La fuga de Otegi

MIKEL OTEGI se ha dado a la fuga. Desde ayer es un pr¨®fugo de la justicia, que ha ordenado su busca y captura para que comparezca ante los tribunales y determinar s¨ª debe ingresar o no en prisi¨®n antes de que se celebre un nuevo juicio con jurado popular por matar a tiros a los ertzainas I?aki Mendiluce y Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez Villanueva. Esta desaparici¨®n es un acontecimiento m¨¢s, muy grave, eso s¨ª, en la peripecia procesal de Otegi, ya de por s¨ª pr¨®diga en sorpresas. Las m¨¢s espectacular fue, sin duda, el veredicto absolutorio que dict¨® un jurado el pasado 6 de marzo pese a que el acusado hab¨ªa confesado el homicidio de dos ertzainas. El Tribunal Superior de Justicia del Pa¨ªs Vasco anul¨® el juicio y dictamin¨® que se celebrara una nueva vista oral.La absoluci¨®n de Otegi abri¨® un debate, seguramente fruct¨ªfero, sobre los l¨ªmites del jurado popular. Pero la desparici¨®n se relaciona s¨®lo tangencialmente con este debate. Es evidente que un individuo que mat¨® a dos polic¨ªas simplemente por el hecho de "sentirse acosado" no iba a esperar sentado en su domicilio a que llegara la fecha del nuevo juicio y la probabilidad de que acudiera a la vista preliminar de hoy era tan escasa como la de que se presentara el s¨¢bado en el juzgado.

Es muy probable que el Tribunal Superior de Justicia del Pa¨ªs Vasco haya incurrido en una cierta ingenuidad al no tener en cuenta estos aspectos y no decretar de forma inmediata, en el momento de la anulaci¨®n del juicio anterior, la adopci¨®n de medidas cautelares para garantizar la presencia de Otegi en las vistas subsiguientes. Estas medidas llegaron con una semana de retraso, cuando la Ertzaintza hab¨ªa abandonado ya el control de Otegi y era dif¨ªcil recuperar su rastro.

Esta ingenuidad es incluso patente en el auto dictado ayer de busca y captura contra Otegi, en el que se especifica que tiene como objeto la presencia del inculpado ante los tribunales, pero mantiene la situaci¨®n de libertad provisional actual mientras la vista no decida si debe ir o no a la c¨¢rcel antes del juicio. La benevolencia del tribunal es indudable cuando est¨¢ m¨¢s que demostrado que Otegi es un pr¨®fugo -ha dejado de acudir a tres comparecencias seguidas- y sus deseos de someterse a la decisi¨®n de los tribunales son inexistentes. Semejante bonhom¨ªa choca con las declaraciones del abogado de Otegi, que no ha dudado en apuntarse al cinismo cuando explica la ausencia de su defendido en que "tiene derecho a unas vacaciones como todo el mundo".

Las apreciaciones de Xabier Arzalluz atribuyendo al jurado que absolvi¨® a Otegi la responsabilidad principal por la situaci¨®n actual de busca y captura puede ser defendida, sin duda, pero equivale a esquivar la responsabilidad final, que otros l¨ªderes pol¨ªticos prefieren residenciar en los tribunales. Por err¨®nea que fuera su decisi¨®n, el jurado la tom¨® el 6 de marzo y se disolvi¨®. Cargar todas las culpas sobre el sistema del jurado es cuando menos ignorar la cadena de errores cometida desde marzo en otras instancias judiciales y policiales.

El caso Otegi es un paradigma perfecto para analizar la situaci¨®n de la justicia. Por desgracia, la excelente impresi¨®n causada por la anulaci¨®n de la sentencia absolutoria, que supuso un respiro de alivio para la estupefacta sociedad espa?ola, que asisti¨® perpleja a la decisi¨®n del jurado, ha sido completamente borrada por un defecto de procedimiento que ha permitido la fuga del encausado. Queda la amarga sensaci¨®n de que las cosas nunca acaban de hacerse bien.