?Se mudar¨¢ alg¨²n d¨ªa el FMI a Europa?
Si la Uni¨®n Europea se comportara verdaderamente como una uni¨®n pol¨ªtica, se producir¨ªan efectos asombrosos en las estructuras econ¨®micas del mundo entero. Simb¨®licamente, hasta la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI) tendr¨ªa que trasladarse de Washington a una capital europea, puesto que sus estatutos establecen que residir¨¢ en el pa¨ªs que pague la cuota- m¨¢s elevada. ?se ha sido, desde la creaci¨®n del FMI, Estados Unidos, pero, si se sumaran las aportaciones de todos los pa¨ªses miembros de la UE, Washington pasar¨ªa a ocupar un segundo lugar.Seguramente por muchos a?os, los casi 3.000 funcionarios del Fondo no tienen por qu¨¦ preocuparse. Pensar en una uni¨®n pol¨ªtica de ese tipo es una enso?aci¨®n (o una pesadilla, seg¨²n desde qu¨¦ lado se mire). De momento, en lo ¨²nico que est¨¢ permitido pensar es en la uni¨®n monetaria. Y la moneda ¨²nica, el euro, despierta cada vez m¨¢s sentimientos contradictorios en Estados Unidos.
Oficialmente, el presidente Clinton ha expresado su deseo de que todo el proceso vaya razonablemente bien (y as¨ª lo reiterar¨¢ estos d¨ªas en Madrid, con motivo de la cumbre de la OTAN). Extraoficialmente, es cada d¨ªa m¨¢s frecuente que la prensa norteamericana publique art¨ªculos sobre el tema en tono preocupado o francamente alarmista.
La mayor¨ªa de los analistas estadounidenses, tanto comentaristas pol¨ªticos como asesores financieros, da por descontado que el euro arrancar¨¢ el 1 de enero de 1999, pero se pregunta tambi¨¦n qu¨¦ efecto tendr¨¢ sobre el d¨®lar. ?Competir¨¢ internacionalmente como divisa de reserva?, ?se ir¨¢n desprendiendo los pa¨ªses europeos de parte de los d¨®lares que tienen acumulados?
Parece claro que los pa¨ªses de la zona del euro reducir¨¢n el volumen de sus reservas de divisas. Primero, porque ya no tendr¨¢n qu¨¦ hacer frente a ataques especulativos sobre su propia moneda y, despu¨¦s, porque no necesitar¨¢n tantas divisas para atender al pago de las importaciones: en estos momentos, el 60% del tr¨¢fico comercial de los Quince se realiza ya entre ellos mismos. Parece tambi¨¦n probable que diversifiquen las reservas restantes, de forma que el d¨®lar se equilibre con el yen y con el franco suizo.
M¨¢s dif¨ªcil es saber si terceros pa¨ªses recurrir¨¢n a la moneda europea no s¨®lo para sustituir sus reservas actuales de marcos, sino tambi¨¦n para, en cierta medida, cambiar d¨®lares por euros. Depender¨¢ de la fortaleza y estabilidad de la nueva moneda: del ¨¦xito de los criterios del futuro Banco Central Europeo (partidario de un euro duro y tipos de inter¨¦s altos) o de quienes estiman que los tipos de inter¨¦s tienen que ser m¨¢s bajos para permitir el crecimiento econ¨®mico y el descenso del desempleo en Europa.
Algunos documentos de trabajo difundidos este a?o por el propio FMI sugieren que los terceros pa¨ªses pueden encontrar en el euro mayores incentivos de los que hoy encuentran en el marco y, consecuentemente, "mayores incentivos para diversificar sus reservas en moneda extranjera lejos del d¨®lar". "Parece claro", explica otro de esos documentos, "que la Uni¨®n Monetaria ofrece una oportunidad de crear un mercado de capital que rivalice en tama?o, eficiencia e importancia internacional con el de Estados Unidos. ( ... ) La introducci¨®n del euro tiene el potencial de crear el mayor mercado financiero dom¨¦stico del mundo".
En 1995, el valor del mercado de la Uni¨®n en dep¨®sitos bancarios, bonos y acciones era de m¨¢s de 27 billones de d¨®lares. Si la moneda ¨²nica se hiciera inicialmente s¨®lo con Alemania, Francia, Austria y el Benelux, el mercado dom¨¦stico del euro ser¨ªa equivalente al de Jap¨®n, pero, si se incorporaran Espa?a, Italia, Portugal y Finlandia, su tama?o ser¨ªa claramente equivalente al de Estados Unidos. A lo mejor tienen raz¨®n en mostrarse preocupados.
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