Pesadilla de fuego y humo
Nueve cad¨¢veres fueron hallados, amontonados, en una de las c¨¢maras del buque
La fortuna quiso que Juli¨¢n Mart¨ªnez Montoya, un montador valenciano de Uni¨®n Naval de Levante, se marchase al taller a recoger unas piezas que le faltaban cuando se produjo la explosi¨®n. La suerte que no tuvo su compa?ero Jos¨¦ Vicente Esteve Engu¨ªdanos, de 49 a?os, un montador de motores de la misma empresa que hab¨ªa pasado un a?o de baja tras romperse una mu?eca y que a penas hac¨ªa tres meses que se hab¨ªa reincorporado al trabajo en el puerto. Ha dejado viuda y dos hijos.Los trabajadores que escaparon a la muerte y los familiares de los que perdieron la vida se consolaban mutuamente ayer por la tarde junto al Instituto Anat¨®mico Forense de Valencia mientras esperaban la llegada de los f¨¦retros de las 18 v¨ªctimas del Proof Spirit. Los ata¨²des llegaron a las dependencias del instituto poco antes de la seis, de cuatro en cuatro, en furgonetas de la funerar¨ªa.
All¨ª se vivieron escenas de familias desgarradas. "?Quiero ver a mi hermano!", lloraba desconsolada una hermana de Esteve. El cu?ado de la v¨ªctima, Jos¨¦ D¨ªaz, resum¨ªa el estado general: "Nos hemos quedado sin sangre en las venas", y anunciaba que pedir¨¢n responsabilidades si se ha cometido alguna negligencia.
Emilio Lucena, que trabaja en una gr¨²a, est¨¢ convencido de ello. Seg¨²n este operario, la empresa no par¨® los trabajos que se realizan con sopletes durante las labores de carga de combustible en la nave, que dura unas seis horas. "A la empresa le cuesta mucho dinero pagar a los 50 trabajadores durante la media jornada. que se tarda en cargar, por eso no lo hicieron", dec¨ªa enfadado.
Eran acusaciones veladas de que en el Proof Sp¨ªrit no se extremaron las precauciones. Lucena se emocion¨® cuando descubri¨®, mientras ayudaba a trasladar los cad¨¢veres, que uno de sus compa?eros a¨²n estaba vivo.Los ojos enrojecidos por las l¨¢grimas de Javier Primoy, un operario gallego que instalaba tubos, vieron a media ma?ana pasar por delante una gran llamarada. Estaba en el bar, en la primera planta, y pudo salir por las escaleras con dos compa?eros. Pero la mitad de los 14 miembros de su contrata perecieron dentro del barco, en una "pesadilla de fuego y humo".
Las escenas de congoja y dolor eran casi calcadas de las que sucedieron por la ma?ana en el puerto. "Esta es la lista de todos los trabajadores muertos; los dem¨¢s est¨¢n sanos y salvos, que no haya m¨¢s preocupaci¨®n", insisti¨® ayer Vicente Garc¨ªa, director adjunto de Uni¨®n Naval de Levante, ante familiares y allegados tras terminar de leer en voz alta los nombres de las v¨ªctimas de la tragedia que ayer seg¨® la vida a 18 trabajadores en el puerto de Valencia.
Decenas de personas se agolpaban en la entrada sur del astillero velenciano bajo un sol asfixiante a las dos y media de la tarde, tres horas despu¨¦s de la cat¨¢strofe. Tras la lectura, que dej¨® helados a unos y alivi¨® profundamente a muchos otros, hubo escenas de desgarro e histeria.
A medida que llegaban a la recepci¨®n del muelle se repet¨ªan las escenas desgarradoras. "Mi hijo, mi hijo", gritaba una madre angustiada al borde del desmayo tras leer la lista mecanografiada.
Empleados de la empresa la llevaron a la enfermer¨ªa del centro, donde otros familiares se recuperaban del calor. "?Qu¨¦ voy a hacer ahora?", peguntaba inundada en l¨¢grimas la novia de unode los trabajadores muertos minutos despu¨¦s de enterarse de la tragedia. El goteo de noticias y rumores no convenci¨® a muchos de los que permanec¨ªan ansiosos en la recepci¨®n. "Yo no lo he visto y has que no lo vea por la puerta no me quedo tranquila", aseguraba nerviosa una mujer a pesar de que a su alrededor le juraban que su marido no estaba en la lista de fallecidos.
"Esto no ha pasad aqu¨ª en la vida", aseguraba un jubilado de Uni¨®n Naval de Levante cuyo hijo tambi¨¦n trabaja en la misma empresa. Como ¨¦l muchos ex trabajadores con tiempo se libres acercaron hasta la instalaciones poco despu¨¦s del accidente. Fueron los primeros en llegar y comunicaban a los familiares que llegaban minuto a minuto los detalles del suceso. Todos se conoc¨ªan de referencia. "Ha muerto Ximo el tornero, el Toni, el Nene, el Romerito", informaba un veterano a otros compa?eros.
"Pobre Guillermo est¨¢bamos todos sol dando y se ve que ha bajado un momentoai la sala de m¨¢quinas; le ha tenido que pillar la humareda y como all¨ª no hay salida...", explicaba a otros compa?eros un soldador. Como muchos otros trabajadores del astillero, calific¨® las tripa del Proof Spirit como "una ratonera".
Lol protagonistas del rescate de las v¨ªctimas tambi¨¦n contaban su versi¨®n. "Las escenas m¨¢s dantescas las hemos visto en una c¨¢mara, donde hab¨ªa nueve cad¨¢veres, unos encima de otros, a los que no les ha dado tiempo de salir", explic¨® con la cara tiznada Jos¨¦ Mariano, sargento de bomberos, tras salir del buque. "Hac¨ªa mucho calor y hab¨ªa mucho humo", se lament¨®.
Cinco horas despu¨¦s de la terrible tragedia, los allegados eran llamados para identificar los cad¨¢veres, que reposaban en el muelle del astillero a escasos metros del buque. Un joven se neg¨®: "No, yo no entro, prefiero recordarle tal y como era".
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