La rebeli¨®n de los ciudadanos
LA FORMIDABLE reacci¨®n de la sociedad espa?ola -millones de personas en la calle- ante el asesinato de Miguel Angel Blanco ha renovado la fe de los dem¨®cratas en que el problema del terrorismo de ETA puede ser resuelto por procedimientos estrictamente democr¨¢ticos. Estamos en una "etapa nueva", seg¨²n la expresi¨®n acu?ada ayer por el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. Es verdad que no hay procedimientos milagrosos para acabar con ETA, s¨®lo una tenaz acci¨®n pol¨ªtica, legal y civil para aislar a los terroristas y a su entorno pol¨ªtico, que es Herri Batasuna. Los ciudadanos espa?oles han perdido el miedo al terror, se han hartado de la barbarie y exigen que se pongan en pr¨¢ctica, siempre dentro de las garant¨ªas del Estado de derecho, todas las medidas necesarias para llevar a los terroristas donde deben estar -en la c¨¢rcel- y arrinconar en todos los frentes a sus c¨®mplices, releg¨¢ndolos al gueto de la marginalidad pol¨ªtica y del desprecio social.Medidas pol¨ªticas. Las normas profil¨¢cticas contra el terrorismo requieren la ausencia de cualquier ambig¨¹edad, un error bastante extendido en el pasado m¨¢s reciente. Algunas, las m¨¢s evidentes, ya se han anunciado. Por ejemplo, la exclusi¨®n urgente de HB de la ponencia sobre derechos humanos del Parlamento vasco: era un sarcasmo mantener a los secuaces, de los asesinos en una comisi¨®n sobre los derechos humanos. Otras resoluciones se han sugerido en las reuniones del Pacto de Ajuria Enea y del Pacto de Madrid. La gu¨ªa para el aislamiento pol¨ªtico de HB incluye que sus miembros no gobiernen m¨¢s en ayuntamientos o en cualquier otra instituci¨®n con el apoyo o la abstenci¨®n de un partido democr¨¢tico; no firmar comunicados ni proposiciones conjuntas con HB; no asistir a debates p¨²blicos con ellos; en suma, rodear a la coalici¨®n de un cord¨®n sanitario de, desprecio y silencio. Hay que calificar de mod¨¦lica. la resoluci¨®n de la Diputaci¨®n permanente del Parlamento vasco de no adoptar iniciativa conjunta alguna con HB mientras no condene el asesinato de Blanco Garrido. ?se es el camino que ha se?alado la sociedad y que no cabe olvidar.
Medidas legales. Las instituciones han de hacer cumplir la ley, ni m¨¢s ni menos, con todas las garant¨ªas de nuestro sistema democr¨¢tico, pero con extrema firmeza. En primer lugar, para detener, procesar y juzgar a los asesinos; despu¨¦s, para sancionar la apolog¨ªa del terrorismo que se practica habitualmente desde las filas de HB, con formulaciones tan canallas como la consigna de ETA, m¨¢talos, que se corea en las manifestaciones de los sicarios del terror. Si para combatir con m¨¢s eficacia esta apolog¨ªa es necesario modificar el C¨®digo Penal, h¨¢gase con el consenso de los partidos pol¨ªticos, como se inici¨® ayer en la reuni¨®n del Pacto de Madrid. ?sta es una oportunidad hist¨®rica para reinstaurar en el Pa¨ªs Vasco el imperio de la ley, aplicada durante muchos anos con complejos y reticencias. El miedo ha degrada do la vida p¨²blica en el Pa¨ªs Vasco hasta tal punto que sus ciudadanos no han podido ejercer durante mucho tiempo las libertades que consagra la Constituci¨®n, con virti¨¦ndose de hecho en. ciudadanos de segunda. Los jueces, la polic¨ªa, la Ertzaintza (que por primera vez se ha podido quitar sus antifaces), saben ya que no est¨¢n solos y que el pueblo respalda activamente su labor. Ha habido otro sarcasmo cruel estos d¨ªas: que algunas voces batasunas acusasen a las fuerzas democr¨¢ticas de apelar al "linchamiento", cuando lo que. se ha pedido llanamente ha sido la aplicaci¨®n de las normas legales vigentes.
Medidas sociales. La sociedad se ha manifestado de forma Ubre en un plebiscito que no tiene parang¨®n en nuestra historia. Esos millones de ciudadanos han exigido coherencia a sus representantes pol¨ªticos, pero tambi¨¦n se han impuesto una labor: Una pancarta se preguntaba ayer: "?Qu¨¦ m¨¢s podemos hacer?". Mucho. El aislamiento de los violentos debe librarse en el ¨¢mbito cotidiano: dar la espalda a quienes con su silencio o sus palabras son c¨®mplices del crimen; limitar sus recursos econ¨®micos (no m¨¢s publicidad en forma de impuesto revolucionario en el peri¨®dico que les sirve de agit-prop); cuarentena total a sus actos, a sus fiestas o a sus locales, como si de apestados se tratara; no dar cabida a su propaganda. o a sus razones en los medios de comunicaci¨®n; eliminar el compadreo en las calles o plazas. En definitiva, hacerles el vac¨ªo. S¨®lo as¨ª se eliminar¨¢ la debilidad cong¨¦nita de la democracia ante el terror del tiro en la nuca y, los zulos.
?ste es el plebiscito que ayer se produjo en nuestro pa¨ªs. Como dijo el Rey, la conciencia de los espa?oles ha salido a la calle". Y ah¨ª debe seguir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.