Fuente del Berro
"LIeg¨® el verano, y yo con estos pelos", he o¨ªdo por ah¨ª tres o cuatro veces ya, y las tres o cuatro acog¨ª la observaci¨®n con sonrisa c¨®mplice, aunque lo cierto es que el tema no me produce la m¨¢s m¨ªnima hilaridad: cada vez cumple uno mas a?os y, encima, cada vez transcurren con mayor celeridad. Vamos, no es que corran, es que van despendolados. Anteayer por la ma?ana me qued¨¦ estupefacto al comprobar que una de mis hijas se iba de veraneo, as¨ª por la cara, y ayer por la tarde segu¨ªa sin asumir el extra?o fen¨®meno, ya que sal¨ª de golpe del despacho, donde me paso la vida tecleando con las puertas cerradas y luz el¨¦ctrica (siempre he sido el m¨¢s pobre de la casa),.eran las ocho y el sol penetraba a tope en el sal¨®n. ?Vaya susto, a esas horas y sol! No daba cr¨¦dito a mis ojos, y por un momento cre¨ª que se trataba del sol de medianoche, una aurora boreal o vaya usted a saber. Y es que yo sigo en marzo, m¨¢s o menos, a ver si me acostumbro.Incluso ha llegado la can¨ªcula, "la primera que Dios env¨ªa", aunque tard¨ªamente. ?Y qu¨¦ hacemos los madrile?os en estos casos? Pues lanzarnos como locos a los, parques ciudadanos buscando la fresca, y yo me he estrenado este a?o en el de la Fuente del Berro, tambi¨¦n llamado "Quinta" e incluso "parque del Este". Vale much¨ªsimo la pena, y no s¨®lo por la susodicha fresca, que es ubicua y hasta promiscua, sino por los espec¨ªficos rincones de belleza y evocaci¨®n que nos ofrece. En cuanto al relax... Jo, es que no hay manera. Inicio una aguerrida penetraci¨®n por Sancho D¨¢vila y, claro, los se?ores del, Gas Madrid han llegado antes que yo. Muy finos, eso s¨ª, "disculpen las molestias" por ac¨¢, "disculpen las molestias" por all¨¢, Pero la calle, como pueden suponer, estaba escarallada. El que no est¨¢ nada fino es el conductor del autob¨²s de la EMT que me precede, pues de pronto se detiene con los intermitentes encendidos y resulta que no se trata (de una parada, sino de parada y fonda por lo menos. Total, larga hilera de coches desesperados en medio de las trincheras de Verd¨²n, y el causante del desaguisado, como si oyera llover. Un cuarto de hora despu¨¦s, sin haber conseguido un ¨¢pice del anhelado relax, consigo entrar en la glorieta. del Marqu¨¦s de Zafra, donde, por supuesto, no hay espacio. para aparcar, y etc¨¦tera, etc¨¦tera.
Alg¨²n tiempo despu¨¦s me encuentro por fin con la famosa fuente, extramuros del parque, como siempre, y m¨¢s limpita y aseada que nunca. Ya saben que cuenta con una larga hoja de servicios prestados al pueblo de Madrid y a la realeza, que fue proveedora de palacio hasta que Isabel II propici¨® la construcci¨®n del canal de Lozoya. Su agua era considerada, la m¨¢s exquisita por monarcas y vasallos, e incluso despu¨¦s de culminar la susodicha obra sigui¨® Isabel abonada a la fuente, donde, al igual que sus predecesores, monopolizaba el arca real. Pero hab¨ªa agua para todos, y aqu¨ª acud¨ªan a repostar las aguadoras y aguadores, personajes t¨ªpicos de las calles madrile?as a trav¨¦s de los siglos. Uno de ¨¦stos, un t¨ªo bastante zafio llamado Pedro Chamorro, lleg¨® a influir notablemente sobre la opini¨®n del odiado F¨¦rnando VII. Tambi¨¦n hay que decir que las callecitas aleda?as de chal¨¦s -o sea, la antigua colonia Iturbe, construida durante los a?os 1924 y 1925, y con escasa entidad de poblaci¨®n, ?felices ellos! resultan muy adecuadas para olvidarnos de ese progreso que nos machaca.
Parad¨®jicamente, no lo es tanto el acceso al parque, sobre todo si penetramos por el jard¨ªn, de la Glorieta, entrada principal, y bordeamos la tapia en direcci¨®n a Sainz de Baranda. La prepotente presencia del Pirul¨ª nos recordar¨¢ ominosamente que existe la tele, y ¨¦sta era una de las realidades que pretend¨ªamos olvidar (por lo menos, yo). Al lado hay una edificaci¨®n c¨²bica cuyo interior ocultan enlutados cristales negros: podr¨ªa ser el cuartel general del IV Reich, servicio de inteligencia, all¨¢ por el 2040. Bajando luego por los Taludes recibimos en toa la jeta el impacto visual y auditivo del tr¨¢fico aleda?o, y si descendemos hacia los jardines bajos, m¨¢s bien explanada terrosa, nos aturdir¨¢, no obstante los paneles antirruido, todo el fragor de la M-30.
Pero hay zonas que valen mucho la pena, vestigio de aquellos jardines paisajistas tan amados por la realeza.
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