Hacia una Europa social y reunificada
La presidencia luxemburguesa del Consejo de la Uni¨®n Europea que comenz¨® el 1 de julio de 1997 estar¨¢ marcada por dos cumbres europeas que tratar¨¢n cuestiones esenciales a las que la Uni¨®n debe enfrentarse a corto plazo: la lucha contra el paro y la ampliaci¨®n.Los jefes de Estado y de Gobierno, reunidos los d¨ªas 16 y 17 de junio en Amsterdam, encargaron a la presidencia luxemburguesa organizar una cumbre europea extraordinaria sobre el empleo. De este modo, quisieron se?alar que son sensibles a las preocupaciones de los ciudadanos europeos. Nunca antes se hab¨ªa dedicado una reuni¨®n de este nivel directa y exclusivamente al paro, que, sin embargo, es calificado por todos como la mayor plaga de la econom¨ªa europea.
Ese cambio de talante frente a esta cuesti¨®n social debe mucho a la decisi¨®n brit¨¢nica de firmar el acuerdo social y de aceptar su inclusi¨®n en el Tratado de la Uni¨®n Europea. Debe mucho, igualmente, a la energ¨ªa con la que Francia pudo convencer a sus socios de que, m¨¢s all¨¢ de la preocupaci¨®n por la estabilidad, era necesario dar un nuevo impulso a la lucha contra el paro que amenaza la cohesi¨®n social en nuestros pa¨ªses.
Pero, ?qu¨¦ puede hacer la Uni¨®n en relaci¨®n con la cuesti¨®n del empleo? En primer lugar, la Uni¨®n debe garantizar un marco macroecon¨®mico estable. La finalizaci¨®n del mercado interior y la introducci¨®n de la moneda ¨²nica son condiciones previas para el ¨¦xito de una pol¨ªtica de crecimiento y de empleo.
Como escribi¨® Nicole Notat, "renunciar a la moneda ¨²nica supondr¨ªa condenarse a una guerra econ¨®mica que tendr¨ªa como armas devaluaciones y medidas proteccionistas destructoras del empleo". Por tanto, luchar por el empleo en Europa tambi¨¦n es luchar por el euro. A continuaci¨®n habr¨¢ que modernizar los mercados laborales, estimular en el seno de la Uni¨®n el intercambio de informaci¨®n sobre las pr¨¢cticas adecuadas en materia de empleo, apoyar la creaci¨®n y el acceso a los empleos de proximidad, incitar a los diferentes organismos, como el Banco Europeo de Inversi¨®n, a que inviertan en el sector de la peque?a y mediana empresa, que encierra el mayor potencial para la creaci¨®n de empleo en Europa.
Sin duda, todas estas medidas resultar¨¢n insuficientes. Para invertir la tendencia har¨¢ falta algo m¨¢s. Har¨¢ falta un verdadero cambio de mentalidad en los inversores europeos. La actual tendencia a las inversiones a corto plazo y a un m¨¢ximo rendimiento del capital invertido en un m¨ªnimo de tiempo no favorece la creaci¨®n de empleo. La inversi¨®n en Europa ya no busca tanto la mejora de la productividad de las empresas. Se deja tentar por el traslado hacia los pa¨ªses con salarios bajos, e incluso por reestructuraciones globales, que dan muy poca importancia a la productividad alcanzada en las unidades de producci¨®n de un gran grupo. Vilvoorde se ha convertido en el s¨ªmbolo traum¨¢tico de esta l¨®gica suicida.
No obstante, las cosas empiezan a cambiar. Los inversores que se plantean preguntas en relaci¨®n con esta estrategia de la inversi¨®n que a medio plazo corre el riesgo de destruir al mismo tiempo la base de los recursos humanos, de la cohesi¨®n social y del aparato econ¨®mico en Europa, son cada vez m¨¢s numerosos. Por tanto, existe un terreno para la reflexi¨®n, incluso para un di¨¢logo m¨¢s amplio sobre la inversi¨®n en Europa y su relaci¨®n con el modelo social europeo. Ser¨ªa ¨²til que este di¨¢logo pudiera entablarse entre los Gobiernos y los interlocutores sociales antes de la celebraci¨®n de la cumbre europea sobre el empleo. Sus reflexiones y sugerencias podr¨ªan convertirse en la sal de la cumbre.
