Inquilino de la Plaza Mayor

Sus manos no sujetan los evangelios, sino dos botellas de vino tinto. No viste una t¨²nica, sino un abrigo ra¨ªdo y gris a juego con un sombrero que, seg¨²n dice, le regal¨® Humphrey Bogart. No hace milagros, aunque su vida es un prodigio de supervivencia, ya que desde hace 13 a?os vive en la Plaza Mayor de Madrid sin techo y sin dinero. ?C¨®mo lo consigue? "Es f¨¢cil. ?Yo soy san Juan!". Juanito aparenta unos 60 a?os, pero seg¨²n ¨¦l no supera los 40, "aunque me gusta parecer mayor, porque soy poeta y s¨®lo un poeta viejo impone respeto".Cuando est¨¢ bebido resulta dif¨ªcil saber por qu¨¦ vive en la Plaza Mayor, pero en sus momentos de lucidez dice cosas posibles. "Mi hermano una noche quem¨® mi casa. Estaba loco y por su culpa yo me qued¨¦ en la calle". Uno de los vecinos que se paran a saludarle asegura que "lo del incendio es lo ¨²nico que, parece cierto, aunque hay m¨¢s cosas que s¨®lo sabe ¨¦l". El pasado de Juanito es una inc¨®gnita que mueve la curiosidad de toda la plaza.

Todos los asiduos de la zona le conocen y le respetan "porque nunca ha hecho da?o a nadie", asegura Carlos encargado, de una de las terrazas del lugar. "Dicen que es ingeniero y que viene de una familia pudiente. Su mujer le abandon¨® y se meti¨® en la bebida. Cada dos o tres meses viene alg¨²n pariente y se lo lleva. Le maquillan para que no est¨¦ tan zarrapastroso, le afeitan, le cortan el pelo y le dan ropa limpia, pero al tercer d¨ªa ya est¨¢ otra vez hecho un asco". Los due?os de los bares le dan bocadillos y botellas de vino, aunque ¨¦stas prefiere comprarlas ¨¦l con el dinero que pide por ah¨ª. "Es un mendigo de calidad. S¨®lo le gusta beber Marqu¨¦s de C¨¢ceres y Vi?a Ardanza".

Los rumores sobre sus or¨ªgenes nobles est¨¢n en la boca de la mayor¨ªa del barrio. "Juanito, seguro que es de buena familia", dice un pintor de la zona. "Es muy culto, habla de pol¨ªtica y usa palabras de gente que ha estudiado. Yo creo que hasta tiene t¨ªtulo universitario", a?ade. Uno de sus amigos, un parado de 60 anos que se pasa los d¨ªas en la plaza "viendo pasar el mundo" asegura que el santo no lo es tanto. "Es un mendigo ego¨ªsta. Nunca me ha dado nada. Le pido tabaco y siempre dice que no".

Cada uno de los parroquianos del bar frente al que Juanito se sienta cada tarde tiene su versi¨®n sobre el asunto. "Vive as¨ª porque le da la gana, ya, que podr¨ªa cobrar la ayuda social, igual que yo, que tengo 35.000 pesetas que me da el Estado", dice Rosa, una viuda que vive en la zona.

Mientras Rosa habla, Juanito, acompa?ado por sus dos botellas de Rioja, se instala enfrente de una de las terrazas inundadas de turistas americanos y japoneses. Los camareros sonr¨ªen. "Es un privilegiado. Como todos le conocemos, la polic¨ªa nunca le echa, y eso que aqu¨ª siempre se hace limpieza para que los turistas est¨¦n tranquilos". Desde su puesto de protagonista, Juanito observa la Plaza Mayor de Madrid con ojos nublados. De repente, se levanta del suelo y, mientras apura los restos de un Celtas, grita: "No te creas nada de lo que te digan. La verdad s¨®lo la s¨¦ yo".