En la muerte de Miguel Angel Blanco Garrido
Sab¨¦is bien que desde el fat¨ªdico momento en que Miguel ?ngel fue arrancado de vuestro lado nada volver¨¢ ya a ser como antes, pero la vida sigue, hay que mirar hacia adelante por mucho que el sol hiera vuestros ojos cansados de llorar, hay que sobreponerse.Pens¨¢is que esta herida tan profunda que hoy sangra a borbotones tardar¨¢ mucho tiempo en curar, que es posible que permanezca en vosotros para siempre, que no llegue nunca a cicatrizar, pero acabar¨¦is por acostumbraros a ella, a su dolor intermitente, ser¨¢ como una parte m¨¢s de vosotros.
Os duele enormemente su' marcha, su incomprensible e in justificable sacrificio, m¨¢s si cabe despu¨¦s del clamor general de todo el pa¨ªs que uni¨® en uno solo su desgarrador grito de clemencia intentando un imposible.
Los verdugos ocult¨¢n su rostro, no escuchan, sus corazones est¨¢n insensibilizados y esta vez tampoco hubo la excepci¨®n que todos esper¨¢bamos.
Ya hab¨ªan anunciado sus cuervos que habr¨ªa resaca y su jaur¨ªa no pudo reprimir sus irracionales deseos de sangre.
En tan duros momentos somos muchos los que quisi¨¦ramos llenar una m¨ªnima parte de ese terrible vac¨ªo que os ha dejado Miguel Angel y en nuestra ingenua pretensi¨®n est¨¢ el deseo de compartir vuestro dolor, mostrar nuestra admiraci¨®n por vuestra entereza e ilusionarnos pensando que su absurda inmolaci¨®n abrir¨¢ las puertas a la paz para ese vuestro pa¨ªs, que, pese a la barbarie, es una parte querida del nuestro.-
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