Al alim¨®n
Con amplio despliegue de medios (que dicen algunos), pero con evidente choteo de fondo (que decimos otros), la prensa madrile?a recogi¨® hace ocho d¨ªas una noticia relacionada con cierto accidente de tr¨¢fico ocurrido en el kil¨®metro 12 de la carretera N-II. Un leve accidente, sin heridos de importancia, sin implicados de alcurnia y que, no obstante, a punto estuvo de convertirse en un asunto de Estado. All¨ª se presentaron dos helic¨®pteros, cinco ambulancias, tres coches de bomberos y dos patrullas de la Guardia Civil, y entre todos organizaron un atasco de mil demonios que dur¨® una hora y midi¨® 10 kil¨®metros.Un desbarajuste, a todos los efectos; y de los llamativos, pero un desbarajuste gentil. Veamos: hay dos maneras de encarar lo sucedido. Una, ponerse de morros y acusar de ineptitud, impericia y falta de coordinaci¨®n a los responsables (en este aspecto, la ¨²uanimidad entre los ciudadanos ha sido casi absoluta), y dos, sentirse reconfortado al comprobar que existe por ah¨ª gente muy atenta ante una llamada de socorro. Yo me quedo, con la segunda postura y no considero que en este caso -los servicios de emergencia -incluidos los jefes- hayan hecho el rid¨ªculo. Por el contrario: han demostrado que est¨¢n vivos, que funcionan y que saltan como liebres al menor signo de alarma. A veces las cosas funcionan demasiado bien, y eso, lector silencioso, no vende. Se apelotonaron, nadie lo niega, y les falt¨® juego de cintura, fijo, pero conviene recordar que ellos estaban all¨ª porque alguien hab¨ªa solicitado su ayuda, lo que merece un respeto. Nadie avis¨® a nadie. Nadie sab¨ªa que otros ya estaban avisados. Y as¨ª -sucesivamente. De manera que, todos, al alim¨®n, se lanzaron a la piscina y casi chocan en el aire. Probablemente ahora mismo est¨¦n tomando medidas para que no se repita un hecho similar, pero les ruego que no se excedan. Siempre ser¨¢ bienvenida su presencia, por numerosa que sea, y nunca se les pondr¨¢ mala cara en el lugar del accidente.
Un fallo de centralita, podr¨ªamos decir, aunque bien intencionado, un derroche de entrega poco: habitual y emparentado en esp¨ªritu con otra historia que tambi¨¦n afecta a nuestra ciudad: un chico sevillano de 13 a?os (Otto es su nombre, aunque yo me tomar¨¦ la libertad de llamarle Oliver Twist) se hab¨ªa escapado de casa 48 horas antes, con 9.000 pesetas en el bolsillo, y hab¨ªa tomado el AVE hasta Madrid. No constan sus intenciones finales: si buscaba aventura o desahogo. Al parecer, Oliver permaneci¨® dos d¨ªas errando por las calles y, seg¨²n la Polic¨ªa Municipal, sobreviviendo con el dinero que ' le hab¨ªa sobrado del billete. Pero aqu¨ª hay un error: el trayecto Sevilla-Madrid en el AVE cuesta 9.200 pesetas en clase turista, la versi¨®n m¨¢s barata, luego Oliver debi¨® sobrevivir sin un duro. Sea como sea, termin¨® por, acercarse a unos mendigos ' instalados en la plaza de C¨¢novas del Castillo, y ¨¦stos respondieron con honor: le acogieron, le dieron de comer y le proporcionaron un colch¨®n para dormir. Una vez m¨¢s, Frank Capra en escena. Una vez m¨¢s, un mundo tenebroso lleno de luz. Y si me estoy poniendo tierno es porque una vez, hace mucho tiempo, yo tambi¨¦n fui vagabundo y s¨¦ lo que se siente. S¨®lo durante 24 horas, cierto, pero fui vagabundo, y sent¨ª en propia carne el desamparo.
Sugiero, en consecuencia, y como miembro de la clase media, que agasajemos a esas personas que dieron cobijo . al joven forastero. En concreto, ellos no tienen cuenta bancaria donde se les pueda ingresar un donativo, pero no ha de, ser dif¨ªcil encontrarlos: pululan por la plaza de C¨¢novas del Castillo y son mendigos, es decir: visten desenfadadamente, huelen a humo y se peinan raro. No tienen p¨¦rdida. Como madrile?os, respondamos a su gesto cuando pasemos por all¨ª. Los ciudadanos normales podr¨ªan aportar 100 pesetas, los mejor situados un talego, y los millonarios (que los hay), como m¨ªnimo, un billete de 10.000. Ciertamente, los vagabundos se funden la pasta enseguida, en queso, en vino, en cachondeo y, en cosas ricas, pero eso no debe sorprendernos ya que ellos detestan el futuro. Ahorrar les parece innoble y en este pa¨ªs hay libertad de culto. Y adem¨¢s, se lo merecen: cuando no se tiene nada, y se da algo, se es un tipo grande; o se est¨¢ haciendo magia,. claro. Y eso tiene un precio.
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