Hong Kong: una preocupaci¨®n occidental
"?Quiere saber cu¨¢l ser¨ªa una buena pol¨ªtica norteamericana hacia Hong Kong? Puede sonar un poco simple, pero deber¨ªan intentarlo: d¨¦jennos solos". Esta frase, de Ronnie Chan, una destacada personalidad del mundo econ¨®mico de Hong Kong (y que recog¨ªa el International Herald Tribune el pasado 6 de junio), podr¨ªa simbolizar la actitud de gran parte de los ciudadanos de este territorio, y tambi¨¦n de otros pa¨ªses asi¨¢ticos, ante los an¨¢lisis negativos y pesimistas que se est¨¢n haciendo en muchos pa¨ªses occidentales en relaci¨®n con la pr¨®xima devoluci¨®n de Hong Kong a China.China elabor¨® la consigna de "un pa¨ªs, dos sistemas" para representar su compromiso de mantener las caracter¨ªsticas de Hong Kong -una econom¨ªa de mercado cori sus propias leyes e instituciones, imperio de la ley, libertades individuales y de informaci¨®n- en el seno de una Rep¨²blica Popular que en teor¨ªa tiene un r¨¦gimen socialista. ?Podr¨¢ mantener efectivamente Hong Kong su autonom¨ªa?
Hay un aspecto esencial res pecto al funcionamiento futuro de Hong Kong que ha sido tenido poco en cuenta, y es el alto grado de separaci¨®n que va a mantener respecto al resto de China. Quiz¨¢ el elemento m¨¢s significativo de esta separaci¨®n es que la frontera entre Hong Kong y China seguir¨¢ existiendo. Es decir, los ciudadanos del resto de China no van a poder entrar en Hong Kong libremente, sino que van a estar sometidos a serias restricciones (como han estado hasta ahora). Que dentro de un pa¨ªs exista una frontera con un territorio que forma parte del mismo constituye un rasgo ins¨®lito en la comunidad interna cional.
Hong Kong va a mantener su propia moneda, sus leyes, sus jueces, su polic¨ªa, su autoridad monetaria. Va a seguir perteneciendo, con una identidad diferenciada, a numerosos organismos internacionales. Hong Kong, por ejemplo, es miembro de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio desde 1995 (y seguir¨¢ si¨¦ndolo con una identidad propia en el futuro), mientras que China todav¨ªa no ha logrado culminar sus negociaciones para incorporarse a este organismo.
Hong Kong, por tanto, no va a ser absorbida de manera indiscriminada en la Rep¨²blica Popular China, en sus leyes, en su marco pol¨ªtico e institucional. Desde el punto de vista de su funcionamiento, muy poco va a cambiar en Hong Kong a partir del 1 de julio de 1997.
El inter¨¦s de China. Existen tres motivos fundamentales por los que China se va a esforzar para que la vida en Hong Kong se vea poco afectada tras el 1 de julio, para que se convierta en una realidad el principio de "un pa¨ªs, dos sistemas". En primer lugar, Hong Kong cumple, como es bien sabido, una funci¨®n de valor incalculable para la econom¨ªa china y para sus relaciones con el exterior. Si la reforma est¨¢, como todo parece indicar, s¨®lidamente asentada; si es descartable una involuci¨®n de la misma, si la apertura al exterior sigue siendo uno de los ejes irreversibles de la pol¨ªtica china, entonces ser¨¢n las propias autoridades de Pek¨ªn las m¨¢s interesadas en que la situaci¨®n de Hong Kong se modifique lo menos posible, en que el mundo contin¨²e viendo en este territorio una puerta de entrada en el mercado chino, un centro comercial, financiero y de comunicaciones estrat¨¦gico no s¨®lo para China, sino para todo el Extremo Oriente.
En segundo lugar, existe un argumento que podr¨ªamos llamar psicol¨®gico-pol¨ªtico. Hong Kong ha conocido el ¨¦xito econ¨®mico bajo el Gobierno de Gran Breta?a. Si bajo el Gob¨ªerno de la Rep¨²blica Popular Hong Kong perdiera este ¨¦xito econ¨®mico, ello significar¨ªa una p¨¦rdida de cara, una humillaci¨®n, para los gobernantes de Pek¨ªn. Que Hong Kong siga funcionando con eficacia, que mantenga el dinamismo que le ha caracterizado durante tantos a?os, es un objetivo que el r¨¦gimen de Pek¨ªn se esforzar¨¢ por todos los medios por alcanzar.