La patronal, excesivamente inclinada a quejarse de las flaquezas de Europa, deber¨ªa m¨¢s bien apostar por sus fuerzas. ?No es cierto que el Viejo Continente, al contrario que los dragones asi¨¢ticos, cuenta con una cadena de valores sin lagunas, con una disponibilidad inmediata y con un alto nivel' tecnol¨®gico, as¨ª como con recursos humanos altamente cualificados? ?No es cierto que cuenta junto a su misma puerta con mercados potenciales que un amplio movimiento de solidaridad continental puede desarrollar? ?No es tambi¨¦n cierto que cuenta con una larga tradici¨®n de di¨¢logo social y de democracia que garantizan derechos y dignidad a los interlocutores sociales sobre la base de una responsabilidad rec¨ªproca? ?No es cierto que cuenta con una estabilidad pol¨ªtica que no existe en ninguna otra parte del mundo? Hay que preservar y desarrollar estos logros. Esto es posible si la Uni¨®n Europea y sus Estados miembros aumentan los recursos financieros destinados a la formaci¨®n y a la investigaci¨®n. Por tanto, ¨¦sta es la se?al de confianza en el modelo de sociedad europeo que deber¨ªa ser lanzada en la cumbre de Luxemburgo.
Tambi¨¦n es necesario un cambio de talante en relaci¨®n con la ampliaci¨®n de la Uni¨®n a los 11 pa¨ªses candidatos.
El caso es que, actualmente, respecto a esta cuesti¨®n s¨®lo hay esc¨¦pticos y entusiastas. Esto no es nada ¨²til a la hora de poner en pr¨¢ctica la decisi¨®n hist¨®rica tomada en 1992 en Copenhague. Pero existen los medios para desapasionar el debate. El pr¨®ximo 16 de julio, la Comisi¨®n presentar¨¢ informes detallados sobre cada uno de los pa¨ªses candidatos. Asimismo, presentar¨¢ un documento titulado Agenda 2000, compuesto de tres partes. Evaluar¨¢ las repercusiones de la ampliaci¨®n para las pol¨ªticas comunitarias, en particular para la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n y las pol¨ªticas estructurales. Examinar¨¢ los aspectos horizontales de la ampliaci¨®n que no est¨¢n cubiertos por las solicitudes de adhesi¨®n, especialmente los reg¨ªmenes transitorios, y estudiar¨¢ el futuro marco financiero de la Uni¨®n Europea a partir de 1999.
Incumbe a la presidencia luxemburguesa del Consejo organizar los trabajos de forma que estos documentos sean analizados en profundidad hasta finales de oto?o. Se trata de extraer una opini¨®n objetiva sobre la capacidad de estos pa¨ªses candidatos para trasplantar los logros comunitarios. A continuaci¨®n, la cumbre europea de diciembre de 1997 en Luxemburgo tomar¨¢, al t¨¦rmino de este proceso de reflexi¨®n y discusi¨®n, las decisiones sobre el comienzo del proceso de ampliaci¨®n y las modalidades de la primera fase de las negociaciones.
Para los Quince, se tratar¨¢ de dominar un desaf¨ªo hist¨®rico. Por tanto, deber¨¢n realizar una evaluaci¨®n realista y l¨²cida de la situaci¨®n de cada uno de los pa¨ª-
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ses candidatos. Porque la ampliaci¨®n tendr¨¢, indudablemente, un impacto sobre la amplitud de los gastos, la redistribuci¨®n (le los recursos y el funcionamiento institucional de la Uni¨®n Europea. Las econom¨ªas de estos Estados deben reestructurarse (le arriba abajo. Asimismo, habr¨¢ que amortiguar el choque social que ir¨¢ parejo con su progresiva introducci¨®n en el mercado interior. En efecto, ser¨¢ necesario evitar que las poblaciones den la espalda a Europa. Durante todo el proceso negociador habr¨¢ que convencer a la opini¨®n p¨²blica de una y otra parte de la necesidad y del impacto positivo de la ampliaci¨®n. Por ejemplo, los Gobiemos de los Estados miembros deber¨¢n velar por que la adhesi¨®n se realice sin precipitaci¨®n pol¨ªtica y dentro del respeto estricto de los criterios de adhesi¨®n: estabilidad de las instituc¨ªones que garantizan la democracia, la primac¨ªa de la ley, de los derechos humanos y de la protecci¨®n de las minor¨ªas, la existencia y el buen funcionamiento de una econom¨ªa de mercado, la integraci¨®n en el mercado interior y la transferencia de la normativa comunitaria a la legislaci¨®n nacional. El respeto de estos criterios garantizar¨¢ el ¨¦xito de la quinta ampliaci¨®n de la UE.
Por tanto, los Estados miembros deber¨¢n abstenerse de sembrar el temor o de sobrepujar. La presidencia luxemburguesa tiene por misi¨®n velar por que el comienzo de la ampliaci¨®n se prepare de un modo ordenado y objetivo. Est¨¢ convencida de que, para la Uni¨®n, es la mejor forma de extender su solidaridad, su estabilidad y su prosperidad a esa parte de Europa que desde 1989 ha recuperado las libertades.
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