"El sentimentalismo es el gran demonio del teatro", afirma Arthur Miller
El dramaturgo norteamericano y Derek Walcott reivindican obras de denuncia
El dramaturgo norteamericano Arthur Miller manifest¨® el mi¨¦rcoles que "el gran demonio del teatro es el sentimentalismo". Lo hizo durante su ponencia El lenguaje del teatro, dentro del curso Nuevas formas expresivas del teatro en lengua inglesa que la Universidad Complutense celebra en El Escorial. "El teatro actual est¨¢ comercializado, incluso aquellos autores que est¨¢n fuera de Broadway" ha dicho tambi¨¦n esta semana Miller (Nueva York, 1915), que ha participado en el curso junto con su colega Derek Walcott (Antillas, 1930), quien a?adi¨®: "Hay muchos autores teatrales que no son honrados, que hacen del teatro otro producto comercial". Walcott pronunci¨® una conferencia titulada Or¨ªgenes del teatro de las Indias Orientales.
Seg¨²n Arthur Miller, el sentimentalismo en el teatro es "una manera f¨¢cil de conmover a las audiencias y no aporta calidad suficiente a las obras". Para este dramaturgo lo esencial es mostrar "c¨®mo sienten la vida los personajes de sus obras". A este respecto a?adi¨® parte de su propia experiencia: "Cuando comenc¨¦ a escribir teatro, a finales de los a?os treinta, algo que se llamaba realismo era el indiscutido estilo imperante en el teatro comercial americano que era casi el ¨²nico teatro que se conoc¨ªa en mi pa¨ªs".Miller se mantiene fiel a sus principios filos¨®ficos como escritor. As¨ª, los protagonistas de sus obras hablan de "la manera m¨¢s cercana al mundo", seg¨²n explic¨® ¨¦l mismo. Tres de los dramaturgos que han influido en Miller son, afirm¨®, Eugene O'Neill, Tennessee Williams y William Shakespeare.
Arthur Miller y Derek Walcott se mostraron fieles a su filosof¨ªa como escritores de obras comprometidas con la marginaci¨®n social y la pol¨ªtica. Miller insisti¨® en su postura de denuncia social: "Los j¨®venes dramaturgos norteamericanos ya no escriben de la crisis social. Parece que en mi pa¨ªs no tengamos una crisis, cuando hay un problema real muy importante, como es el de la redistribuci¨®n de la riqueza", se?al¨®.
Miller destac¨® la gravedad de un fen¨®meno econ¨®mico y social que se desarrolla en Norteam¨¦rica. "Cada vez hay m¨¢s gente rica y cada vez hay m¨¢s gente pobre. Pero la clase media no se sostiene y va hacia abajo", explic¨®. El escritor dijo que hay que escribir sobre las crisis, porque "el teatro debe ser una fiel reacci¨®n a la vida cotidiana". El dramaturgo norteamericano a?adi¨® en su cr¨ªtica a los j¨®venes dramaturgos que ¨¦stos "han perdido la visi¨®n pol¨ªtica de las cosas". "Yo, en cambio, tengo que seguir una l¨ªnea que sea fiel a la filosof¨ªa democr¨¢tica", manifest¨®.
Derek Walcott se mostr¨® de acuerdo con las afirmaciones de Miller y coment¨® que en la actualidad "hay muchos autores teatrales que no son honrados". El sentido que le dio a esa afirmaci¨®n fue que los autores j¨®venes no abordan en sus textos un compromiso social abierto. Para Walcott, los verdaderos dramaturgos son escritores "pol¨ªticos", seg¨²n los calific¨®. "Lorca era muy pol¨ªtico, incluso cuando describ¨ªa la vida provincial en Espa?a", dijo.
Derek Walcott reivindic¨® un teatro real, cre¨ªble, cercano a la gente, pero no por eso alejado de la poes¨ªa. Para Walcott, ambos g¨¦neros literarios son perfectamente compatibles. Destac¨® que "el escritor no es un intelectual, sino un artista que debe preservar su ignorancia". El dramaturgo antillano critic¨® que el teatro actual se ha convertido en "otro producto comercial". A Walcott le causa un profundo respeto su profesi¨®n, y en ese sentido manifest¨®: "Trabajar en el teatro es algo verdaderamente sagrado. No s¨®lo por estar comprometido por nuestra labor, sino porque un gran actor es una vasija espiritual y es un verdadero privilegio trabajar con ellos".
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