En tercer lugar, lo que ocurra en Hong Kong ser¨¢ decisivo para la evoluci¨®n del problema de Taiwan. En Taiwan se est¨¢ a la espera de ver qu¨¦ es lo que pasa con Hong Kong. Si la reincorporaci¨®n tiene ¨¦xito, si efectivamente se hace realidad el principio de "una naci¨®n, dos sistemas", si Hong Kong puede seguir disfrutando de sus peculiaridades econ¨®micas y pol¨ªticas en relaci¨®n con el resto de China y su nivel econ¨®mico no se ve perjudicado, ello constituir¨¢ un aliciente de primer orden para que la poblaci¨®n de Taiwan vea con menos recelo la reunificaci¨®n con China continental. Si la experiencia de Hong Kong es traum¨¢tica, la posibilidad de una reunificaci¨®n pac¨ªfica se alejar¨¢ en el tiempo.
Por otra parte, existe una raz¨®n de fondo que avala la credibilidad de la idea de "un pa¨ªs, dos sistemas". Esa raz¨®n es que China, con su proceso de reforma, est¨¢ evolucionando hacia una econom¨ªa de mercado, alej¨¢ndose de su naturaleza socialista. Con el tiempo, el fen¨®meno que se producir¨¢ es que China se ir¨¢ acercando a las caracter¨ªsticas socioecon¨®micas de Hong Kong, m¨¢s que el proceso contrario que algunos temen.
El voto del mercado. ?Qu¨¦ ocurre mientras tanto en la realidad econ¨®mica? La Bolsa ha subido en los ¨²ltimos meses, y lo mismo ha ocurrido con el mercado inmobiliario: el precio de las viviendas ha aumentado un 20% en los ¨²ltimos seis meses. Ya son m¨¢s de 800 las empresas multinacionales que han establecido en Hong Kong su centro regional para operaciones en Asia. El pasado mes de mayo, la agencia Standard & Poor's mejor¨® la valoraci¨®n del riesgo de Hong Kong. El crecimiento econ¨®mico se ha acelerado (fue de un 4,7% en 1995, y se espera que este a?o sea de un 5,5%). El voto del mercado se puede considerar, por tanto, como positivo respecto a la evoluci¨®n futura de Hong Kong.
Para los gobernantes chinos, para los cuales Gran Breta?a se apoder¨® de Hong Kong de manera ileg¨ªtima en el siglo XIX mediante la presi¨®n de las armas, la recuperaci¨®n de este territorio constituye la reparaci¨®n de una injusticia. China nunca ha reconocido la legitimidad de la posesi¨®n brit¨¢nica de Hong Kong. Esta ha sido, para el Gobierno de Pek¨ªn, fruto de una agresi¨®n. Por ello, el enfrentamiento con Gran Breta?a ha adquirido un car¨¢cter de defensa de la soberan¨ªa nacional de China, a la que ve¨ªan amenazada, una vez m¨¢s, por una agresi¨®n exterior.
Este planteamiento es compartido ampliamente en los dem¨¢s
pa¨ªses asi¨¢ticos, en los que la reincorporaci¨®n de Hong Kong
a China no se percibe en absoluto como algo negativo. Para muchos asi¨¢ticos, el 1 de julio marca el final del colonialismo occidental en Asia.Ser¨ªa exagerado decir que el funcionamiento de Hong Kong no va a cambiar absolutamente nada tras su reincorporaci¨®n a China. Sin duda cambiar¨¢. Cuestiones pol¨ªticas como el T¨ªbet o la indepenclencia de Taiwan ya no podr¨¢n -con toda probabilidad- ser tratadas en los medios de comunicaci¨®n con la misma libertad que antes. Igualmente, tampoco podr¨¢ desarrollarse con la misma libertad que antes la actividad de los grupos pol¨ªticos opuestos al r¨¦gimen de Pek¨ªn. Es dif¨ªcil pensar que Pek¨ªn podr¨¢ refrenarse de interferir en determinados momentos en el Gobierno del territorio. Como ha escrito en la revista Foreign Affairs uno de los periodistas m¨¢s prestigiosos de Hong Kong, Frank Ching, "decir que no van a interferir es un poco como si una persona zurda prometiera que s¨®lo va a usar su brazo derecho. La intenci¨®n puede ser buena, pero antes de que se d¨¦ cuenta empezar¨¢ a usar su brazo izquierdo otra vez".
Pero, en conjunto, creo que existen razones s¨®lidas para pensar que estos cambios no tendr¨¢n ni tanto alcance cuantitativo ni ser¨¢n tan perjudiciales para Hong Kong como auguran buena parte de los an¨¢lisis que se han realizado en los ¨²ltimos tiempos.
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