estaba ligando los naturales y, al iniciar el tercero, el toro le atrap¨® y se lo ech¨® a los lomos.
Sali¨® Uceda Leal ileso del percance y volvi¨® a la cara del toro, pero ya tom¨¢ndolo por la derecha, ya no tan cruzado, ya sin demasiado empe?o en ligar los pases ganando terreno... De todos modos, el toro, que sac¨® genio, planteaba serios problemas. El sexto, por el contrario, sac¨® una dulce embestida, nobleza pastue?a, y Uceda Leal, que es un magn¨ªfico muletero, lo tore¨® por redondos con largura, gusto y ligaz¨®n. A ese toro le debi¨® cortar las orejas. Si se apura, podr¨ªa decirse que las hab¨ªa empezado a cortar cuando recre¨® los redondos. Sin embargo le falt¨® al torero acoplarse en los naturales; le falt¨® aplomo y temple en los ayudados y sufri¨® un desarme; le falt¨® matar bien pues mat¨® de horrendo bajonazo. Demasiado le falt¨® a Uceda Leal. El torito noble se le muri¨® con las orejas puestas y lo arrastraron ,as¨ª hasta el desolladero.
Lleno de orejas estaba el desolladero. Doce orejas de toritos buenos, mientras los tres diestros en edad de merecer se marchaban a casa por su pie, con las manos vac¨ªas. Le digo a usted...
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