Lucas Beltr¨¢n: un hombre bueno
Acaba de fallecer en Madrid a los 86 a?os el profesor Lucas Beltr¨¢n Flores. Para trazar de ¨¦l un retrato cabal, deber¨ªamos decir que fue economista liberal y hombre bueno. Pensador profundo de prosa sencilla y clara, defensor del mercado por amor al pr¨®jimo, cat¨®lico bien templado y amante de las libertades: era una paradoja viviente para quienes tildan la econom¨ªa de l¨²gubre ciencia, creen que el capitalismo explota a los pobres y confunden la raz¨®n con el racionalismo.Nacido en Alcanar (Tarragona) en 1911, se licenci¨® en Derecho en la Universidad de Barcelona y, obtenida una beca para ampliar estudios en el extranjero, acudi¨® a la London School of Economics durante el curso de 1931-32. All¨ª fueron sus maestros Lionel Robbins y Friedrich von Hayek, como pasados los a?os lo fueron m¨ªos.
De vuelta a Espa?a, Beltr¨¢n pas¨® al bufete de Camb¨®; escribi¨® sobre la econom¨ªa catalana con ese otro gran liberal catal¨¢n, Joan Sard¨¢; pas¨® la guerra civil como funcionario de la Generalitat a las ¨®rdenes de Tarradellas; y, terminada la guerra, profes¨® la econom¨ªa pol¨ªtica en las Universidades de Barcelona y Madrid, antes de obtener c¨¢tedra en Murcia, Salamanca, Valladolid y, finalmente, Madrid.
En la capital, fue economista del Banco Urquijo, que Juan Llad¨® S¨¢nchez Blanco hab¨ªa transformado en raro refugio de intelectuales, y economista en la Comisar¨ªa del Plan de Desarrollo, refugio tambi¨¦n, ¨¦ste parad¨®jico, de defensores del mercado. Fue un pilar de la revista Moneda y Cr¨¦dito. Public¨® en 1960 la primera edici¨®n de su Historia de las doctrinas econ¨®micas, que a¨²n leen con provecho los especialistas, sobre todo por su atenci¨®n a los espa?oles. En 1962 prolog¨® y supervis¨® una colecci¨®n de art¨ªculos en la revista alemana Ordo, titulada La econom¨ªa de mercado, con art¨ªculos de Eucken, Hayek, Popper, R¨®pke, y otros grandes economistas.
Yo le publiqu¨¦ en el Instituto de Econom¨ªa de Mercado en 1982 La nueva econom¨ªa liberal, un horizonte para la econom¨ªa espa?ola, cuando los socialistas acababan de llegar al poder. Muchas otras fueron sus publicaciones, pero quiero destacar su Cristianismo y econom¨ªa de mercado (1986), en que debati¨® la interesante cuesti¨®n de por qu¨¦ el colectivismo atrae a muchos cristianos. "El catolicisimo no es una doctrina econ¨®mica, es una religi¨®n", dijo, y sus dogmas no se refieren a los medios conducentes a la mejora de los reinos de este mundo. Hasta los ¨²ltimos a?os de su larga vida sigui¨® profesando su asignatura y conversando con los disc¨ªpulos y amigos que a su alrededor se arracimaban.
Robbins le hab¨ªa ense?ado tempranamente algunos principios fundamentales: que los fines de los humanos son infinitos, mientras que los medios son limitados; que el economista se?ala y calcula los costes de oportunidad de la acci¨®n humana,pues toda decisi¨®n comporta alternativas sacrificadas; que el m¨¦todo de la econom¨ªa es individualista, reduciendo los fen¨®menos sociales a las demandas 37 ofertas de las personas; tambi¨¦n aprendi¨® Beltr¨¢n de Robbins el amor a la historia del pensamiento econ¨®mico. De Hayek recibi¨® la doctrina del capital y el ahorro, tan necesaria pata entender el crecimiento de las econom¨ªas, lo que le inocul¨® contra los errores de Keynes y dem¨¢s amantes de la intervenci¨®n del Estado para subsanar pretendidos defectos del mercado. La lectura de los libros filos¨®ficos de Hayek y su contacto con el austriaco en la Sociedad. Mont P¨¦lerin, confirm¨® a Beltr¨¢n en su actitud de precauci¨®n contra esa soberbia de la raz¨®n tan caracter¨ªstica de planificadores e intervencionistas.
Le recuerdo ahora en un debate con estudiantes de una Universidad de Madrid. El flam¨ªgero orador, entusiasta del socialismo revolucionario, se dirigi¨® a ¨¦l como "el padre Beltr¨¢n", confundido por la humanidad del discurso del maestro -y tambi¨¦n sin duda porque se atreviera a llevar corbata en aquel ambiente proletario- Contest¨® don Lucas: "No soy cl¨¦rigo, sino cristiano penitente y liberal impenitente".
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